Todos los caminos del Barcelona conducen a unas elecciones anticipadas en junio

La crisis institucional sigue instalada en el Camp Nou. Todos los caminos conducen a un proceso electoral en el Barcelona el próximo verano. El asunto está en marcha. El paso del club por los juzgados pone en duda la sostenibilidad de un presidente que no ha sido elegido por los socios. Joan Laporta espera su momento, pero antes de que hable el que fuera presidente, serán los socios los que se pronuncien, los que decidan el futuro de una junta que ha quedado tocada y sin cabeza visible. Ahora cualquier detalle será examinado al detalle, con lupa.

Josep María Bartomeu ha iniciado su mandato mostrándose, sacando pecho sin inconveniente alguno y pretendiendo enseñar una seguridad ajena a alguien que no se presentó como candidato a la presidencia del club catalán. Primero ante la plantilla y después en la sala de prensa. Ante unos y otros reiteró que el club azulgrana no cometió irregularidad alguna, que todo está bajo control, mostrando, incluso, el contrato de Neymar, en un gesto inaudito en el fútbol actual y que, curiosamente, Rosell se negó a hacer días atrás.

Bartomeu, al que el fútbol le gusta lo justo según ha confesado en diferentes círculos, hereda un sillón presidencial caliente, que no es el suyo. Responsable de la sección de baloncesto, dimitió en 2005 por diferencias con Laporta. La sombra de Sandro Rosell le va a perseguir, pese a participar en la candidatura más votada de la historia del club azulgrana. Bartomeu ha sido partícipe de lo hecho por el anterior máximo mandatario. Su firma aparece en la mayoría de los contratos rubricados por el dimitido presidente, aunque ahora el socio Cases se cuestiona eso de ampliar la querella al nuevo jefe y a Faus, el amigo de Messi.

Sus primeras apariciones públicas han servido para confirmar que continúa la senda marcada por Rosell, es decir, la de la ausencia de verdad al no reconocer algo que ha merecido la apertura de un juicio y la de un agudo y marcado antimadridismo como seña de identidad.

La oposición, mucha e importante, empezando por el famoso entorno que simboliza Johan Cruyff y que tiene a Joan Laporta en la cabeza de cartel. El expresidente, tras su fallido paso por la política, anunció meses atrás que estaría dispuesto a regresar al fútbol, al Barcelona que le llevó a la fama. Bartomeu fue el primero que se enfrentó a Laporta cuando ambos compartían Junta y dicen que fue el causante de que se rompiera el matrimonio que formaba con el dimitido mandatario.

Su provisionalidad en el cargo, no fue elegido como cabeza de cartel, le obliga a estar en manos de unos directivos que no son los suyos. La negativa a convocar en estos momentos el proceso electoral no le garantiza la continuidad en el palco. Situaciones parecidas han desembocado en elecciones anticipadas en otros clubes.

El último caso de dimisión de un presidente elegido en las urnas fue el de Florentino Pérez en 2006. Fernando Martín fue el elegido para continuidad a la línea marcada. El problema llegó cuando empezó a tomar decisiones que no seguían la línea marcada por el anterior responsable del club blanco. Recibió varios avisos, pero hizo caso omiso a todos ellos. Los que eran sus compañeros de junta se terminaron por convertir en enemigos y en cuanto se les terminó la paciencia, terminaron con el efímero mandato del presidente de Martinsa, abriendo el proceso electoral.