Kovacic, el diamante de 22 años al que nadie presta atención, salvo Zidane

Ha quedado claro a lo largo de la temporada que hay dos Real Madrid. Uno que forman los futbolistas que juegan los partidos grandes, otro que en el que los futbolistas están solo cuando se les necesita y, generalmente, para dar puntos en los días con menos glamur. Durante mucho tiempo, el 'B Side' madridista ha aporreado la puerta del entrenador para comunicarle que estaban más que disponibles para jugar siempre, no solo cuando no había más remedio que tirar de ellos en momentos de extrema necesidad. Pero en estas últimas semanas, el empuje de los que vienen desde el banquillo está haciendo mucho más ruido que en los meses anteriores.

Todo el mundo habla de Isco, de James, de Asensio, de Morata... todos los que se ganan portadas al día siguiente por su rendimiento sobre el campo. Marcan, asisten, hacen virguerías con la pelota... A Zidane la presión interna de sus propios hombres y la externa de la prensa y la afición le ponen en un brete. Y sin embargo, hay un jugador del que nadie se suele acordar, que no se añade nunca a las posibles alineaciones alternativas, más allá de la que el madridista de a pie se sabe de carrerilla. Ese es Mateo Kovacic, cuyo partido en Riazor rozó la perfección sin que fuera al que más quisieran las cámaras.

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Zidane le entregó el centro del campo del Real Madrid y le dio mando en plaza. Haz lo que tengas que hacer, Mateo, pero que esto no se me caiga. El Madrid jugó con cuatro mediapuntas y un delantero centro o, lo que viene a ser lo mismo, un desequilibrio teórico que bien podía resquebrajar al equipo blanco por la mitad y originar un partido sin dueño, siempre y cuando el mando no recayese sobre el contrario. Kovacic tenía que ejercer como único hombre fijo, el volante tapón argentino siendo austríaco y croata, y asumió el cargo como si lo hubiera hecho toda su vida, de la misma forma que lo habría realizado un pivote tradicional, pero con esa pizca distintiva que caracteriza al buen chico de Linz: la velocidad en sus piernas y el manejo del balón en carrera.

Kovacic no se parece mucho a ningún mediocentro del planeta. Tal vez porque nunca ha sido un mediocentro. Mejor dicho, no lo había sido. Hasta que se convirtió en mayor de edad y ya podía conducir y todo eso, jugaba en el Dinamo de Zagreb como mediapunta, el hombre que unía la medular con la delantera y daba el último pase. Ahí, en casa, aprendió a superar líneas de presión, con el factor diferencial con respecto a otros de su misma especie, el pase ágil, él hace otra cosa: conduce. Corre superando adversarios con la misma facilidad que si fueran conos a base de recortes y regates. Esa capacidad de conducción es su seña de identidad, pero no su única virtud, en absoluto.

Ante el Deportivo de La Coruña completó probablemente su mejor encuentro como madridista. Fue un partido fantástico de todo el conjunto blanco, gracias en buena medida a la actuación del ex del Inter de Milán. Todo lo que hacía desprendía seguridad y los números respaldan esta afirmación: acertó el 94% de los pases que intentó, es decir, fue un seguro de vida, y le robó once pelotas al Dépor, como buen mediocentro defensivo.

Es decir, en un mismo partido hizo de Modric, al que vino a cubrir como un suplente de lujo, y de Casemiro, del que es la alternativa más natural que ahora mismo tiene Zidane en la plantilla, pues no hay otro mediocentro posicional puro. Sí, Varane empezó ahí, pero hace años que no juega como tal, mientras que Kroos, si bien ha desempeñado en numerosísimas ocasiones ese papel, sobre todo en su primer año, aún con Ancelotti, tiene carencias tácticas que ni el tiempo pueden curar. Kovacic, en cambio, no tiene las virtudes técnicas del alemán, pero sí una disposición para el trabajo que le hace muy útil en las tres posiciones del mediocampo merengue.

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Digamos que es de esos futbolistas que no están destinados a llamar la atención, pero que cualquier entrenador desea tener en su equipo. Cuando le llamó el Real Madrid, Kovacic estaba llamado a ser el líder indiscutible del nuevo proyecto del Inter, pero en cuanto supo que podía jugar en el Bernabéu, lo tuvo claro. Desde el primer día comprendió cuál iba a ser su rol: se le catalogó como el relevo natural de Modric, pero Kovacic sabe que para tener minutos, ser el suplente de su compatriota no es suficiente. Cuando se han lesionado cualquiera de los tres del medio, Zidane tiró de él y éste cumplió con creces. No hay que olvidar sus excelentes actuaciones en el Calderón y el Camp Nou. Y si después, como así pasó, tuvo que volver al banquillo, lo hizo sin rechistar, sin levantar la voz. Sabe que tiene que ser paciente y se siente confiado de ganarse el puesto en los próximos años.

El Madrid no está dispuesto a traspasarlo. Costó 30 millones en el verano de 2015 y se ve en él un proyecto de gran jugador para el futuro. Kovacic nació en mayo de 1994. Va a cumplir en una semana 23 años, por lo que tiene ante sí muchos años de fútbol. En palabras de su representante, Nikky Vukan, no está en absoluto a disgusto con sus minutos. "No creo que Mateo esté jugando suficiente. Los blancos son el equipo campeón de Europa y esto significa que la plantilla está compuesta por grandes futbolistas. Modric es probablemente el mejor centrocampista del mundo, Kroos ha ganado el Mundial con Alemania y no debemos olvidar otros jugadores top como James e Isco. Todos sabemos que hay muchas estrellas en el Madrid. Pero debo decir que sé a ciencia cierta que en el club están muy contentos con Kovacic", asegura el representante en 'FC Inter News'. Como para no estarlo...