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Los milagros del Málaga para sobrevivir a un jeque que enterró todas sus promesas
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Los milagros del Málaga para sobrevivir a un jeque que enterró todas sus promesas

No hay rastro del fastuoso proyecto de forjar un equipo de Champions que prometió el jeque Al Thani. Las promesas se han evaporado, el Málaga es un desastre...

Foto: El jeque Abdullah Al Thani, a la derecha, durante un partido de Liga (EFE)
El jeque Abdullah Al Thani, a la derecha, durante un partido de Liga (EFE)

Llegó en 2010 cargado de oropeles, a bordo de despampanantes deportivos y a lomos de briosos corceles, respaldado por los petrodólares de Qatar que no sólo pusieron al Málaga Club de Fútbol a sus pies, sino a la mismísima ciudad, rendidos todos ante los fastuosos proyectos de forjar un poderoso equipo de Champions con Isco, Joaquín, Toulalan y Demichelis, y de traer la prosperidad con un ultramoderno puerto en Marbella que convertiría definitivamente a Málaga en la joya del Mediterráneo.

Seis años después, no queda ni rastro de todo aquello. El oro no aparece, las promesas se han evaporado. El puerto es un boceto abandonado donde se ha empantanado el Ayuntamiento, incapaz de liberarse para negociar otras ofertas más serias. Y el Málaga es un desastre. Un equipo destinado cual Sísifo a cargar una temporada tras otra con la abrumadora piedra del descenso, esquilmado de sus mejores futbolistas, con millones de euros esfumados, un reguero de querellas y una afición en armas. De vivir para el jeque, el Málaga ha pasado a sobrevivir a Abdullah ben Nasser Al Thani.

“Señores, ahí fuera no hay nada. Somos nosotros, y de nadie más debemos esperar ayuda. O sacamos esto adelante, o nos hundimos todos”. Hace dos meses, el entrenador, Javier Gracia, lanzaba un mensaje de socorro a sus jugadores. El Málaga parecía casi deshauciado. Había ganado dos partidos, era el equipo menos goleador de Europa (5 en 12 encuentros) y se hundía irremisiblemente en la Liga. El jeque, además, decidió vender en el mercado de invierno a su mejor futbolista, el delantero marroquí Nordin Amrabat. También organizó una caza de brujas en el club que se llevó por delante al director general, Vicente Casado, elogiado por la Liga de Fútbol Profesional tras haber puesto orden en las inquietantes cuentas blanquiazules, y que incluso terminaría por fagocitar a sus antiguos número dos, Abdullah Ghubn y Moayad Shatat, acusados de espionaje. Era la tormenta perfecta sobre un Málaga que, sin embargo, salió a flote. En los siguientes 12 partidos, el cuadro andaluz recuperó la puntería (16 goles) y las victorias (seis) que le han llevado a situarse en la zona templada de la clasificación. El Real Madrid, visitante este domingo de La Rosaleda, ha de darse por avisado. Este muerto está muy vivo.

Al frente, Javi Gracia, consolidado como uno de los entrenadores jóvenes de mayor proyección. El pasado verano, de hecho, estuvo a un paso de firmar por el Sevilla, el que le faltó a Unai Emery para aceptar la oferta del Nápoles. “Lo que está haciendo con el Málaga es un milagro”, dice el expresidente Fernando Sanz, el hombre que vendió el club a Al Thani por 36 millones. “En aquel momento su proyecto deslumbraba. Pero pronto comenzaron las sospechas. A nosotros tardó más de un año en pagarnos”.

El Ayuntamiento se postró a sus pies

Efectivamente, la irrupción del jeque Al Thani, emparentado con la familia real de Qatar y con una fortuna estimada de 20.000 millones de euros, desbordó la expectación en la ciudad. Antes de que llegara Peter Lim a Valencia, se trató del primer gran proyecto de un magnate extranjero al frente de un club español, siguiendo el modelo que prosperaba en la Premier, y dejando de lado las travesuras de los Syed y Piterman en el Racing o, no digamos, del camarero que se hizo pasar por jeque en el Getafe. En sus dos primeros años, el Málaga gastaría 85 millones en el megaequipo que puso en manos de Manuel Pellegrini, que se quedó a un minuto de alcanzar la semifinales de la Champions frente al Borussia de Dortmund. Aquel hito marcó el final de un sueño.

