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Cristiano demuestra que el fútbol es, en ocasiones, un deporte individual
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EL PORTUGUÉS 'DERROTA' A LA JUVE

Cristiano demuestra que el fútbol es, en ocasiones, un deporte individual

El Real Madrid ganó a la Juve y llega al Clásico tras lograr un resultado positivo, pese a no convencer. Carlo Ancelotti ya sabe que no basta con ganar

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Con el billete para los octavos de final de la Champions en la mano tras derrotar a la Juve, el Real Madrid llega a la cita del sábado ante el Barcelona con la confianza que dan los buenos resultados, pero arrastrando ciertas dudas, las que genera un juego que no termina de convencer. Lo mejor para los madridistas es que Cristiano Ronaldo está en plan jefe, en plan líder. Da la cara y responde con goles y presencia en todos los partidos, tal y como comprobó una Juve que tuvo media hora espléndida, para terminar por convertirse en vulgar, especialmente tras la dudosa expulsión de Chiellini. El empujón final, de la mano de Vidal, sirvió para meter el miedo en el cuerpo a los blancos, especialmente a la grada. El gol del renacido Llorente no sirvió de nada para los italianos ante el doble acierto de Ronaldo.

Ancelotti ya parece tenerlo claro, al menos en el esquema de juego. El italiano ha decidido vestir a su Real Madrid con un 4-3-3, con Illarramendi de eje y Khedira y Modric de escoltas, dando prioridad al orden, dejando la capacidad de sorpresa al de siempre, Cristiano Ronaldo, pero con la inestimable colaboración de Di María, jugador más en forma junto al portugués y que, hasta la definitiva aparición de Bale, se ha convertido en la referencia ofensiva, el jugador que pone verticalidad e imaginación. Por cierto, Benzema estuvo sobre el césped. Otra cosa muy diferente es la de jugar. Morata, en quince minutos, hizo más que en la hora larga que estuvo el francés sobre el terreno de juego.

Un gol a los cuatro minutos siempre lleva a pensar en un plácido partido, en un escenario controlado y más cuando el que marca es el Real Madrid y el Santiago Bernabéu, pero el equipo de Ancelotti no termina de adquirir el ritmo necesario para sentirse dominador de los partidos. Da la sensación de no sentirse cómodo en ese papel, ni con todo a favor.

Lejos de lo que pudiera pensarse en una situación así, el equipo blanco cedió el testigo a una ambiciosa Juve, a la que le basta el orden de Pirlo, la chispa de Vidal y la fuerza de Pogba para superar esa primera línea de presión que plantean Di María, Ronaldo y Benzema, y pasar a controlar el juego. Poco a poco el equipo italiano pasó a ser el jefe del choque. Controlaba, amagaba (Tévez en dos ocasiones y Martín Cáceres), hasta que dio de lleno con Llorente, en una jugada que es el perfecto reflejo de que el Real Madrid sufre a la hora de defender. El ex del Athletic aprovechó un rechace de Casillas para, desde el suelo, desnudar a Arbeloa, Ramos y Pepe.

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El Real Madrid se sentía superado. Por primera vez un gol a favor nada más iniciar un partido se volvía en contra del equipo que marcaba. Los de Ancelotti marcaron y se evaporaron, ni un solo tiro a la portería de Buffon. Necesitaban aire y este llegó gracias a un regalo de un Chiellini fuera de forma y que se empeñó en hacer un placaje a la altura del cuello a Sergio Ramos. Casi sin querer, el Real Madrid se encontró un penalti, que claro está, Ronaldo no desaprovechó. Pena máxima tan clara como innecesaria y absurda.

El partido se rompió nada más iniciarse la segunda mitad, justo en el momento en el que el árbitro decidió expulsar a Chiellini, decisivo en la victoria blanca como ven. Conte tuvo que cambiar todo el esquema, quitando a Llorente para meter a otro defensa en el once, lo que fue toda una declaración de intenciones. Su equipo renunció a jugar y se limitó a esperar una contra o la aparición de Giovinco en los minutos finales como manera de acceder a la conquista de un punto. Argumento insuficiente pese a las dudas que mostraron los madridistas en los minutos finales.

El dominio, o mejor dicho, el control blanco sirvió para que el partido entrara en fase de sopor salpicado con alguna que otra ocasión. Di María, Benzema o Khedira, el alemán cada día se muestra con más soltura a la hora de atacar y menos resuelto en defensa, pudieron sentenciar, pero dio la sensación de no querer cerrar el partido, de buscar dar emoción, algo que no gustó a los aficionados que llenaron el Bernabéu y que se sintieron contentos por la casi clasificación, pero decepcionados de que el Real Madrid no se divirtiera con una Juve con uno menos durante toda la segunda mitad. Quieren más y Ancelotti lo sabe. No basta con ganar.

- Ficha técnica:

2.- Real Madrid: Casillas; Arbeloa, Pepe, Sergio Ramos, Marcelo; Illarramendi (Isco, min.70), Khedira; Di María (Morata, min. 78), Modric, Cristiano Ronaldo; Benzema (Bale, min. 67).

1.- Juventus: Buffon; Cáceres, Barzagli, Chiellini, Ogbonna (Giovinco, min. 73); Vidal, Pirlo (Asamoah, min. 59), Pogba, Marchisio; Tévez y Llorente (Bonucci, min. 49).

Goles: 1-0, min. 4: Cristiano; 1-1, min. 23: Llorente; 2-1, min. 29: Cristiano, de penalti.

Árbitro: Manuel Gräfe (ALE). Mostró cartulina amarilla a Illarramendi (min 19) por parte del Real Madrid y a Vidal (min. 28) y a Cáceres (min. 78) por parte del Juventus. Expulsó con roja directa al jugador del Juventus Chiellini (min.47).

Incidencias: Partido correspondiente a la tercera jornada de la fase de grupos del grupo B disputado ante cerca de 80.000 espectadores en el estadio Santiago Bernabéu.

Con el billete para los octavos de final de la Champions en la mano tras derrotar a la Juve, el Real Madrid llega a la cita del sábado ante el Barcelona con la confianza que dan los buenos resultados, pero arrastrando ciertas dudas, las que genera un juego que no termina de convencer. Lo mejor para los madridistas es que Cristiano Ronaldo está en plan jefe, en plan líder. Da la cara y responde con goles y presencia en todos los partidos, tal y como comprobó una Juve que tuvo media hora espléndida, para terminar por convertirse en vulgar, especialmente tras la dudosa expulsión de Chiellini. El empujón final, de la mano de Vidal, sirvió para meter el miedo en el cuerpo a los blancos, especialmente a la grada. El gol del renacido Llorente no sirvió de nada para los italianos ante el doble acierto de Ronaldo.

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