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La resurrección eclipsada de Karim Benzema
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cristiano le quitó el protagonismo con goles

La resurrección eclipsada de Karim Benzema

Después de un inicio de temporada muy complicado entre lesiones y malos partidos, el delantero francés volvió a mostrar el nivel de juego que le hizo ser un hombre clave para Zidane

Foto: Benzema abrió el marcador en los dos partidos del Mundial. (Toru Hanai/Reuters)
Benzema abrió el marcador en los dos partidos del Mundial. (Toru Hanai/Reuters)

Hubo un día, hace ya mucho tiempo, tanto que parece de otra época, en que a Benzema le pusieron una cruz que ni siquiera el paso de los años ha podido arrancar. Ocurrió en un momento en el que Karim tenía la obligación de ganarse cada minuto que estuviera en la cancha como si en cada partido fuera el novato, el chico recién llegado que debe demostrar constantemente que puede pasar el periodo de prueba. Por entonces, el que ejercía de responsable de recursos humanos particular en aquella situación era José Mourinho. Como buen miembro de ese departamento, no fue sobrado de tacto a la hora de referirse a su trabajador. Además de hacerlo en público, lo cual añade un punto de crueldad al asunto. "Si no tienes perro para ir contigo a cazar, si tienes un gato, vas con el gato".

"Si no tienes perro para ir a cazar, vas con el gato"

Aquellas palabras de Mourinho después de la lesión de Gonzalo Higuaín, que estuvo de baja varios meses por una hernia, dejaron marcado a Karim. Puede que ni siquiera identificase a uno como un perro y al otro como un gato, pero a Benzema se le endosó el mote desde ese preciso instante. El Madrid tenía que salir de caza con un gato, en vez de hacerlo con un sabueso experto. El argentino nunca fue el ojito derecho de la grada, pero sí estaba considerado más delantero puro que Benzema, era un goleador, mientras que el francés nadie sabía exactamente qué era. Cuando se ponía a hacer virguerías, era único, pero tampoco se hinchaba a marcar. Esto se podría aplicar a esta temporada, o a cualquiera de las ocho temporadas de Benzema de blanco.

Foto: Sergio Ramos levanta el trofeo de campeón del mundo (Kim Kyung-Hoon/Reuters).
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En esta última hemos vuelto al mismo lugar de siempre. Parece que Benzema no hizo la campaña pasada su mejor año desde que viste de blanco. De nuevo se empieza desde cero, pidiéndole lo mismo de siempre: que se reivindique a base de goles, de producción ofensiva en general, de colaboración defensiva, de creatividad en el juego. Seguimos sin entender a Benzema. En ocasiones, se olvidan sus cualidades y sus defectos, estos últimos siempre más destacados que las primeras, y no se entienden sus condiciones físicas, que este verano le hicieron pasar por una fase de incertidumbre y de desconfianza que ha marcado su inicio de temporada.

Al '9' del Madrid se le piden goles, es el peso del dorsal. Los números en el fútbol no solo son eso, simples cifras, sino que adquieren a través de la historia una relevancia histórica, y el '9' del Madrid ha marcado goles. Desde Di Stéfano hasta Ronaldo, incluso Zamorano y Morientes. Todos han sido goleadores. Benzema es otra cosa. Y quizá por eso mismo, por ser otra cosa no definida del todo, nunca se ha sabido valorar en su justa medida lo que ha dado Benzema al Real Madrid.

El Benzema del Mundial ha sido la culminación de un proceso de recuperación tanto física como psicológica que le ha hecho ver cómo su rendimiento ha sido inferior al habitual, sobre todo al de antes del final de la 2015-16. Se le ha visto descentrado y ajeno a las labores de presión al contrario, poco participativo en el juego colectivo y sin acierto en general. Eso ha sido una realidad, pero motivada por algo. Necesitaba confianza y tiempo para volver a sentirse cómodo en el campo y encontrar de nuevo la sincronización con sus compañeros. Parecía, de hecho, que en cierta manera se solapaba con la evolución de Cristiano hacia la posición de delantero centro y que habían dejado de entenderse. Nada más lejos de la realidad. El Mundial ha sido la prueba fehaciente de que esta relación sigue muy viva.

Foto: Zidane fue manteado por sus jugadores (Toru Hanai/Reuters)

Una relación que, de hecho, ha ensombrecido un poco al delantero de Lyon en este torneo. Benzema ha sido el mejor jugador del Madrid en los dos partidos, pero no ha obtenido los halagos que se ha ganado en el campo, sobre todo en la final ante el Kashima. Fue el que más movió el ataque blanco con sus caídas a la banda, su juego con Lucas Vázquez y liberando el espacio para que Cristiano lo desaprovechase al principio, y lo rompiese en la prórroga. Muchas de las buenas jugadas que tuvieron a Benzema como cabeza pensante las cortó Cristiano con un mal control, una mala decisión, un regate que no salió, un disparo que no sirvió. Pero metió tres goles, un hito nunca hecho en una final de un Mundial, y obligó con ello a la FIFA a nombrarle el Balón de Oro del torneo. ¿Cómo no dárselo, si ha decidido el título?

Cristiano no ha sido el mejor jugador del torneo, en absoluto. Ha sido el jugador que ha decidido la final en tres fogonazos. Ya solo de parte del campeón, hubo al menos tres jugadores que destacasen globalmente más que el ganador del galardón. Las redes sociales reclamaban en repetidas ocasiones el trofeo para Luka Modric, uno de los hombres que han marcado las diferencias, otros señalaban a Benzema. Pero la voracidad goleadora de Cristiano Ronaldo eclipsó a todos. La cantidad superó a la calidad.

Hubo un día, hace ya mucho tiempo, tanto que parece de otra época, en que a Benzema le pusieron una cruz que ni siquiera el paso de los años ha podido arrancar. Ocurrió en un momento en el que Karim tenía la obligación de ganarse cada minuto que estuviera en la cancha como si en cada partido fuera el novato, el chico recién llegado que debe demostrar constantemente que puede pasar el periodo de prueba. Por entonces, el que ejercía de responsable de recursos humanos particular en aquella situación era José Mourinho. Como buen miembro de ese departamento, no fue sobrado de tacto a la hora de referirse a su trabajador. Además de hacerlo en público, lo cual añade un punto de crueldad al asunto. "Si no tienes perro para ir contigo a cazar, si tienes un gato, vas con el gato".

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