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Solo el goleador Cristiano se escapa de la meritocracia impuesta por Zidane
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no le ha sustituido en ningún partido de liga

Solo el goleador Cristiano se escapa de la meritocracia impuesta por Zidane

El técnico, que se ha atrevido a dejar a Isco y James por detrás de Lucas Vázquez o Jesé, siempre quita a Benzema y a Bale antes que al luso, aunque estos estén jugando mejor

Foto: Cristiano Ronaldo celebra su gol (EFE)
Cristiano Ronaldo celebra su gol (EFE)

Hay pocas cosas seguras en la vida: la muerte, los impuestos y que Cristiano Ronaldo no será sustituido. El jugador portugués, una temporada más, es intocable. Ya no es solo cuestión de que sea titular indiscutible, es que jamás entra en los cambios. Y en esas ha estado con Pellegrini, Mourinho, Ancelotti, Benítez y ahora Zidane. Nadie se ha atrevido a sentarle aunque, en ocasiones, lo merezca.

Que fue el caso del Camp Nou. Aunque luego se redimiese con un gol que significó una victoria, una única perla en medio de un partido cargado de indiferencia. Que eso fue Cristiano, poco y mal, como le viene pasando con frecuencia en los partidos más importantes. Sí, marcó, porque no deja de ser una estrellona de esto, pero es posible que antes de aquello tuviese que haber salido. O eso hubiese ocurrido si Cristiano no fuese Cristiano.

Se fueron antes que él sus dos compañeros en la delantera. Primero Benzema, que había marcado un gol de lujo y estaba jugando con mucho arte. Sumando. El francés vive una temporada dulcísima en lo futbolístico, marcando goles y jugando muy bien, que es lo que mejor sabe hacer. Porque hay pocos en este deporte que sepan hacer controles como uno de pecho del francés ayer. Es puro talento, y en tiempos recientes muy bien enfocado. Ha sido sustituido 13 veces en Liga. Siempre es la primera opción para que entre refresco en la delantera.

La segunda es Bale, que si no fuese por las lesiones sería claramente el mejor jugador del equipo este año. Él, en Barcelona, también rindió a gran nivel. Le anularon un gol que tendría que haber sido. Y dio las asistencias de los dos goles blancos. Fue una 'delicatessen' el pase del segundo a Cristiano, con la derecha, que no es su pierna pero da un poco lo mismo. Tiene un toque de balón privilegiado, aunque las faltas sigan siendo para el intocable. Ha sido sustituido seis veces en el campeonato liguero. Cuando hay que optar por un segundo cambio en la delantera es siempre, siempre, él.

[Lea aquí: La encrucijada de Zidane]

Y luego está Cristiano, el hombre que juega hasta cuando no se juega. Marcó el segundo gol del partido, el de la victoria, y fue su única aportación real al equipo. El resto del encuentro lo pasó enfadado con el mundo, muy en su línea, algo torpón, más lento de lo que fue en su juventud, con ganas de disparar pero sin mucho sentido... mal, en resumen. Pero dio igual, porque solo se fue a la caseta cuando el árbitro pitó tres veces para finalizar el partido. Y eso ha pasado siempre esta temporada, Cristiano no se ha perdido un solo minuto de los disputados en Liga. En Champions, aleluya, se perdió un minuto de un partido contra la Roma. Sí, un minuto parece mucho cuando se habla de un intocable.

Se puede argumentar que no hay nadie en el mundo del fútbol con más gol que el portugués, y que tener un jugador que sepa ver puerta en el campo siempre es una buena idea. Es una defensa válida que no cuadra mucho con el hecho de que sus dos compañeros de delantera son también excelentes goleadores. ¿Por qué nunca se va Cristiano? Solo los técnicos lo saben. Y todos están en lo mismo, el hecho de que Cristiano no sea sustituido es una férrea tradición blanca que dura tanto como el tiempo en el que el luso ha sido parte de la plantilla.

