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El Madrid con Zidane funciona solo en casa
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modric salva un triunfo con otro golazo

El Madrid con Zidane funciona solo en casa

Visitar Los Cármenes no es sencillo, y para el Madrid era otra prueba después del fallo en el Villamarín. Volvió a no jugar bien, a sufrir, y estuvo a punto de dejarse otros dos puntos, pero apareció Modric

Foto: Modric marcó su primer gol en Liga... ¡y qué gol! (Reuters)
Modric marcó su primer gol en Liga... ¡y qué gol! (Reuters)

En esto del fútbol, como en la mayoría de los deportes de equipo, es preferible jugar en un estadio propio, que conoces, donde te sientes a gusto y cómodo, ante tu público, donde lo normal es que te traten mejor que lejos de allí. Y por tanto, es mucho más común ganar más partidos como local que como visitante. Sin embargo, cuando un equipo, como es el caso del Real Madrid, mejora tanto su plantilla hasta el punto de ser de las mejores del planeta, es lícito exigirle que el mismo nivel que exhibe en el Santiago Bernabéu lo despliegue en cualquier terreno de juego, sea pequeño, grande, nieve, truene o haga sol. Tiene la obligación de ganar a cualquiera jugando a buen nivel, si no lo hace, es que tiene un problema. En Granada, más que ganar, se salvó.

La imagen que está ofreciendo el Real Madrid de Zinédine Zidane en casa, en Madrid, no tiene ni por asomo nada que ver con lo que ha hecho hasta ahora lejos de la Casa Blanca: 16 goles ha anotado en tres partidos, más de tres por encuentro, y ha recibido solamente uno. Pero más allá de las frías estadísticas, lo más destacable es el impresionante dominio que ha ejercido sobre Deportivo, Sporting y Espanyol, que tampoco es que sean candidatos a ganar la Champions, pero oye, hay que ponerse y golearles con largos ratos de buen juego.

Pero fuera de casa es otra historia. Por algún motivo todavía por descubrir, el Madrid de Zidane del Villamarín y de Los Cármenes es otra cosa bien distinta, y claramente peor. Evidentemente, el tópico de que 'el rival también juega' existe, si no no se diría, y es natural que Betis y Granada se autoexigieran algo más a lo que suelen ofrecer en el Bernabéu por aquello de estar ante su afición, a la que quieren agradar. Pero eso a Zidane y sus jugadores no les puede servir como excusa para perder el control de los partidos durante mucho tiempo, para permitir ocasiones de gol con regularidad, por conseguir tres puntos cerca del minuto 90 porque Modric se saque otro conejo de la chistera.

Se echó de menos el doble pivote

Hay razones tácticas evidentes que explicarían en buena medida por qué el Madrid no ha tenido nada que ver con ese que goleó al Espanyol, a pesar de que los protagonistas fueron los mismos 11 futbolistas. Zidane repitió alineación, pero no repitió esquema. Como decíamos este mismo domingo, una de las variaciones fundamentales del francés con respecto a Benítez (e incluso con respecto a Ancelotti), fue jugar con Kroos y Modric a la misma altura, como doble pivote, para sacar ambos el balón jugado y repartirse entre los dos la responsabilidad defensiva. En la ciudad de la Alhambra, Kroos volvió a ser el pivote único, y sufrió como un toro en una corrida.

De esa manera, la fluidez del Madrid para sacar el balón jugado con facilidad se vio reducida drásticamente. Pero Zidane lo hizo con un objetivo claro. Es decir, no apartó a Modric del alemán para volver a cometer los errores del pasado (aunque los cometiera igualmente, pero eso es un daño colateral). Lo hizo porque se percató de un detalle: Sandoval puso a Foulquier, diestro, como lateral izquierdo para cubrir al hombre a James Rodríguez. Al avanzar a Modric como interior derecho (casi mediapunta derecho), hacía que tanto Foulquier como Peñaranda y Rochina se fueran hacia adentro, regalando así el costado entero a un puñal como Carvajal. Así el mismo Modric encontró en repetidas ocasiones al carrilero, y en una de esas llegó, se pausó y le regaló el gol a Benzema.

