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Luca Montezemolo, el 'patricio romano' que transformó Ferrari en lo que no era
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una marca en su mejor momento, pero no en F1

Luca Montezemolo, el 'patricio romano' que transformó Ferrari en lo que no era

Montezemolo transformó Ferrari en una máquina de culto,hacer dinero,y en un icono global pero, a pesar de muchos éxitos, perdió el pulso de la Fórmula 1

Foto: Luca Cordero di Montezemolo, presidente de Ferrari hasta el 13 de octubre.
Luca Cordero di Montezemolo, presidente de Ferrari hasta el 13 de octubre.

“Junto con mi familia, ha sido, y continúa siendo, lo más importante de mi vida”. Nadie duda de que el nombre de Luca Montezemolo estará indisolublemente vinculado Ferrari como la segunda figura clave de su historia, tanto para el equipo de Fórmula 1 como para el fabricante de automóviles deportivos.

Montezemolo, todo carisma y emocionalidad latinas, lleva en su seno la herencia genética del ‘paterfamilias’ y del patricio romanos, que ligaban en torno a sí a sus 'clientes' apelando a los vínculos emocionales y a las fidelidades primarias. Ferrari era el mejor vehículo para plasmar esa carismática y cálida personalidad. En historia de la marca se ha convertido desde ayer.

Un veinteañero apasionado en Maranello

Por ese carisma, su pasión y entusiasmo, por sus relaciones familiares..., su llegada a Maranello ya fue singular y precoz. Enzo Ferrari le escuchó por radio defender a la Scuderia a aquel joven apasionado por el automovilismo, y en 1972 le llamó a su lado. Se convirtió en director deportivo y en 1978 se marchó de Maranello con dos títulos de Lauda en el bolsillo, después de poner orden en un equipo que languidecía desde los años sesenta envuelto en el `casino’ a la italiana que era, a pesar de o por culpa de la dirección del propio Enzo Ferrari.

Afrontó otros desafíos empresariales. Entre ello, el Mundial de Fútbol del año 90. Solicitado para diferentes misiones por la familia Agnelli, fue llamado como nuevo ángel salvador para ordenar equipo gangrenado por la desorganización y las trifulcas políticas y humanas que hicieron a Alain Prost salir corriendo en 1990. Y no solo para la Fórmula 1. La gama de vehículos deportivos era un desastre, con solo solo 348 y el Testarrosa como banderas. Cuando empezó a utilizar personalmente el 348 se asustó y ordenó cambios inmediatos en el coche. Fue el comienzo de la transformación total del producto, imagen y percepción de la marca que es hoy.

Con Todt y Schumacher, el punto de equilibrio para la marca y el equipo

Se decía que durante la vida de Enzo, Ferrari vendía coches de calle para financiar las carreras. En dos décadas, Montezemolo ha dado la vuelta a la tortilla. En este proceso de recoversión llegó un punto de equilibrio con los éxitos de Jean Todt y Michael Schumacher. La marca crecía en los mercados mientras Ferrari arrasaba en los circuitos.

Pero siempre quedará el estigma en Maranello de que ni Jean Todt, Michael Schumacher, Ross o Rory Byrne eran italianos. Además, crearon una pantalla a partir de la cual Montezemolo no pasaba. El presidente disfrutaba de los éxitos como ese emperador romano que salía a su tribuna en el Circo Máximo para ser aclamado por la multitud, pero eran sus gladiadores quienes controlaban la lucha directa con los rivales. Montezemolo puso las bases pero Jean Todt evitó sus interferencias en el día a dia. Incluso el francés y Schumacher lograron parar el fichaje de Mika Hakkinen a finales de los noventa que Montezemolo había intentado.

