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Alonso y la radio: el que quiera flores en la Fórmula 1, que se compre un ramo
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la personalidad competitiva del piloto español

Alonso y la radio: el que quiera flores en la Fórmula 1, que se compre un ramo

Alonso lamentaba en Alemania, de nuevo, la discriminación al abrir al exterior unos mensajes por radio que, sin embargo, también nos iluminan su personalidad competitiva

Foto: Fernando Alonso en su McLaren durante el GP de Alemania.
Fernando Alonso en su McLaren durante el GP de Alemania.

“Buen trabajo, Fernando”. "No te preocupes, en el 'pit stop' perderé un puesto, y después en pista lo volveré a recuperar...”. Durante el Gran Premio de Alemania, Fernando Alonso respondió a su ingeniero con un mensaje duro, que incluso sonó hasta cruel. “Muchas gracias, hacemos lo que podemos...” habría sido otra contestación más empática y correcta, ¿no?

Pero entonces no hablaríamos de esa singular y carismática personalidad que rompe los moldes políticamente correctos de la Fórmula 1 actual. Amplificada además por una fiereza competitiva que incluso destaca en su entorno, hacen de Fernando Alonso un tipo duro y hasta implacable. Un genuino ‘racer’ a la antigua usanza, estirpe cuyos especímenes no siempre son bien comprendidos por quienes desconocen las exigentes demandas de la alta competición.

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Cuando la sangre hierve dentro de un monoplaza

"He oído muchas, muchas cosas (de otros pilotos) que no ponen en directo. Así que es bueno tener ese respeto de FOM”. Alonso ya se quejaba en China del especial atractivo que tiene para los responsables de las retransmisiones. Con la adrenalina en máximos, solo expresaba una comprensible frustración por no poder defender su oportunidad de entrar en el Q3 ante una inoportuna bandera amarilla.

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“Tienen cierta tendencia a emitir mis mensajes de radio en vivo. Al final de la prueba felicité a mi equipo por el trabajo, pero no lo emitieron… A veces no lo entiendo”. Ayer, insistió ayer en su descontento ante el trato discriminatorio que le depara la FOM frente a comportamientos similares de sus colegas. Aunque es de agradecer poder sentir cuando la sangre hierve dentro de un monoplaza en esta cada vez más domesticada F1...

Solo los fuertes sobreviven. Y lideran

“Mira alrededor, muchos pilotos se pierden ante las exigencias de este mundo. Hace falta un temperamento muy duro y fiel a sí mismo para no volverse loco” nos comentaba sobre su rocosa personalidad alguien que conoce bien a Alonso. Sin olvidar la armadura psicológica que se forja al convivir con los responsables de los equipos a lo largo de toda una carrera deportiva. Porque muchos aficionados quizás ignoren cómo llegan a tratar a sus pilotos de puertas para adentro. Solo aquellos con la fortaleza de carácter suficiente sobreviven. Y también son capaces de liderarlos.

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“Me adelantan en las rectas como un GP2, es embarazoso, un motor de GP2…¡¡Aargg!!” Alonso no sabía si sus comentarios en Suzuka 2015 iban a emitirse en abierto. Pero indudablemente fueron un duro aldabonazo ante el desastre de Honda. A veces, los estacazos emocionales son necesarios en una organización. Y está bien que el resto los vivamos como parte del espectáculo. ¿Quién no recuerda aquel "¡c’è da lasciarlo passare, veramente siete degli scemi, mamma mia ragazzi!", que Alonso le soltaba a Ferrari, llamando ‘tontos’ a los suyos nada menos que en Monza? Para algunos, falta de respeto. Para otros, un rejonazo para estimular el orgullo colectivo.

"Tenemos que afrontarlo, no es normal"

Que se pregunte en Ferrari, por ejemplo, cuando Lauda calificaba como una ‘mierda’ a su monoplaza. O a Ecclestone con Nelson Piquet en Brabham. A Williams, con el brasileño o Nigel Mansell en el seno de su equipo. La dureza de Mario Andretti para poner en su lugar el temperamento de Colin Chapman, o la tremenda asertividad de Senna en McLaren…

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“Tenemos que afrontarlo, esta gente no es normal”, decía Steve Nichols, el director técnico de McLaren en la época de Senna y Prost, “ciertamente, Ayrton era el más agresivo de los dos, pero Alain… créeme, por debajo de ese tío dulce, suave y amistoso que todos conocíamos, había alguien terriblemente competitivo. Cada uno intentaba conseguirlo de maneras diferentes, pero ambos querían lo mismo y uno solo podía lograrlo. Era todo muy extremo con ambos, pero ha sido así desde que dos tíos empezaron a competir en coches de carreras, ¿no?"

La diferencia es que los anteriores no se enfrentaban a la increíble exposición mediática del presente. Sus mensajes por radio no eran lanzados al aire. Sus palabras tampoco circulaban ni eran juzgadas a la velocidad de la luz en las redes sociales por quien no siempre comprende los entornos de máxima exigencia de rendimiento y competitividad en los que se mueven.

"Está en su genética"

Ayer, en la frustración que delataban sus palabras por la radio parecían resonar las palabras del GP de Austria. “Ya son algunas carreras en las que estamos cometiendo pequeños errores, no estamos precisamente en una posición en la que seamos competitivos, y si encima no ejecutamos bien las carreras, es incluso más difícil…” Luego, con las manos atadas ante un consumo excesivo del motor Honda…

Alonso es un toro que embiste, y frecuentemente muestra un estilo de confrontación cuando los suyos no responden al nivel de exigencia de su gen competitivo. “Con todo el éxito que ha tenido, el piloto más hambriento que hay aquí es Alonso. Podrías triplicar sus ganancias y aún tendría esa ambición. Está en su genética…”, decía del español Martin Whitmarsh. Una ambición que late a flor de piel, y que no envuelve en papel de regalo. Lo entiendes y lo disfrutas, o lo criticas.

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“Tenemos que afrontarlo, esta gente no es normal…” La imagen de Kimi Raikkonen también se ha perfilado con sus mensajes, por ejemplo. El español quizás tenga razones para sentir que se da una imagen distorsionada de él. Sin embargo, por el bien de la Fórmula 1 y de los aficionados, que la FOM no nos esconda a Fernando Alonso. Y el que quiera flores en este despiadado mundo, que se compre un ramo.

“Buen trabajo, Fernando”. "No te preocupes, en el 'pit stop' perderé un puesto, y después en pista lo volveré a recuperar...”. Durante el Gran Premio de Alemania, Fernando Alonso respondió a su ingeniero con un mensaje duro, que incluso sonó hasta cruel. “Muchas gracias, hacemos lo que podemos...” habría sido otra contestación más empática y correcta, ¿no?

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