"¡Yiiihaaaa!": Alonso y la sangre del Samurái, gritando en meta por una quinta posición

“¡¡¡Yiiihaaaaa!!! Se veía venir, un Fernando Alonso desencadenado en el último relevo del GP de EEUU, oliendo a Massa y a Sainz en la distancia. Por delante, un Toro Rosso, el único objetivo de McLaren en el campeonato. Pisando pianos, ahorrando con las trazadas cada metro de pista, un monoplaza cuyo lenguaje corporal delataba el estado de animo de quien lo pilotaba, hachazo a Massa cuando el brasileño pestañeó, abuso con un heroico Sainz que terminaba la carrera en chancletas... Y qué sangre competitiva no tendrá quien, a pesar de su historial, entra gritando en meta… Por una quinta posición.

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“Cuando la gente habla de ti y cuando la gente te respeta, incluso cuando estás con el coche equivocado y en el momento equivocado, cuando tienes ese respeto, es más importante que ganar un título”, confesaba Alonso al diario 'As' tras su accidente de Australia. Estos días, donde tanto se le ha recordado el aniversario de su segundo título y otros diez años sin ninguno, el Gran Premio de Estados Unidos ilustraba en la pista sus palabras de entonces: “Ese respeto, ese prestigio, es más que los títulos”.

Te miras, pero el cuchillo ya está dentro

“Séptimo es nuestro límite”, nos contaba el sábado. Pues quinto el domingo, mejor resultado de McLaren con Honda. Pero sin engañarse. “Contentos con la carrera en sí, pero nos falta ritmo, íbamos siempre conduciendo con muy poco agarre. Hay que recuperar las sensaciones de Malasia, donde parecía que íbamos un poco más rápidos que este grupo intermedio". Aún así, remontada desde la duodécima a la quinta posición.

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Más realismo. “De la mala suerte porque perdimos algo de tiempo en la primera parada", al coche de seguridad que ahorraba otra. “Con las medias perdimos bastante terreno. Luego, en el segundo relevo nos costó un poco bajar esa diferencia”. Sin olvidar las “posiciones gratis por el abandono de Raikkonen y Verstappen”. Y “la parte final, con diferente estrategia con neumáticos, las ultimas vueltas teníamos velocidad extra”. Y llegó el momento de poner de su parte.

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A Massa no le adelantó, le impuso su monoplaza desde una decena de metros atrás. Cuando te miras, ya está el cuchillo dentro, debió pensar el brasileño. “Fue difícil con Felipe porque es muy rápido en las rectas y tienes que pasarle en sitios extraños”. Con Sainz, disparar a gorriones. “El Toro Rosso va muy despacito en las rectas, era solo abrir el DRS y adelantar”. Y con la adrenalina chorreando en la meta, “¡¡¡Yiiihaaa!!!”, sentirse vivo en la pelea otra vez por un día.

Por qué el "respeto" de estar entre los grandes

Pero, ¿cuántas veces tuvo que escuchar este fin de semana Alonso el recuerdo de los diez años sin títulos? ¿O leído estos años los reproches de sus teóricas malas elecciones? El Gran Premio de Estados Unidos justificó ese respeto que el español disfruta en la Fórmula 1 al margen de los títulos. Y también, ese enfoque erróneo con el que muchos juzgan su carrera.

Que Alonso no cuenta con los títulos que merece su singular talento es de unánime consenso. “Probablemente, el de ser rápido en casi todas las condiciones, o en cualquier coche. Adapto mi estilo más o menos a cualquier cosa, desde un kart, en agua, con más apoyo aerodinámico, con menos, Pirelli, Bridgestone, Michelin, V8, V6, cualquier cosa…”. Así, muy pocos en la historia. Entonces, ¿solo dos títulos? ¿Culpa de sus decisiones, de su personalidad? ¿O de la mala fortuna en momentos clave?

Un error, sí, pero la moneda que sale cruz

Puede que el protagonista no esté de acuerdo. Pero, quizás, si hubo un gran error en su carrera fue aquel enfrentamiento con Ron Dennis en el motorhome de McLaren, tras los entrenamientos de Hungría 2007. Se rompieron los puentes, lo que obligó a un éxodo de dos años en Renault, aunque esperando la prometida llamada de Ferrari. Scheckter, Villeneuve, Pironi, Prost, Schumacher, Raikkonen, Vettel, el propio Alonso... por citar los más recientes. ¿Decisión errónea? ¿Quién dijo no a Ferrari cuando surgió la oportunidad? ¿Estuvo el equipo a la altura del piloto durante los cinco años de matrimonio? ¿No fue un acierto salir, como se confirma ahora?

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Y, luego, el destino. Un chasis roto en una salida de pista en Mónaco, la obcecación en el muro de boxes de Abu Dabi en 2010. Un título que no llegó. Un golpe de carambola en Spa, una cuchilla en un neumático en Japón, un golpe brutal al monoplaza de Vettel que sin embargo acaba y logra el título en Brasil 2012…Otro título que se escapó. Azares del destino al echar su moneda a cara o cruz. A Alonso le salió la segunda en momentos clave.

Alonso, como una enana blanca

Sin embargo, ampliemos el foco. ¿Cuántos títulos perdió Alain Prost por la fiabilidad de Renault, o aquel otro por medio punto frente a Lauda, quien por tan escaso margen sumó sin embargo el tercero de su carrera? ¿O cuando Senna le sacó dolosamente al francés en Japón? ¿Dónde quedó tristemente Gilles Villeneuve? ¿Cómo perdió Mansell su primer título en Australia 86? ¿O Lauda otro tras un accidente que casi le cuesta la vida? ¿Cuánto tiempo falló Ferrari a Schumacher? ¿Cuántos años necesitó Mika Hakkinen para lograr su primer título, salvada su vida por el doctor Watkins en Australia? ¿Por qué desgraciadamente Ayrton Senna se quedó en tres? Alonso, muchos lo olvidan, es uno más en los avatares de la historia de la F1. Pero su carrera no ha acabado todavía.

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“El día que llegue la primera victoria para McLaren y Honda será un logro increíble para nosotros”, explicaba el otro día en la entrevista de la BBC, “esa lucha es probablemente la motivación que encontramos ahora, porque es muy frustrante echar de menos la victoria”. Entonces, se recordaba ese “¡¡yiiihaaaa!! vaquero de Austin por un simple quinto puesto.

La pregunta es recurrente. Después de diez años sin títulos, las frustraciones de Ferrari, el enorme dolor de parto de McLaren ¿En qué transmutará la experiencia y la enorme energía competitiva y emocional acumuladas en esta época? Alonso nos recuerda esa enana blanca, esa estrella que va comprimiendo en su núcleo una masa demencial, como la frustración de un Alonso sin victorias de estos años, Pero cuando una enana blanca explota, lo hace con violencia inusitada incluso a escala sideral. Ojala algún día seamos testigos de un Fernando Alonso entrando en la meta ganador con un McLaren. En Austin tuvimos un pequeño adelanto.