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Bale, Cesc, Rooney, Suárez..., díscolos estivales o provocar la mejora garantizada
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SON LOS JUGADORES DE MODA EN ESTE MERCADO VERANIEGO

Bale, Cesc, Rooney, Suárez..., díscolos estivales o provocar la mejora garantizada

Gareth Bale, Cesc Fábregas, Wayne Rooney y Luis Suárez son los díscolos del verano. Los jugadores ejercen diferentes presiones para mejorar

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Enrique Cerezo, presidente del Atlético de Madrid, acuñó una frase que lo persigue, especialmente en estas fechas. No tanto a su persona como a las circunstancias que rodean las entradas y salidas veraniegas entre entidades deportivas y futbolistas. Respondía Cerezo a una de las reiterativas cuestiones que se suscitan en este periodo: “los jugadores terminan jugando donde quieren”, reflexionaba el dirigente rojiblanco. No le falta razón, aunque no siempre es un axioma. Es verdad que los jugadores se sienten obligados a provocar la negociación cuando reciben una propuesta deportiva -con el complemento de mejora económica unida- que consideran atractiva. Pero también es cierto que son los clubes quienespueden o no facilitar la negociación, cimentar la salida y ajustar un precio acorde con la estimación bien de la cláusula de rescisión si existe, o bien del estado del mercado que unilateralmente se acuerde.

La posición de fuerza generalmente es mal entendida para el desarrollo óptimo de la negociación. Sin embargo, las promesas a la ligera que pregonan los dirigentes las conduce el viento, aunque sí se registran grabadas a fuego en la memoria de los protagonistas. “Si no nos metemos en la Champions, te ayudamos a salir”, le dijeron en las oficinas de Anfield a Luis Suárez. Algo similar a lo que escuchó Gareth Bale en la sede de los Spurs de boca de quienes manejan las finanzas económicas y la dirección deportiva del Tottenham. En otras ocasiones, la irregular situación personal conlleva a tomar la determinación de dejarse querer, como Fábregas ha hecho con el Manchester United, a sabiendas de que la anticipada marcha de Thiago frenaba cualquier opción de mudanza. El silencio, hasta comprender que nada había que hacer, acompañó la puesta en escena del jugador. Y una operación trae otra. La conexión entre Cesc y Rooney no es ninguna, más allá de que si los ‘reds devils’ hubieran alcanzando el fichaje del centrocampista catalán, el inglés de Liverpool hubiera acelerado el cambio de vestimenta roja por la azul del Chelsea.

Gareth Bale, con 24 años recién cumplidos, ejecutó la temporada de su vida a las órdenes de Villas-Boas. Hace seis, el Southampton recibió siete millones de libras, con otros tres más en variables si se cumplían una serie de objetivos deportivos. De este modo, se alcanzó un total de casi catorce millones de euros. Florentino Pérez admitió, en una entrevista con la cadena de televisión ESPN, que pagar cien millones de euros es demasiado dinero por cualquiera. En esos términos se maneja la operación más cara de la historia del Fútbol. En realidad, el centrocampista galés es un lateral reconvertido en extremo y convertido en media punta en los últimos doce meses. Desde esa posición tan cercana al área ha conseguido un total de 31 goles (21 de ellos en Premier y 5 con la Selección). Si observamos por el retrovisor de sus registros, en la campaña 2009/10 anotó 3 tantos y en las dos siguientes repitió con 14 goles en cada una de ellas, anotando 7 y 10, respectivamente, en el torneo liguero inglés.

Esta explosión de una temporada ha disparado su precio en el mercado. Daniel Levy, el presidente del Tottenham, es un duro negociador y ya se lo demostró al Real Madrid el verano pasado con las negociaciones por Modric. Por su parte, Bale ya no puede apretar más, hasta sus padres han implorado la salida. Gareth se ha negado a cumplimentar la pretemporada, se ha plantado negándose a jugar los amistosos, se ha refugiado con sus compatriotas en el equipo nacional hasta comprobar que el tiempo transcurre sin piedad en su contra. Florentino no quiere dejar tirado al futbolista, si bien en estos tiempos de crisis cuesta desembolsar tanta fortuna. Con contrato hasta junio de 2016, la estrategia blanca guarda cierto desdén: cuanto menos se hable del fichaje, mejor. Cuanto más parece que se enfría, se acierta. La paciencia del centrocampista británico se pone a prueba. La ansiedad de encontrar cuanto antes una solución se antoja fundamental para calmar su espíritu.

