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Luis Enrique y Messi, de no hablarse a lograr cinco títulos en 2015
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jugó y marcó tres días después de un cólico

Luis Enrique y Messi, de no hablarse a lograr cinco títulos en 2015

Luis Enrique y Messi, que midieron sus fuerzas la pasada temporada sin apenas dirigirse la palabra en una guerra fría que finalizó en Berlín cuando se consiguió la Champions, conviven ahora en armonía

Foto: Messi marcó tres días después de un cólico nefrítico. (Reuters)
Messi marcó tres días después de un cólico nefrítico. (Reuters)

Luis Enrique subió a la tarima donde ya estaban varios de sus jugadores para recibir el trofeo como campeón del mundo de clubes y se abrazó a Josep María Bartomeu. Después, se colocó en segundo plano y mientras el confeti dorado les llovía encima, con Iniesta sosteniendo la Copa, él botaba junto a su plantilla. Hace un año, el 4 de enero de 2015, el Barcelona perdía en Anoeta, dimitió Zubizarreta y Bartomeu llegó a cuestionarse si el técnico debía seguir. Sobre todo, después del enfrentamiento público que mantuvo con Leo Messi. Luis Enrique estuvo en el alambre. Ayer, saltaba de alegría. Y todo, en menos de 13 meses y después de lograr cinco títulos.

Messi es nuestro líder, nuestro mejor jugador. Cuando tu jugador referencia no se tiene en pie y te dice que quiere jugar la semifinal, piensas, ¡ostras! Es un ejemplo”, declaró el entrenador en rueda de prensa. Solo ha pasado un año, pero el Barça se ha dado la vuelta como un calcetín para volver a ser, sin pero alguno, el mejor equipo del mundo. Y gran parte de la culpa la tiene el tridente capitaneado por el argentino, que solo tres días después de sufrir un cólico nefrítico mostró el camino de la victoria al Barça marcando el primer tanto. Leo tenía cuentas pendientes con River, que descartó su fichaje con 12 años al no querer costearle el tratamiento hormonal al que se sometía desde que tenía 10, y ayer saldó la deuda. Junto a Iniesta, ya ha logrado 26 títulos con la camiseta azulgrana, superando a Xavi Hernández, que tenía 25. Nadie está ya por encima de ellos y aún les quedan años por delante.

Lo más increíble de Messi es que ha llegado a convertir en rutinario lo extraordinario. Hagan el ejercicio de buscar cualquier estadística y comprobarán que el argentino es un extraterrestre. Ha marcado 24 goles en 26 finales disputadas con el Barça, ayer logró su quinto gol en un Mundial de clubes y ha anotado en las tres que ha participado. Encima, en 2015 no ha habido una sola competición que se le resistiera. Ha visto puerta en Liga, en Champions, en la Supercopa de Europa, en la de España, en la Copa del Rey, en el Mundial de clubes y en la Copa América. En todo, vamos. Si además se tiene en cuenta que hace tres días estaba vomitando y sin poder levantarse de la cama, el mérito se multiplica. Luis Enrique y Messi, que midieron sus fuerzas la pasada temporada sin apenas dirigirse la palabra en una guerra fría que finalizó en Berlín cuando se consiguió la Champions, conviven ahora en armonía para deleite de los culés.

Solo el doblete de Luis Suárez anoche en Yokohama -precedido del triplete en la semifinal ante el Guangzhou- le restó algo de brillo al 'crack' argentino. Bajo la enorme sombra de Messi y Neymar, en ocasiones no luce el uruguayo como debería, pero sale de Japón reforzado y, ya sí, como una gran estrella. Fue él quien sacó las castañas del fuego en la semifinal con Leo y Ney en fuera de juego, el primero por el cólico nefrítico y el segundo por una lesión en sus abductores.

Neymar, por su parte, no pudo marcar ayer, pero participó en dos de los tres goles y firmó la mejor jugada del encuentro tras driblar a cuatro rivales. Tan solo 10 días después de lesionarse, aguantó en el campo 88 minutos, y tras el partido reconoció haberse quitado un peso de encima después de la final que perdió contra el Barça en 2011 cuando jugaba en el Santos. “Este es uno de los mejores momentos de mi vida”, reconoció.

El mejor resumen lo hizo Luis Enrique, que se marchó de la sala de prensa del Nissan Stadium de Yokohama pronunciando un “que siga la fiesta”, que hasta sonó raro en alguien tan áspero y poco propenso a expresar su alegría. En este 2015 ha cambiado hasta él. Lo empezó perdiendo en Anoeta, sin hablarse con Messi y señalado por la junta, y lo va a terminar con cinco títulos, la evolución del sistema y un tridente que parece no tener techo.

Luis Enrique subió a la tarima donde ya estaban varios de sus jugadores para recibir el trofeo como campeón del mundo de clubes y se abrazó a Josep María Bartomeu. Después, se colocó en segundo plano y mientras el confeti dorado les llovía encima, con Iniesta sosteniendo la Copa, él botaba junto a su plantilla. Hace un año, el 4 de enero de 2015, el Barcelona perdía en Anoeta, dimitió Zubizarreta y Bartomeu llegó a cuestionarse si el técnico debía seguir. Sobre todo, después del enfrentamiento público que mantuvo con Leo Messi. Luis Enrique estuvo en el alambre. Ayer, saltaba de alegría. Y todo, en menos de 13 meses y después de lograr cinco títulos.

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