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Pep Guardiola continúa en Alemania con la obsesión por el fútbol como método
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TOQUE COMO SISTEMA Y SIN TIROS FUERA DEL ÁREA

Pep Guardiola continúa en Alemania con la obsesión por el fútbol como método

El entrenador catalán aterrizó en Baviera y trasladó al detalle el decálogo que le hizo llevar al Barcelona a alcanzar la cima logrando seis títulos en un año

Foto: Guardiola, junto a Robben durante un partido del Bayern
Guardiola, junto a Robben durante un partido del Bayern

Pep Guardiola decidió dejar el Barcelona en la primavera de 2012. Su trabajo ya no era respetado por la directiva de Sandro Rosell y empezaba a notar cierto desgaste en la relación con los jugadores. Su mensaje, ese que impuso durante años en el vestuario azulgrana y que exigía un ciento por ciento de concentración, ya no llegaba como antaño y creyó que era el momento de decir adiós a una etapa gloriosa que sólo puso en duda Mourinho y su Real Madrid de músculo y energía.

Ese Pep que llegó al primer equipo azulgrana en el verano de 2008 y que sorprendió a todo el mundo con su método y su manera de entender el fútbol ha tenido su perfecta extensión en el Bayern. El catalán aterrizó en Baviera y trasladó al detalle el decálogo que le hizo llevar al Barcelona a alcanzar la cima logrando seis títulos en un año. Las dos caras de Guardiola aparecieron por Múnich y lo sorprendente es que haya asombrado a hombres de fútbol como Beckenbauer, referencia del campeón alemán y que critica abiertamente el toque y el juego, en ocasiones, especulativo de un equipo criado en el fútbol directo.

Guardiola aterrizó en Alemania con esa perfección por sistema. Ha buscado su excelencia, esa que llega a partir de un trabajo obsesivo. Sus sesiones de trabajo en Múnich no difieren en nada de las de Barcelona. Sus jornadas se extienden durante doce horas. Su vida es el fútbol y lo demuestra a cada momento. Esa intensidad y pasión se la intenta trasladar a sus jugadores en cada entrenamiento, en cada ocasión en la que se colocan el escudo del Bayern. Nada ha cambiado respecto al equipo azulgrana.

Los entrenamientos son constantemente interrumpidos. Busca que el jugador se meta de lleno en el trabajo. Si no es él, es Domènec Torrent el que insiste una y otra vez. Desde el primer día, los mensajes del entrenador fueron en perfecto alemán, algo que sorprendió, pero que a su vez cautivó a todos aquellos que cuestionaron su llegada por los éxitos cosechados por Heynckes. Ni el idioma ha sido obstáculo alguno para que el técnico se meta de lleno en la cabeza de los jugadores, tal y como a él le gusta.

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Su libro de estilo es el mismo. Rummenigge y compañía sabían lo que fichaban. Lo hicieron con medio año por delante y tras otros tantos meses de estudio. A cambio pusieron un equipo campeón a su disposición y un contrato de17 millones de euros por temporada. El técnico sigue con su libreto futbolístico. Nada ha cambiado. El toque por sistema, sacando el balón jugado desde la defensa y sólo mirando la portería contraria cuando se pise el área enemiga. Nada de tirar desde lejos. Pases y más pases hasta encontrar la ventaja, supuesto que ya le ha pasado factura al catalán, recibiendo críticas de aficionados y dirigentes. Da lo mismo. El guion es innegociable. Guste o no.

Ese mensaje obsesivo que intenta trasladar a los Robben, Ribéry, Mandzukic y compañía es el del respeto al rival, el de huir de las provocaciones y la humildad para ser competitivo, coordenadas que siempre llamaron la atención en el Barcelona y que terminaron siendo cuestionadas por aquello de los 'valores'. Si Xavi era su altavoz hacia la plantilla en el Barcelona, en el Bayern es Lahm la voz del técnico hacia el grupo. Cuestión de capitanía.

Tal y como sucedía en Barcelona, Guardiola ha protegido al vestuario de todo el entorno. Él es el escudo de todas las posibles agresiones exteriores y se responsabiliza de los fallos del equipo, así como hace del éxito un triunfo del grupo, del equipo. El Pep alemán es como el catalán. En nada ha cambiado. Ni deportiva, ni políticamente hablando. Y el día que intenten que cambie, cogerá la maleta y dejará el Bayern y su proyecto, circunstancia que todavía no contempla.

Pep Guardiola decidió dejar el Barcelona en la primavera de 2012. Su trabajo ya no era respetado por la directiva de Sandro Rosell y empezaba a notar cierto desgaste en la relación con los jugadores. Su mensaje, ese que impuso durante años en el vestuario azulgrana y que exigía un ciento por ciento de concentración, ya no llegaba como antaño y creyó que era el momento de decir adiós a una etapa gloriosa que sólo puso en duda Mourinho y su Real Madrid de músculo y energía.

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