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Por qué los jóvenes pasan del esquí alpino y se tiran a por el 'freeride'
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NUEVAS TENDENCIAS EN LA MONTAÑA

Por qué los jóvenes pasan del esquí alpino y se tiran a por el 'freeride'

El circuito de Eldorado Freeride recaló en Cerler antes de finalizar el próximo fin de semana en Bohi Taüll. Analizamos qué tiene esta disciplina que engancha a los más jóvenes

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La academia del esquí está sobre las pistas, la adrenalina sobre las tablas espera en la montaña. La irrupción del freeride entre los más jóvenes es un hecho. Cada vez son más quienes apuestan por los descensos conectados de la forma más directa con la montaña. En España, a la espera de que el alpino vuelva a tener un primera línea que enganche, el freeride capta a los más jóvenes. La razón está clara: pasar palos aburre. La competición es muy dura. Las décimas entre corredores te llevan del todo a la nada en la clasificación. En el freeride, el reloj se orilla. El resultado es producto de una puntuación absolutamente subjetiva. Sí, el rider debe cumplir unos mínimos, pero no es el crono la amenaza. Se puntúa sobre cinco criterios: línea, aire y estilo, fluidez, control y técnica además de una impresión general de la línea de bajada.

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Aymar Navarro es la referencia. Cuando a Ruth Frutos, local del Valle de Benasque, con 17 años y líder de Eldorado Freeride en la modalidad de esquí, se le pregunta por un ídolo suelta el nombre del 'rider' aranés. El pasado año no solo se hizo una foto con él sino que le dio consejos para una prueba. Lo máximo. Como echar unos pases con Cristiano o con Messi. El alpino español vive a la espera de la irrupción más que de nombres de pódiums. Juan del Campo y Quim Salarich están esquiando muy bien. Obtienen bueno resultados, pero siguen lejos del 'top 10' y eso, en España, disfraza la realidad de su buen trabajo ya que siempre se admira a los ganadores o a quienes rozan los primeros puestos.

Freeride: montaña en estado puro

El freeride, por el contrario, engancha más rápido. Muchos rider proceden de la competición sobre pistas preparadas. Tienen muy buena técnica. Para muchos, el esquí tradicional llega a la edad frontera. Esos 16, 17 años donde hay que dar un paso adelante en un deporte durísimo, exigente… y caro. Entonces aparece la montaña en estado puro. Es otra cosa. Un mundo de sensaciones diferentes. Es un cara a cara único. La visión de la ladera, la elección de la línea, elegir los mejores movimientos, cómo planchar los mejores trucos, por dónde sorprender al jurado que sigue con prismáticos cada descenso… y la espectacularidad de las imágenes. Las cámaras subjetivas y las fotos de los amigos hacen el resto para que el freeride se llene de adrenalina.

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Y si Aymar Navarro es la referencia, el aranés tiene tras de sí a varios rider que quieren entrar en el Freeride World Tour donde el español sorprendió hace escasas fechas al acabar tercero en la prueba celebrada en la estación andorrana de Ordino-Arcalis a la que acudió invitado con una wildcard. El segundo escalón de la competición, el Freeride World Qualifier, tiene bien colocadas a las esquiadoras Laia Castellarnau (2ª) y Adela Vilanova i Fábrega (3ª); al snowboarder David Vicente (3º) y Sergi Díaz (10º) y en chicas a Ana Salvador (2ª), Nuria Castán (5ª), Fiona Torello (7ª) y Marta Fialler (10ª).

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En España, y más concreto en el Pirineo, Eldorado Freeride es el circuito más potente para los júnior. La presente edición pondrá el broche el 11 y 12 de marzo en la estación catalana de Bohi Taüll. Riders de entre 14 y 17 años competirán en la última prueba de un circuito que les ha llevado por Andorra, Baqueira Beret y Cerler con anterioridad. La prueba en la montaña de la Olla de la estación aragonesa fue espectacular y muy técnica para los jóvenes rider. Hasta los locales sufrieron entre árboles y saltos con distintos tipos de nieve durante el descenso.

"Es la sensación, el ‘powder’"

¿Y qué le lleva a un esquiador a cambiar la pista por el freeride? Joan Masferrer, director de Eldorado Freeride, se lo piensa unos segundos antes de decir que “es la sensación, el ‘powder’, llevar nieve polvo por las caderas… Son sensaciones. Pasar palos llega un punto que aburre porque siempre es lo mismo; el freeride son momentos distintos, sensaciones de estar surfeando la nieve con el snow o el esquí”.

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Una de las características de Eldorado Freeride es la seguridad. No hay ninguna prueba que de forma previa tenga un cursillo sobre rescate. Se enseña el manejo del arva, la sonda y la pala, hay cursos prácticos de cómo encontrar a una persona accidentada en una avalancha, se enseña a interpretar mapas meteorológicos, a llevar la ropa adecuada, a reparar las tablas e incluso se imparten cursillos sobre nutrición e hidratación. “Lo que hacemos es formar a estos chicos en todo lo necesario para practicar el freeride con absoluta seguridad”, recalca Masferrer. El director del circuito Eldorado recalca que una de las máximas es “no arriesgar, nunca hay que dar más de las posibilidades de uno. Se trata de disfrutar cada línea de bajada”.

La academia del esquí está sobre las pistas, la adrenalina sobre las tablas espera en la montaña. La irrupción del freeride entre los más jóvenes es un hecho. Cada vez son más quienes apuestan por los descensos conectados de la forma más directa con la montaña. En España, a la espera de que el alpino vuelva a tener un primera línea que enganche, el freeride capta a los más jóvenes. La razón está clara: pasar palos aburre. La competición es muy dura. Las décimas entre corredores te llevan del todo a la nada en la clasificación. En el freeride, el reloj se orilla. El resultado es producto de una puntuación absolutamente subjetiva. Sí, el rider debe cumplir unos mínimos, pero no es el crono la amenaza. Se puntúa sobre cinco criterios: línea, aire y estilo, fluidez, control y técnica además de una impresión general de la línea de bajada.

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