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Discriminación positiva en la Liga femenina de fútbol: prohibido árbitros... ¿por qué?
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así es la evolución de las árbitras en españa

Discriminación positiva en la Liga femenina de fútbol: prohibido árbitros... ¿por qué?

El crecimiento de la figura de la mujer en el mundo del fútbol dentro de España está siendo notable y no sólo porque cada día haya más jugadoras, también por la figura de la árbitra

Foto: María Villa dando una charla. (Foto: Twitter @villa_gutierrez)
María Villa dando una charla. (Foto: Twitter @villa_gutierrez)

Marisa Villa (Ciudad Real, 1973) asistía en la provincia de Ciudad Real a una charla en la que tres mujeres destacaban. Una, conductora de autobús; otra, guardia civil, y la propia Marisa, árbitra de fútbol. Era 1998. “Ahora, ¿vemos extraño ver a una mujer conduciendo un autobús? No; ¿vemos extraño que una mujer sea Guardia Civil? Tampoco; entonces tampoco se ve extraño que una chica sea árbitra”. El mismo año, Carolina Domènech (Palma, 1976) ejercía como asistente en un partido de fútbol masculino profesional: un Hércules-Rayo Vallecano de Segunda División. Y Marta Huerta (Palencia, 1991) las seguía para, siete años después, tomar la que dice ser la mejor decisión de su vida: ser árbitra. “Mi primer partido fue de prebenjamines un 17 de diciembre (de 2005) y fue como la final de la Champions”, cuenta la palentina afincada en Tenerife.

En los últimos tres años, el número de árbitras se ha incrementado en un 24%, lo que se traduce en 165 árbitras más que en la temporada 2016-2017, cuando la cifra se quedó en 535 mujeres. En total, aproximadamente (los datos no son oficiales hasta final de temporada) son 700 mujeres las que ejercen el arbitraje en el fútbol español, tanto en categorías femeninas como masculinas. “A partir de que los partidos de fútbol femenino sean televisados, se ha visto un incremento en el número de árbitras porque ahora hay niñas que ven los encuentros y creen en la posibilidad de ser como ellas”, interpreta Marisa Villa, ex árbitra profesional y actual responsable de árbitras del Comité Técnico de Árbitros de la RFEF.

[El terremoto en el fútbol femenino]

La creación hace dos años de la Liga Iberdrola ―la Primera División femenina― supuso para algunas la colocación de una piedra angular hacia la consolidación del fútbol femenino. En la competición femenina, ya sólo arbitran mujeres: 22 como principales y 22 asistentes, cuatro más que las que componían el equipo arbitrar la temporada pasada. “Que sea arbitrado exclusivamente por mujeres es un hecho histórico y será recordado como un gran avance dentro del arbitraje”, confiesa Marta Huerta, árbitra de Tercera División masculina, que fue nombrada como la mejor colegiada de España por la RFEF. En tercera, donde Marta ejerce actualmente, son 9 árbitras y 20 asistentes, 11 mujeres más que durante la temporada 2014-2015, cuando la cifra, siempre según la RFEF, no superó la de 7 árbitras principales y 11 asistentes.

No obstante, la decisión de que la competición femenina sólo esté arbitrada por ellas también tiene argumentos contrarios. “Lo que estamos haciendo es una discriminación positiva y si nosotras no queremos que la sociedad nos discrimine ni que sea machista con nosotras (en el fútbol), no podemos poner una liga en la que sólo puedan arbitrar mujeres. ¿Por qué no van a poder arbitrar hombres? No es cuestión de género, sino de preparación”, argumenta Ana Romero, actual delantera del Real Betis Femenino, quien en su último partido a domicilio, en Bilbao, tuvo que esperar más de un cuarto a hora a que la árbitra asignada para el partido se recuperase de una lesión. No hay cuarta árbitra en el fútbol femenino “y eso era otra cosa que debería ser igual que en la liga masculina. Son sucesos que nunca han pasado, pero que al final ocurre y como un colegiado de tu comunidad no puede arbitrar al equipo femenino…”. Un contratiempo que se subsanó en el partido de Copa de la reina entre Atleti y Barça.

Baremos por competición, no por sexo

Una mejora en calidad desempeñada a través de pruebas técnicas, físicas y psicológicas. “La dedicación física ha tenido que ser desde el principio bastante exigente”, cuenta Marta Huerta, quien lleva arbitrando desde los 15 años. “He visto, por desgracia, muchas compañeras que se han quedado por el camino porque no podían superar las exigencias físicas y no han conseguido el sueño de seguir en el mundo del arbitraje”, confiesa. Las pruebas para ascender de categoría en el arbitraje están baremadas según las características de la competición, pero no según las condiciones biológicas. “Hay una exigencia física para arbitrar fútbol masculino y otra para femenino. Si una chica quiere arbitrar fútbol masculino, no hay diferencias: tiene que pasar las mismas pruebas que un compañero. Pero si quiere ejercer en liga femenina, sí que hay otro tipo de pruebas, es decir, las pruebas son diferentes en función de la categoría, no son diferencias porque tú seas mujer u hombre. Si queremos normalizar el arbitraje no debemos hacer diferencia entre un varón y una mujer”, explica Marisa Villa.