Para que esa idea funcionase de manera global, es necesario aplicar la idea que dijo Zidane el sábado: presionar para tener lo más posible el balón. Si no se hace, pasa lo que pasó en Granada. Cuando el Madrid no intentaba robar el balón inmediatamente después de perderlo, aparecía inconmensurable Rubén Rochina para gestionar el juego nazarí. Lo del valenciano es un caso curioso. Era delantero, un punta hábil, con una fina zurda, que primero pasó a una banda, y luego, ante su fantástica visión de juego y capacidad organizativa, se ha ido retrasando más y más hasta acabar ahora con Sandoval como interior. Contra el Madrid, en una prueba durísima, jugó un partido delicioso.

Peñaranda se hace mayor

Por su costado, el izquierdo, tenía también el desahogo impagable de Adalberto Peñaranda. En serio, quédense con ese nombre, por favor. Tiene solo 18 años, pero Carvajal se va a acordar de él durante mucho tiempo. Y eso que el lateral madridista fue el mejor de los blancos junto a Modric, pero el venezolano le hizo sufrir enormemente. A su edad no es normal recibir el balón y pararse a pensar, mirar qué hay alrededor y tomar la decisión correcta. Él lo hace con naturalidad, y eso es un detalle de autodidacta prematuro. Tiene todavía muchos detalles por pulir, como que se olvide de la jugada cuando suelta la pelota, pero el Watford, que lo ha fichado este invierno, sabe lo que hace.

No obstante, y pese a que el Granada cuajó momentos de gran fútbol en los que llegó a encerrar al Madrid, el gol del empate llegó en una de esas jugadas tontas que le quitan lustre. Vino originado por un mal posicionamiento del árbitro Gil Manzano, que obstruyó a Modric claramente (si hubiese sido un jugador del Granada, habría pitado falta sin dudarlo), y en la recuperación, el Granada encontró a El Arabi, que hizo buenísimo el cambio de Sandoval.

Zidane metió a Jesé pero poco cambió el asunto. No apareció demasiado el canterano y no tuvo la profundidad que sí tenía Carvajal antes. Foulquier se posicionó en su lugar ya sin James y cerró la banda. De hecho, resultó más peligrosa incluso la entrada de Kovacic, que con sus típicas conducciones a gran velocidad rompió las líneas granadinas. Al final, sin embargo, fue Modric, con un gol de esos que tienen su sello de calidad, denominación de origen de Zadar. Seis goles de Modric en Liga con el Madrid, todos desde fuera del área. Ese gol vale tres puntos, pero también permite al Madrid seguir agarrado a la cuerda que engancha con la pelea por el título. Queda mucho por trepar, y para subir a la cima hará falta mucho más fuera de casa.

1.- Granada: Andrés Fernández; Miguel Lopes, Ricardo Costa, Lombán, Foulquier; Rubén Pérez, Fran Rico (Krhin), Rochina; Peñaranda (Dux, m.80), Success y Barral (El Arabi, m.59).

2.- Real Madrid: Keylor Navas; Carvajal (Nacho, m.87), Varane, Sergio Ramos, Marcelo; Kroos, Modric, Isco (Kovacic, m.78); James Rodríguez (Jesé, m.61), Benzema y Cristiano Ronaldo.

Árbitro: Gil Manzano (Extremeño). Mostró cartulina amarilla a los locales Miguel Lopes, Rubén Pérez y El Arabi, y a los visitantes Sergio Ramos y Carvajal.

Goles: 0-1, m.30: Benzema. 1-1, m.60: El Arabi. 1-2, m.86: Modric.

Incidencias: partido correspondiente a la vigésimo tercera jornada de la Liga BBVA disputado en el Estadio Nuevo Los Cármenes ante 20.000 espectadores aproximadamente. Antes del inicio del choque recibió un homenaje en el césped el nigeriano Odion Ighalo, exjugador del Granada y actual futbolista del Watford inglés.

En esto del fútbol, como en la mayoría de los deportes de equipo, es preferible jugar en un estadio propio, que conoces, donde te sientes a gusto y cómodo, ante tu público, donde lo normal es que te traten mejor que lejos de allí. Y por tanto, es mucho más común ganar más partidos como local que como visitante. Sin embargo, cuando un equipo, como es el caso del Real Madrid, mejora tanto su plantilla hasta el punto de ser de las mejores del planeta, es lícito exigirle que el mismo nivel que exhibe en el Santiago Bernabéu lo despliegue en cualquier terreno de juego, sea pequeño, grande, nieve, truene o haga sol. Tiene la obligación de ganar a cualquiera jugando a buen nivel, si no lo hace, es que tiene un problema. En Granada, más que ganar, se salvó.

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