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La España sub-21 logra el objetivo, pero se queda lejos de convencer a nadie
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La España sub-21 logra el objetivo, pero se queda lejos de convencer a nadie

El equipo de Albert Celades entra en el Europeo de Polonia sin haber ganado ninguno de los dos partidos de la repesca. Hubo muestras de talento de los jugadores, pero faltó juego colectivo

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España, gris, anémica y anodina, ha logrado su objetivo. El próximo verano estará en el Europeo sub-21. Lo ha hecho sin se capaz de ganar en ninguno de sus dos partidos a Austria, sin lograr imponerse en su grupo a pesar de ser un equipo destacadísimo. Un somero repaso de nombres le recuerda al espectador que estos chicos no son unos novatos, sino jugadores que pertenecen a la primera línea del fútbol europeo. Y, a pesar de todo, solo han conseguido entrar en la repesca, como los malos estudiantes. Un aprobado raspado que, en 2017, puede convertirse en un sobresaliente. Talento hay para todo.

El problema, como suele pasar en estos casos, no está en los chavales. Uno tras otro fueron demostrando, a ráfagas, su enorme talento. La orquesta, sin embargo, estaba desafinada. Deulofeu, por ejemplo, volvió a demostrar que es un rayo, capaz de hacer la noche un infierno a cualquier central que tenga que escoltarle. En el segundo tiempo, cuando España estuvo más fresca, hizo una jugada tremenda, yéndose de toda la defensa para, al final, estamparla en el portero. Era él contra el mundo, del mismo modo que en otros momentos del partido lo fueron Mayoral, Merino, Denis, Saúl o Jony. Todos jugadores buenísimos que le dieron momentos al aficionado para pensar que ahí hay algo grande.

Lo que fallaba era el colectivo. Decía Saúl antes del encuentro que se necesitaba más velocidad para sorprender a Austria, cuya defensa ya sabía que todas sus opciones pasaban por no conceder una micra de espacio. Solo se rompen los muros con una buena dinámica de juego, pero en España nunca apareció. El colectivo, la clave del éxito reciente de todas las selecciones españoles, era una suma, no una multiplicación, un conjunto de neurona inconexas que hacían la guerra por su cuenta, a veces casi llevando al equipo a la victoria, muchas otras enfangadas sin capacidad para leer la defensa rival.

Falta de gol

Eso es achacable a Albert Celades, el entrenador, que ya lleva el suficiente tiempo con estos chicos como para haberles impregnado un patrón válido del juego. No se ha repetido el bochorno de hace dos años, cuando la selección cayó en esta misma repesca, pero ha estado cerca de ello. Los austríacos no pueden compararse en despliegue a lo que puede dar España y, a pesar de ello, llegaron con buenas opciones al segundo partido, después de 180 minutos de contienda.

Quedarán siempre los detalles, como un cambio de dirección de Mikel Merino en el medio del campo que dejó impresionados a unos austríacos que por allí pasaban. O las entradas siempre con mucha intención de Jony, ya todo un veterano en Primera, por la banda derecha. Incluso las ráfagas de Borja Mayoral. Curioso caso el del delantero, juega poco en Alemania pero recordó por qué en la cantera del Real Madrid le sitúan como uno de los referentes del fútbol español los próximos años. Lo será, eso sí, si no se pelea con el gol como le pasí con los centroeuropeos. Hizo tres o cuatro jugadas notables, hasta ser capaz de quedarse a solas con el portero y con toda la ventaja para él, pero una tras otra las fue desperdiciando, como si los nervios le pudiesen cuando estaba entrando a matar.

Por poner más datos de lo que puede dar esta sub 21, que en buena lógica tendría que ir a Polonia como una de las favoritas. No en vano se trata de un equipo que se permitió el lujo de empezar con Marco Asensio en el banquillo. Un jugador con muchos minutos en el Madrid, que ha marcado goles importantes en el club del presupuesto desorbitados, no pasa de suplente en esta selección de niños. Porque ese, y no otro, es el nivel.

Si alguno en la ficha técnica no les suena no se preocupen, terminarán por conocerlos. Meré es un central de garantías, Vallejo va bien encaminado a ser uno de los mejores centrales del mundo -y con los nervios de acero, que en el tramo final del partido se permitió el lujo de sacar la bola jugada y regatear delanteros- Mikel Merino, ahora en Alemania, dejó algunos trazos de la inmensa calidad que atesora y que llevó al Borussia Dortmund a ficharle el pasado verano. Y así, uno detrás de otro, todos. Hay futuro sobrado, siempre que se sepa utilizar.

Los jugadores españoles dirán, y no sin razón, que el árbitro podía haber sido más benévolo con sus intereses. Hay un penalti clarísimo por mano en la primera parte, y varias jugadas más que bien podrían haber terminado como faltas en el borde del área. Detalles, minucias a los que podrían haberse sobrepuesto mejor. Además, si el equipo hubiese jugado a algo en la primera parte, no a esconder el balón y dejar que el reloj marcase las horas, todo hubiese sido más divertido. Hacer felices a los espectadores, como pasó en algunas secuencias de la segunda mitad, no debería ser nunca una cuestión menor. Celades podría ponerse a ello, el buen fútbol es siempre el camino más corto al éxito.

España, gris, anémica y anodina, ha logrado su objetivo. El próximo verano estará en el Europeo sub-21. Lo ha hecho sin se capaz de ganar en ninguno de sus dos partidos a Austria, sin lograr imponerse en su grupo a pesar de ser un equipo destacadísimo. Un somero repaso de nombres le recuerda al espectador que estos chicos no son unos novatos, sino jugadores que pertenecen a la primera línea del fútbol europeo. Y, a pesar de todo, solo han conseguido entrar en la repesca, como los malos estudiantes. Un aprobado raspado que, en 2017, puede convertirse en un sobresaliente. Talento hay para todo.

Marco Asensio