'La crescita interna' y la italianización de Ferrari

Al final, Montezemolo consiguió romper esa ‘testudo’ formada por Todt y compañía con la cuña del fichaje de Kimi Raikkonen. Primero se marchó Schumacher. Antes de que se bajara del monoplaza en el Gran Premio de Italia donde iba a anunciar la despedida, el responsable de prensa ya repartía el comunicado entre los periodistas por orden del presidente, por si acaso. Todt quedó una año en el dique seco antes de marcharse. Porque, además, si algo ha distinguido a Montezemolo es que siempre cuidó las formas y salvó la cara de los suyos. Había que cuidar a la ‘familia’ a la que tanto se ha referido respecto a los miembros del equipo y la marca durante su mandato, el paterfamilias, el patricio romano…

Así, dejaría a partir de 2007 el equipo en manos de italianos que habían mamado en los pechos de Todt y compañía: Stefano Domenicali, Aldo Costa y otros, en lo que llamaba la ‘crescita interna’. Pero como el propio Aldo Costa reconoció recientemente, el presidente tenía la última palabra en todas las decisiones estrategícas cruciales, no como en la época de Todt.

Errar el tiro estratégico en la Fórmula 1

Pero Montezemolo no compartía el rumbo de la Fórmula 1 moderna, demasiado costosa y alejada de las necesidades de la marca automovilística. Por un lado, consiguió de Ecclestone unas condiciones económicas de privilegio para Ferrari, pero perdió potencia de fuego e influencia con la FIA. Encabezó el pulso con los equipos en la pugna contra Max Mosley contra los ‘budget cap’, los techos presupuestarios, pero no consiguió revertir ese modelo de Fórmula 1 que rechazaba, y que le impedía pruebas en circuitos reales, y sin poder utilizar el patio trasero de Fiorano, su propio circuito.

Defendió el cambio hacia un nuevo reglamento, pero le veíamos en Bahrein despotricando contra la nueva Fórmula 1. Al final, también destacó por sus huecas apariciones públicas y sus movimientos hacia la galería. Perdía fuelle y credibilidad paulatinamente. El resto es conocido. Montezemolo no quiso hipotecar Ferrari por la Fórmula 1, actualizar e invertir en las herramientas virtuales que requeria la nueva era. Estratégicamente, Mercedes afrontó el nuevo ciclo con unos medios técnicos y económicos que Ferrari no quiso o no pudo dedicar, se quejaba Stefano Domenicali,. Por dentro, parece que Ferrari es, de nuevo, un poco 'casino'...

Una imagen única, un icono en todo el mundo, y una máquina de ganar dinero

Red Bull y Fernando Alonso, cada uno en su faceta, pusieron en evidencia al equipo de Fórmula 1. A diferencia de cuando llegó, sin embargo, la marca automovilística vive su momento de esplendor. Montezemolo ha logrado un éxito extraordinario, que va más allá de lo empresarial. “Le digo a mi gente que no vendemos coches, vendemos un sueño, hay tres cosas que definen a Ferrari: la emoción de conducir, el rendimiento extremo, y la belleza de diseño”.

Montezemolo ha aplicado a la marca automovilística la misma filosofía que Ecclestone a la Fórmula 1. Lo escaso y poco accesible tiene más valor. Con una producción que no llegaba a las 7000 unidades, se negaba a incrementarla en el nuevo contexto del grupo Fiat Chrysler en el que se engloba Ferrari. Los fracasos en la Fórmula 1, especialmente en 2014, han terminado por segarle la hierba bajo los pies.

Cuando llegó en 1993, Ferrari facturaba 230 millones de euros, ahora ronda los 2000, con sólidos beneficios. 40 millones proceden del marketing de sus productos. Si antes Ferrari era un equipo de carreras que vendía coches, hoy es una marca automovilística con un equipo de carreras que no va a ganar una sola carrera en una temporada por primera vez desde 1993. La cuestión nuclear es que los propietarios de sus coches deportivos no son millones, pero sí los seguidores del equipo en todo el mundo. Y esto también se paga.

Enzo Ferrari fundó la Scuderia. Luca de Montezemolo la ha convertido marca de culto y de hacer dinero. En la Fórmula 1 no puede decir lo mismo. El tiempo, que siempre es un caballero, le juzgará como se merece.

“Junto con mi familia, ha sido, y continúa siendo, lo más importante de mi vida”. Nadie duda de que el nombre de Luca Montezemolo estará indisolublemente vinculado Ferrari como la segunda figura clave de su historia, tanto para el equipo de Fórmula 1 como para el fabricante de automóviles deportivos.

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