Al calor del fútbol, el jeque extendió sus negocios. Proyectó un macropuerto en La Bajadilla y el Ayuntamiento se postró a sus pies. Le pusieron su nombre a una rotonda y se aceleraron los permisos de construcción. Sin embargo, pronto se encontraron con que Al Thani incumplía los plazos y exigía mejores condiciones. Hoy, el consistorio se encuentra rehén de ese acuerdo, incapaz de romperlo para negociarlo con otras entidades. Lo único que ha podido hacer es quitarle el nombre a la rotonda. Hace unos días, Al Thani amenazó en 'La Opinión': “Los aficionados que piden que mi familia se vaya del club no hacen sino generar nuevos problemas con el Ayuntamiento y la Junta de Andalucía, de quienes depende nuestro futuro”.

Pero la hinchada ha caído en la ira contra el jeque, cuyos manejos en el Málaga son cada vez más turbios. “¿Dónde está el dineral que se ha generado en los últimos años?”. Esa era la pregunta que muchos accionistas minoritarios querían hacer en la última junta, el pasado 3 de febrero. No pudieron, porque el club les denegó la entrada. La asamblea se redujo a una mesa con el nuevo hombre fuerte del jeque, su hijo Nasser, y un equipo de abogados contratado tras despedir a su antigua guardia pretoriana, a la que ahora acusa de espionaje. Les señala por la presunta falsificación de su firma en la transacción del 49 por ciento de las acciones a su antiguo socio Jamal Satli y por un supuesto fraude en la venta de los derechos de futbolistas a oscuros fondos de inversión. El club traspasó derechos sobre Darder, Camacho y Samu Castillejo al fondo del venezolano-libanés Edmundo Kabchi por 11 millones. También firmó préstamos por 15 millones con JG Funding. Las querellas cruzadas dificultan un propósito a voces del jeque: vender el club. “El jeque me ordenó que vendiera el Málaga... o lo hiciera desaparecer”, reveló Shatat en el diario 'Sur'.

Hacer caja es el objetivo

¿Pero dónde está el dinero? Al contrario que en sus dos primeras temporadas, en las cuatro siguientes el Málaga se ha convertido en una máquina registradora. Isco al Real Madrid (30 millones), Cazorla y Monreal al Arsenal (29), Darder al Lyon (12), Amrabat al Watford (8,5) y así un sinfín de operaciones que han reportado al club 144 millones de euros en los últimos cuatro años. Por contra, invirtió apenas 16 en fichajes. Un balance de nada menos que 128 millones a su favor. A ello hay que añadir ingresos fijos de 24 millones por el contrato televisivo. Una apariencia de club potente que sólo da, sin embargo, para malvivir. Esta temporada casi se ha finiquitado la deuda con Hacienda y es la primera del último lustro en que los jugadores están al corriente en sus nóminas. En 2013, el Málaga perdió su plaza europea por impagos. Ese puesto lo cubrió el Sevilla, que acabaría ganando su tercera Europa League.

“No diré nunca una mala palabra del Málaga, pese a lo que me hicieron algunas personas ahí. Jamás me informaron de que habían vendido mis derechos a un inversor. Cuando intenté contactar con el jeque por el único medio que es posible, Twitter, ni me respondió”, lamenta Sergi Darder, futbolista hoy del Olympique de Lyon y miembro de la prolífica cantera malaguista que Al Thani está explotando para hacer caja. Esta temporada, el club ha ingresado 36 millones con las ventas del citado Darder, Samuel, Castillejo, Juanmi y Portillo. Los siguientes en la rampa son Pablo Fornals y Juanpi Añor, los últimos chavales de los que ha tenido que tirar Gracia para remendar el equipo tras las trastadas de Abdullah Al Thani, el jeque a quien, a duras penas, sobrevive el Málaga.

Llegó en 2010 cargado de oropeles, a bordo de despampanantes deportivos y a lomos de briosos corceles, respaldado por los petrodólares de Qatar que no sólo pusieron al Málaga Club de Fútbol a sus pies, sino a la mismísima ciudad, rendidos todos ante los fastuosos proyectos de forjar un poderoso equipo de Champions con Isco, Joaquín, Toulalan y Demichelis, y de traer la prosperidad con un ultramoderno puerto en Marbella que convertiría definitivamente a Málaga en la joya del Mediterráneo.

Abdullah bin Nasser Al-Thani
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