“Los tiempos están puestos por expertos en función de las características físicas de los jugadores”, explica Jiménez Hidalgo. Los baremos establecidos para arbitrar fútbol femenino son algo más asequibles, pero todos coinciden en que es una realidad del juego: “Las exigencias para arbitrar el fútbol femenino son un poco más fáciles porque también en esa categoría se juega más lento”, sostiene la responsable de árbitras del comité. Una forma de evaluar que para Marta Huerta se ajusta a la realidad, aunque “los baremos son igual de exigentes, necesitas entrenamiento y preparación”. Y es que la formación en el arbitraje no sólo ha cambiado para la mujer, sino también para el hombre: “Hay diferencias entre el masculino y el femenino, pero si hablamos de la formación física debemos hablar de un conjunto”, recuerda Marisa Villa.

Diferentes sueldos

En salario, arbitrar en Primera División femenina, una liga aún semiprofesional, es el equivalente a ejercerlo en la Segunda División B masculina, es decir, no es más que un complemento al sueldo de un trabajo externo. “No podemos comparar lo que gana una árbitra de primera división [femenina] con lo que gana un árbitro de primera división [masculina] porque tampoco comparamos lo que gana un jugador”, insiste Villa, quien es cauta al adelantar una fecha para que las mujeres arbitren en Primera División masculina como ya se ha hecho en Alemania, donde asegura que el nivel es inferior. “Lo próximo, lo que tenemos al alcance de la mano, es saber si alguna puede participar en la Segunda División B [como árbitra principal]. Vamos a ver si dos o tres pueden subir, y cuando veamos que siguen progresando, ya pensaremos en la Segunda División. Y así sucesivamente. Ahora, pensar en Primera es complicado”, sentencia la exárbitra.

La Segunda División B cuenta con cinco asistentes mujeres, tres más que durante la temporada pasada; mientras que en Segunda, son dos: Judit Romano García, del comité asturiano y Guadalupe Porras Ayuso, del comité asturiano, a quienes Marta Huerta les vaticina que pronto serán asistentes en primera. Ella, por su parte, entrena y estudia para participar en la final del concurso de talentos que se celebra en mayo en Madrid, donde sabrá si está entre la veintena de elegidos y así poder ejercer de árbitra en Segunda B la temporada que viene. Las pruebas para esta especie de oposiciones a árbitro, a la que se presentan entre 300 y 400 candidatos, cuentan con pruebas físicas y exámenes de reglas del juego, de inglés, de redacción y tests psicotécnicos. “Está en manos de ellas. De que hagan las marcas que tiene el comité técnico y cumplan los requisitos que se pidan. Y sería deseable”, sostiene Bibiano Jiménez.

La nueva generación que sigue a Marisa Villa y Marta Huerta está por venir. Y la mujer en el deporte cada vez está más consolidada, “pero no nos podemos conformar con lo que hemos conseguido, siempre se puede mejorar”, advierte Huerta, que es maestra de profesión e intenta inculcar esos valores a sus alumnos y en el fútbol base. En Holanda, donde jugó dos temporadas Ana Romero, la cultura feminista está más construida: “Allí la sociedad tiene mucha más conciencia de que las mujeres pueden jugar al fútbol y hacer lo que quieran en el deporte. De hecho, la selección holandesa llena los estadios. Van 30.000 personas. Cuando jugaba con el Ajax, lo mismo: teníamos siempre 2.500 personas viendo los partidos”. Todas ellas siguen la misma senda: “No deberíamos hablar de masculino o femenino. Al final es fútbol: 11 personas jugando en cada equipo”, argumenta Huerta, quien asegura que nunca se ha sentido diferente en el terreno de juego por el hecho de ser mujer. La proyección es infinita y ellas están convencidas: “Somos referencia a nivel mundial y seremos potencia mundial a nivel de fútbol femenino como se es en el masculino”.

Marisa Villa (Ciudad Real, 1973) asistía en la provincia de Ciudad Real a una charla en la que tres mujeres destacaban. Una, conductora de autobús; otra, guardia civil, y la propia Marisa, árbitra de fútbol. Era 1998. “Ahora, ¿vemos extraño ver a una mujer conduciendo un autobús? No; ¿vemos extraño que una mujer sea Guardia Civil? Tampoco; entonces tampoco se ve extraño que una chica sea árbitra”. El mismo año, Carolina Domènech (Palma, 1976) ejercía como asistente en un partido de fútbol masculino profesional: un Hércules-Rayo Vallecano de Segunda División. Y Marta Huerta (Palencia, 1991) las seguía para, siete años después, tomar la que dice ser la mejor decisión de su vida: ser árbitra. “Mi primer partido fue de prebenjamines un 17 de diciembre (de 2005) y fue como la final de la Champions”, cuenta la palentina afincada en Tenerife.

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