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La buena mala suerte de Iago Aspas
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claves de una explosión tardía

La buena mala suerte de Iago Aspas

El delantero del Celta despunta a los 29 años de edad después de una sucesión de circunstancias que retrasaron su explosión definitiva

Foto: Iago Aspas celebra el gol que marcó en Wembley ante Inglaterra (Reuters)
Iago Aspas celebra el gol que marcó en Wembley ante Inglaterra (Reuters)

De un chaval que debuta con el primer equipo a los 20 años y que antes de cumplir los 22 salva a su equipo de la desaparición con dos goles, no se puede decir que la ocasión se le tardara en presentar. Y sin embargo, solo ahora, con 29, España entera descubre en Iago Aspas el talento inmenso y el carácter indómito que se mantuvieron invisibles para demasiados entrenadores que lo han tenido a sus órdenes a lo largo de su carrera. Pero el delantero del Celta ha sabido transformar esa dura experiencia, trufada de excesivas dosis de banquillo, en un proceso de formación que, tras sus capítulos en Liverpool y Sevilla, ha hecho de él el jugador de moda de la Liga española.

Los cinco segundos que transcurren desde que recibe el balón de Morata hasta que abre la lata de Inglaterra, nada menos que en Wembley, resumen uno de los debuts más completos de un jugador de la selección española en mucho tiempo, pero también de los más inesperados. Porque al borde ya de los 30 años, nadie esperaba grandes sorpresas de Aspas, del que siempre se ha hablado más de su complicado carácter que de sus goles. Y sin embargo, no hay uno feo, como saben quienes le siguen domingo tras domingo con la camiseta celeste, para los que la sorpresa del martes es solo relativa.

Foto: España celebra el gol de la remontada. (Reuters)

Aspas ha cumplido ocho años después el pronóstico de un excoordinador de la cantera del club de Balaídos, José Luis Molina, uno de sus descubridores, que en 2008 pronosticó que aquel chaval de Moaña y su exquisita zurda harían historia en el Celta. “Si Iago fuese argentino y jugase en el River Plate, valdría 15 millones de euros”, se descolgó. Pero esa cantidad parece hoy pequeña. Nueve pagó el Liverpool en 2013 para tratar de impulsar su carrera en la Premier League. Tras madurar a la sombra de gente como Luis Suárez en Inglaterra o de Gameiro en Sevilla, y de regreso a Balaídos, los aficionados del Celta encuentran hasta inquietante una cláusula de rescisión de 30 millones de euros.

Años en blanco

La versatilidad de Aspas, que no fue utilizado como delantero centro hasta que contaba ya con 24 años, con Paco Herrera como entrenador, fue más un problema que una virtud para muchos de sus técnicos, que siempre preferían tanques para enfrentarse a los correosos centrales de la Segunda división. Fue durante la peor etapa en la historia del Celta, cinco temporadas seguidas en la categoría de plata, un período en el que un Aspas, que supera ya la los 20 años, pasó más de tres prácticamente en blanco con entrenadores como Hristo Stoichkov, López Caro o Pepe Murcia.

El paso de Eusebio Sacristán por el banquillo del Celta pudo desatar la carrera de Aspas, pero resultó demasiado breve. Fue el primero que dio carrete al de Moaña, el que le permitió sumar hasta 35 apariciones en una misma temporada, la 2009-2010, cuando cumplía ya los 23. Pero sobre todo al exjugador del Dream Team le corresponde el mérito de apostar por el genio de Moaña en el partido más trascendental de la historia del Celta, en el que se jugaba frente al Alavés un descenso a Segunda B que hubiese significado la desaparición del club. Su gran actuación en Wembley recuerda extraordinariamente aquel encuentro, en el que irrumpió en la segunda parte para contagiar su descaro a sus compañeros y anotar dos goles que han pasado a la historia del club de Balaídos.

