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"Perdido" e "inútil"... qué se siente tratando de imitar al esquiador ciego Jon Santacana
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LA EXPERIENCIA DE ESQUIAR CON UN 5% DE VISIÓN

"Perdido" e "inútil"... qué se siente tratando de imitar al esquiador ciego Jon Santacana

El Confidencial ha tenido la oportunidad de descender una ladera con una visión similar a la de este esquiador ciego. De la mano de su guía, Miguel Galindo, descubrimos los obstáculos por el camino

Contaba una anécdota en un corrillo informal que define su modo de afrontar la vida:“… Y tras recibir la segunda clase de surf, mi profesor me felicitó por lo rápido que evolucionaba y apuntó que “visualizaba muy bien las olas” (risas). Imaginad. Alucinó cuando a los pocos días le comenté mi caso”, una persona con un 3% de visión en un ojo y un 5% en el otro. El esquiador paralímpico Jon Santacana –tricampeón olímpicoy ocho oros en Campeonatos del Mundo- reconoce que hay veces que se ha pasado de la raya, haciendo “locuras” con las que ha puesto su vida en riesgo, como la de irse a montar en bicicleta solo por el campo, “cada vez que lo pienso…”. Para una persona común, su día a día laboral continúa siendo un peligro ycomo muestraEl Confidencial se ha colocado unas gafas que emulan la visión de esteintrépido donostiarra descubriendo qué sensaciones se experimentan.

Jon y Miguel Galindo, su inseparable guía desde hace 13 años, alcanzan los 125 km/h en la prueba de Descenso. “Has ido como mucho a 20 km/h”, comenta Galindo tras la experiencia de esquiar prácticamente a ciegas. Por un ojo no se distingue nada, apenas entra un foco de luz, y por el otro –de una manera borrosa- se aprecia el casco y una parte de la espalda de Miguel, quien guía a través de su palabra por un sistema bluetooth (un día ‘copiaron’ este sistema de los cascos de motos y, al año siguiente, todos sus rivales hicieron lo propio con Jon y Miguel).

Miguel habla claro y con las palabras precisas para definir el camino a Jon, su patrocinador ha dado en la dianaeligiendo a esta pareja ya que Galindo es el mejor representante que puede haber de su sistema Opel Eye. “Cambioooo”, alarga la palabra tanto como sea la curva de larga. Ellos están acostumbrados a su lenguaje pero, cuando a una persona con una visión normalle enfundan esas gafas, al principio casi no atiende al mensaje auditivo. Estamos tan acostumbrados a utilizar el sentido de la vista que nuestros esfuerzos continúan en intentar ver por donde no se puede. Es como si conduciendo un coche se quitan los retrovisores y se tapan todos los cristales salvo un pequeño orificio… no vamos a ver más por mucho que nos esforcemos.

El sentido de la vista manda en una persona corriente

En esta situación, el ‘salvavidas’ es no perder de vista el punto rojo –la cazadora de Miguel-, e intentar girar cuando él lo indica. Inseguro, perdido y sin referencias, se ha de confiar en los movimientos de Miguel y hacerle caso al 100%. La sensación de velocidad también se diluye, ya que uno piensa que va más rápido de la realidad. ¿Miedo? Prudencia y respeto, como poco. El camino de eses es sencillopor una pista azul, pero con las gafas no se tiene la conciencia del grado de dificultad o inclinación. Por supuesto, tampoco del estado de la nieve o el relieve de la pista. Es preferible afrontar una pista negra con visión normal que esta plácida azul con los ojos tapados... aún teniendo a Miguel delante.

Hay que tratar de pasar justo por donde pasa Galindo, algo muy complejo. “En Austria, una vez Jon pasó a un palmo de mi huella… y pisó un hoyo. La consecuencia fue que se rompió tibia y peroné”, explica Miguel. ¿Y cómo supera este tipo de caídas psicológicamente Santacana? “Sabes que pasas a centímetros de sitios donde te puedes caer y hacer daño, pero no debes pensar en ello. La concentración mental es muy importante”, señala Jon, sin darle excesiva importancia al asunto.

Sin sensibilidad y con escasa orientación, el viaje con estas gafasse hace largo e incómodo. Una vez que nos liberamos de los anteojos, todo cobra otro sentido: el descenso ha sido de apenas 60 metros y hemos tardado sólo poco más de un minuto. “Inútil” y “perdido” son los primeros calificativos que vienen a la mente para responder sobre cómo se siente uno. ¿Repetir la experiencia a más de 100 km/h como hace Jon cuando entrena y compite? “Sencillamente imposible”. Ahora, sin gafas, las ‘cobayas’ de este experimento son los que ven diferente… a Jon Santacana. Impresiona más, un “superhéroe”, se escucha.

No saben cuándo comenzarán a entrenar, depende del dinero

Pese a este tremendo hándicap, el mayor reto de Jon y Miguel en la actualidad no es pulir su depurada técnica para ganar décimas o mejorar su compenetración: es simplemente poder entrenar. “A día de hoy no sabemos cuándo o cómo vamos a entrenar la próxima temporada. Este año ya nos saltamos cinco meses de pretemporada y en lugar de iniciarla en julio lo hicimos en noviembre por falta de presupuesto”, comentan. ¿Y de cuánto estamos hablando? “Para realizar una temporada completa, como debería ser, calculamos que 60.000 euros en total”. Un patrocinador privado como el de Opelprovoca que aumenten las esperanzas de Jon y Miguel para afrontar en mejores condiciones la próxima campaña, aunque todavía no hay nada seguro.

Para Jon, este es su mayor reto. En esta ‘misión recaudatoria’ se encuentra casi tan desprotegido como una persona normal con las gafas que imitan su visión. Mientras continúa en esta labor de patrocinio, Jon sigue escribiendo más capítulos en su historia de superación y se ha apuntado a la próxima edición de la Titan Desert, en la que tratará de acabar los 600 kilómetros en bicicleta de la prueba durante seis días bajo condiciones extremas. Irá acompañado de un amigo, pero no será en tándem.

La aventura -la vida- continúa.

Contaba una anécdota en un corrillo informal que define su modo de afrontar la vida:“… Y tras recibir la segunda clase de surf, mi profesor me felicitó por lo rápido que evolucionaba y apuntó que “visualizaba muy bien las olas” (risas). Imaginad. Alucinó cuando a los pocos días le comenté mi caso”, una persona con un 3% de visión en un ojo y un 5% en el otro. El esquiador paralímpico Jon Santacana –tricampeón olímpicoy ocho oros en Campeonatos del Mundo- reconoce que hay veces que se ha pasado de la raya, haciendo “locuras” con las que ha puesto su vida en riesgo, como la de irse a montar en bicicleta solo por el campo, “cada vez que lo pienso…”. Para una persona común, su día a día laboral continúa siendo un peligro ycomo muestraEl Confidencial se ha colocado unas gafas que emulan la visión de esteintrépido donostiarra descubriendo qué sensaciones se experimentan.

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