También hay un factor añadido en el caso de Benzema que, quizá, le puede hacer que sea el más fácilmente sustituible: no se va a quejar. El delantero está muy agradecido a Zidane, que desde hace años es su mentor. Hablan el mismo idioma, tanto en lo lingüístico como en lo futbolístico, y se tienen mucho cariño mutuo. Benzema siempre se muestra dispuesto a hablar bien de su jefe y, por eso, es posible que le suela elegir siempre el primero para irse a la ducha. Aunque, como pasa con frecuencia, sea el mejor de todos los que hay sobre el campo.

Isco y James, defenestrados

Hay otro mensaje más en las sustituciones. Decía Isco esta semana que él no se siente señalado, e incluía a James en su idea. Pues bien, lo están. Zidane lo demostró claramente, no dejó lugar a dudas. En un partido contra el máximo rival el primer recambio, el que entró por Benzema, fue Jesé. Un chico de la casa, buen delantero, pero con menos fama que los dos fichajes de campanillas. El segundo, Lucas Vázquez, al que se le puede definir exactamente igual que al canario y añadir que es un tipo con el que no contaba nadie pero se lo ha ganado con trabajo. Isco calentó un rato, pero vio el partido entero desde la banda, con James el técnico ni siquiera hizo ademán de sacarle. Porque quitar a Casemiro, Modric o Kroos no estaba en el plan.

[Lea aquí: La contradicción de Isco]

Esa parte, la de Isco y James, es pura meritocracia. Fue el propio malagueño el que reconoció que otros jugaban porque estaban mejor, y es exactamente lo que está sucediendo. Con él y con el colombiano, que además se dedica a rajar cuando cruza el charco para jugar con su selección. No sienten la confianza del técnico, y es lógico, porque no la tienen. La cosa va un poco más allá: no la tienen porque no se la han ganado.

Por eso mismo, porque Zidane sí está llevando a cabo cierta criba con relación a los méritos contraídos, es por lo que sorprende más lo de Cristiano. Su contribución a la causa blanca es bien conocida; es, no cabe duda, uno de los mejores jugadores del mundo. Pero en ocasiones, como pasó en el Camp Nou, no es de los mejores del campo. Y hay otros que están demostrando más y tienen que cortar su aportación por el simple hecho de que hay un intocable entre sus compañeros.

El técnico francés no tuvo el planteamiento más valiente posible para el partido, pero sí hubo luces en su gestión, cosas que hacen ver que no es preso del pánico. Por ejemplo, cuando fue expulsado Sergio Ramos, en su enésimo día negro de esta temporada, no corrió a quitar a algún creativo para meter a un defensa. Decidió seguir igual, incrustar a Casemiro un poco más atrás y no perder el 'oremus'. Se la jugó, y le salió perfecta. Ni siquiera con el 1-2, cuando la mayor parte de entrenadores hubiese hecho ese tipo de cambio, Zidane se arredró.

Es imposible saber qué hubiese ocurrido si en lugar de Benzema se hubiese ido Cristiano al banco. No es posible entrar en un universo paralelo en el que se pueda saber si el Madrid hubiese marcado o no el segundo tanto en Barcelona. El resultado aprueba a Zidane, pero no lo hace tanto la lógica. Llegar al destino buscado no siempre implica haber escogido el camino correcto. Y para un entrenador siempre será un problema sentirse cohibido y tener un intocable. Porque la valentía para dejar sin jugar a dos jugadores que juntos valen más de 120 millones de euros es brava para un entrenador. Pero no sustituir nunca, bajo ninguna circunstancia, a un jugador por el hecho de serlo, es un problema grave que nunca tiene buena solución.

Hay pocas cosas seguras en la vida: la muerte, los impuestos y que Cristiano Ronaldo no será sustituido. El jugador portugués, una temporada más, es intocable. Ya no es solo cuestión de que sea titular indiscutible, es que jamás entra en los cambios. Y en esas ha estado con Pellegrini, Mourinho, Ancelotti, Benítez y ahora Zidane. Nadie se ha atrevido a sentarle aunque, en ocasiones, lo merezca.

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