Cesc Fábregas rompió un extraño silencio hace unos días. ¿Por qué esa ambigua posición si como proclamó después sólo quiere triunfar en el Barça? Mientras, entre bambalinas, se alimentaba la puja del Manchester United, que mantiene una búsqueda desesperada para encontrar relevo al legendario Paul Scholes. A tal extremo llegaron, que incluso lo recuperaron una vez retirado. Pero el cuerpo del bravo ‘todocampista’ ya no da para más. Por eso, Moyes urgió el fichaje del ex del Arsenal. A Cesc le sedujo el interés del ManU y optó por rebelarse de puntillas. No tomó ninguna actitud beligerante, pero concedió esperanzas a los ingleses que crecieron la inicial oferta. La salida de Thiago al Bayern evitó cualquier plan de huida y Fábregas amplificó su discurso con el eterno cariño a la entidad que le vio nacer y que abandonó para hacerse hombre y futbolista en el Arsenal.

Wayne Rooney se puso fecha de caducidad en Old Trafford. Distanciado de Ferguson, ya coqueteó con los vecinos del City hace tres años. Entonces, el temor a que firmara por el rival de la ciudad le permitió renovar al alza tras una disputa pública con los dirigentes. El delantero se vio fuera, no se atrevió a dar el paso de salida, dejó tirado al adversario local y continuó en el club; aunque la convivencia quedó erosionada y nada volvió a ser como antes. Ahora ya no está Sir Alex, pero sí David Moyes, con quien tampoco acabó bien cuando forzó para abandonar el Everton en 2004. Rooney, al conocer que es el elegido de Mourinho para completar el ataque ‘blue’, ha decidido postularse definitivamente para cambiar de aires. Pero el Manchester United hace valer aquel contrato que vence en junio de 2015. Por tanto, sólo la llegada de Cesc abría las puertas a Wayne para compensar el ‘fair play’ financiero suplantando la ficha de uno por la del otro. Así que a Rooney le toca seguir presionando, como ya hizo al no jugar la Supercopa de Inglaterra, mantener el gesto de enfado y aguardar a que el Chelsea siga subiendo la puja.

Luis Suárez se ha rendido, ¿o no? Sus palabras al diario El Observador de Uruguay entierran su romance con el Arsenal y resucitan su pasión por la hinchada ‘red’. Aprovechando el desplazamiento para jugar en Japón, donde también marcó, el delantero del Liverpool ha confirmado que seguirá en Anfield por la gente. La inamovible posición del dueño del club, John W. Henry, ha debilitado las ansias del uruguayo que ha visto como nadie ha sido capaz de poner en la mesa de negociación los 50 millones de libras que se exigían. Además, ni Real Madrid, que centra todas sus energías en Bale, ni Bayern, que esperará a Lewandowski, han movido ficha para firmar al goleador sudamericano. Sólo el Atlético de Madrid se lo planteó en serio, pero decidió retirarse antes de meterse en un nuevo apuro ante las cantidades que se manejan. El rédito que percibirá el ariete será el de una mejora de contrato, salvo que en el sprint final del mercado varíe el discurso y recupere el espíritu rebelde. De momento, así se aparca la fábula. Con estos ejercicios de presión se consigue o una salida pactada o un incremento salarial. El esfuerzo nunca resulta en balde.

Enrique Cerezo, presidente del Atlético de Madrid, acuñó una frase que lo persigue, especialmente en estas fechas. No tanto a su persona como a las circunstancias que rodean las entradas y salidas veraniegas entre entidades deportivas y futbolistas. Respondía Cerezo a una de las reiterativas cuestiones que se suscitan en este periodo: “los jugadores terminan jugando donde quieren”, reflexionaba el dirigente rojiblanco. No le falta razón, aunque no siempre es un axioma. Es verdad que los jugadores se sienten obligados a provocar la negociación cuando reciben una propuesta deportiva -con el complemento de mejora económica unida- que consideran atractiva. Pero también es cierto que son los clubes quienespueden o no facilitar la negociación, cimentar la salida y ajustar un precio acorde con la estimación bien de la cláusula de rescisión si existe, o bien del estado del mercado que unilateralmente se acuerde.

Gareth Bale Cesc Fábregas Florentino Pérez
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