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La masacre de Port Said no fue casual: Egipto apunta a la 'mano invisible' de Mubarak
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LA POLICÍA, PRINCIPAL CULPABLE, ERA EL BRAZO ARMADO DEL EX DICTADOR EGIPCIO

La masacre de Port Said no fue casual: Egipto apunta a la 'mano invisible' de Mubarak

Muchos ven en el fútbol la forma perfecta de evadirse de todos los problemas que inundan la vida cotidiana pero cuando la política traspasa los límites

Foto: La masacre de Port Said no fue casual: Egipto apunta a la 'mano invisible' de Mubarak
La masacre de Port Said no fue casual: Egipto apunta a la 'mano invisible' de Mubarak

Muchos ven en el fútbol la forma perfecta de evadirse de todos los problemas que inundan la vida cotidiana pero cuando la política traspasa los límites de este espectáculo, el terreno de juego se convierte en el mejor escenario posible para mostrar al mundo la peor cara del sistema. Esto es lo que sucedió en Egipto cuando los aficionados del Al Masry atacaron sin piedad a sus homónimos del Al Ahly ante la impasibilidad de las fuerzas de seguridad que ‘velaban’ por los aficionados, jugadores y cuerpos técnicos. La policía no movió ni un dedo para proteger a los seguidores del llamado equipo del pueblo, los mismos que invadieron la plaza de Tahrir hace un año para protestar contra Mubarak.

En febrero de 2011, El Cairo vivió la conocida como ‘Batalla del camello’. Los partidarios de Mubarak entraron  en la plaza de Tahrir cabalgando en camellos y caballos arremetiendo violentamente contra los revolucionarios que pedían un cambio de régimen. Tanto en ese momento como en las últimas protestas que tuvieron lugar en noviembre y diciembre, la facción ultra de los aficionados de Al Ahly estaba en primera fila. Con el fin de la era Mubarak, la popularidad de las fuerzas egipcias cayó en picado. Las torturas, sus actuaciones arbitrarias y la falta de seguridad en las calles de El Cairo acentuaron aún más la pérdida total del prestigio. Un año después, se sigue identificando al antiguo régimen con la policía egipcia.

Port Said está situado en territorio 'pro' Mubarak y se ha convertido en el último escenario del proceso de cambio que vive Egipto y que se antoja demasiado largo y costoso. Saad Katatni, presidente de la Cámara Baja del Parlamento y máxima autoridad del gobierno egipcio, ha señalado a las fuerzas de seguridad como la principal causa de la masacre vivida el miércoles. Es más, apunta a que lo vivido en Port Said no es casual sino parte de un plan elaborado para dar un golpe de estado que devolvería el poder a los supervivientes del gobierno de Mubarak.

“Vi como un hincha moría a mi lado”

El caos se apoderó de Port Said mientras los aficionados de Al Masry descargaban toda su ira con los de Al Ahly. Sobrevivir se convirtió en el único objetivo y los aficionados se refugiaban donde podían. Mohamed Abo Treika, el jugador referente de Al Ahly, confesaba que vio como un hincha “moría a mi lado”. Era uno de los 74 fallecidos que se cobró la masacre. Las cifras apuntan a más de mil heridos. Y todo ante la inoperancia de los tres mil policías que se encontraban en el estadio.

El partido se había ido calentando los días anteriores y sólo hacía una falta una chispa que produjera la explosión. El pitido final y un aficionado de Al Ahly que saltó al césped fue la combinación perfecta. El resultado ya es de sobra conocido a nivel internacional. La liga egipcia ha sido suspendida indefinidamente y Gamal Ganzuri ha afirmado que los causantes de este trágico episodio rendirán cuentas mientras el gobernador de Port Said, Mohamed Abdulá, ha dimitido no sin antes cesar a los mandos policiales responsables del incidente que empezó siendo un simple espectáculo futbolístico y acabó entregado a la política.

Muchos ven en el fútbol la forma perfecta de evadirse de todos los problemas que inundan la vida cotidiana pero cuando la política traspasa los límites de este espectáculo, el terreno de juego se convierte en el mejor escenario posible para mostrar al mundo la peor cara del sistema. Esto es lo que sucedió en Egipto cuando los aficionados del Al Masry atacaron sin piedad a sus homónimos del Al Ahly ante la impasibilidad de las fuerzas de seguridad que ‘velaban’ por los aficionados, jugadores y cuerpos técnicos. La policía no movió ni un dedo para proteger a los seguidores del llamado equipo del pueblo, los mismos que invadieron la plaza de Tahrir hace un año para protestar contra Mubarak.