La aventura inglesa

Las tres temporadas posteriores a Eusebio Sacristán estuvo a las órdenes de Paco Herrera, un entrenador con el que mantuvo una extraña relación de amor y odio. Todo eran elogios del técnico hacia un Aspas que pedía protagonismo a gritos, pero también recriminaciones por su fuerte carácter, que trataba de enderezar con muchas dosis de banquillo en las citas importantes. “El camino para que triunfe está en todo aquello que no es de dentro del campo, pero que al final vuelve al campo”, le gustaba decir a Herrera. Fue suplente, por ejemplo, en el decisivo partido de vuelta de un play-off en Granada en 2012, y en la siguiente campaña, salió titular en solo 28 encuentros y completó apenas 10, lo que no le impidió contribuir decisivamente al ascenso con sus 23 goles.

Ya en Primera, y también con Herrera, Aspas tuvo que repartirse los minutos con un delantero coreano llamado Park Chu-young que acabó la temporada con tres goles, frente a los 12 del canterano. Se salvó el Celta del descenso en la última jornada aquel equipo en el que despuntaban Kron Dheli, Augusto Fernández o el propio Aspas, protagonista en el gol decisivo ante el Espanyol con un regate espectacular al exdeportivista Colotto, un momento que aún se recuerda en Balaídos de tarde en tarde con una versión local del Brasil, "decime qué se siente". Fue su último partido con la celeste antes de emprender la aventura inglesa.

La apuesta era muy arriesgada, pero el club necesitaba el dinero y Iago se acercaba a su madurez sin explotar. No lo conseguiría en Anfield. Brendan Rodgers apostó por él mientras Luis Suárez cumplió su sanción de diez partidos por propinarle un mordisco a Ivanovic, pero después sucumbió ante la competencia del uruguayo y de Sterling y Sturridge. Mayor debate generó su paso por el Sevilla, donde la anarquía y el libre pensamiento de Aspas no encajaban en el catecismo del siempre calculador de Unai Emery. Con Gameiro y Bacca por delante, Aspas fue asignado al segundo pelotón, el de la Copa, en la que fue el máximo anotador. Y cuando se ganaba un puesto en el primer equipo, una inoportuna lesión de rodilla truncó su evolución en la jerarquía del entrenador.

“No sé si volveré”

Como el reloj biológico no se detiene, Aspas tomó la decisión de su vida: renunciar a buena parte de su ficha para brindar a Balaídos los últimos grandes años de su carrera. Volvió con 28 y con galones, los que Eduardo Berizzo le ha reconocido con gusto. Atemperado por el carácter sin estridencias del entrenador, Aspas triunfa en el Celta sin que se hable ya de sus protestas a los árbitros o sus enfrentamientos con los rivales. Toda esa tensión que antaño se consideraba un problema la ha convertido el Toto en la gasolina de su éxito. Incluso sin las asistencias de Nolito suma seis goles en lo que va de campaña y acaba de ser elegido el mejor jugador del mes de octubre.

Todas las fatalidades que parecían conspirar en su contra se vuelven ahora a su favor. Cuando se disponía a celebrar las fiestas de Moaña aprovechando el parón liguero, la lesión de Diego Costa le abrió las puertas de la Roja, y Aspas no es de los que dejan pasar las oportunidades. Pero son tantos los golpes que se ha llevado a lo largo de su carrera que no abandona su prudente escepticismo. Como desveló de regreso a Vigo tras la deslumbrante actuación de Wembley, al finalizar el partido le pidió al utilero que le llenara la mochila de material de recuerdo. “No sé si volveré, así que esto va para casa”, se justificó.

De un chaval que debuta con el primer equipo a los 20 años y que antes de cumplir los 22 salva a su equipo de la desaparición con dos goles, no se puede decir que la ocasión se le tardara en presentar. Y sin embargo, solo ahora, con 29, España entera descubre en Iago Aspas el talento inmenso y el carácter indómito que se mantuvieron invisibles para demasiados entrenadores que lo han tenido a sus órdenes a lo largo de su carrera. Pero el delantero del Celta ha sabido transformar esa dura experiencia, trufada de excesivas dosis de banquillo, en un proceso de formación que, tras sus capítulos en Liverpool y Sevilla, ha hecho de él el jugador de moda de la Liga española.

Iago Aspas Julen Lopetegui Celta de Vigo Liverpool FC
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