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segundo título seguido para el eslovaco

Sagan saca a los Mundiales de la UCI

La imagen que quedará de los peores Mundiales en mucho tiempo será la de un podio de lujo en la prueba masculina encabezado por el ciclista eslovaco, el chico de oro del ciclismo

Foto: El podio de la prueba masculina del Mundial de Doha, con Cavendish (i), Sagan (c) y Boonen (d) (Ibrahem Alomari/Reuters)
El podio de la prueba masculina del Mundial de Doha, con Cavendish (i), Sagan (c) y Boonen (d) (Ibrahem Alomari/Reuters)

En el deporte, como en toda actividad con relevancia mediática, hay personajes atractivos, otros repulsivos y muchos más indiferentes. Los primeros son a la vez los más escasos y los más valiosos, porque además de fidelizar a los aficionados que ya están ayudan a que se acerquen muchos más. No tienen que ser necesariamente los deportistas que más ganan, aunque eso ayuda mucho. Piensen en Usain Bolt, un deportista excepcional que engancha tanto al experto en atletismo como al neófito, un atleta que desprende carisma en cada una de sus zancadas. Eso es Peter Sagan (Zilina,1990) para el ciclismo, una figura aglutinadora, el activo más importante que tiene ahora mismo el deporte de la bicicleta, por encima de cualquier 'vueltómano'.

Su victoria en los Mundiales de Doha (Qatar), su segundo título consecutivo, sirve, además de para agrandar la imagen de estrella de rock en bicicleta que le acompaña, para maquillar un campeonato sin sentido que solo se explica por la codicia de la Unión Ciclista Internacional (UCI). Durante la pasada semana, las imágenes de ciclistas deshidratados, la ausencia de público y un recorrido aburrido, plagado de rotondas y giros de 180º, dejaron en evidencia la decisión de llevar el campeonato a Qatar, al menos en el plano deportivo. En el ecónomico será otra cosa.

Por fortuna para los mandamases del ciclismo, la imagen que quedará será la de Sagan escoltado por Mark Cavendish y Tom Boonen. Entre los tres suman 4 títulos de campeón del mundo, 9 Monumentos y 67 etapas en las tres grandes vueltas (Giro, Tour y Vuelta). Los peores Mundiales que se recuerdan terminaron con un podio de lujo compuesto por tres ciclistas que ya sabían lo que era portar el maillot arcoíris. Algo que no había sucedido antes.

placeholder Peter Sagan celebra su victoria en Doha (Ibrahem Alomari/Reuters)
Peter Sagan celebra su victoria en Doha (Ibrahem Alomari/Reuters)

Después de todas las penurias, la prueba elite masculina estuvo mejor de lo esperado, y no solo por el resultado final. La primera parte de la carrera, 150 km de rectas por el desierto arábigo, fue una escabechina por el fuerte viento. Los abanicos rompieron el pelotón y a punto estuvieron de dejar a Sagan sin opciones. "Fui el último en meterme en el primer grupo", explicó el eslovaco ya con la medalla al cuello. Pasada la primera parte de la carrera, que se llevó por delante a más de la mitad de los corredores (solo terminaron 53, entre ellos solo un español: Imanol Erviti), el desarrollo fue mucho más tranquilo y aburrido en la isla de la Perla, donde se encontraba el circuito final.

Allí llegó un grupo de unos 20 ciclistas, entre ellos algunos de los mejores 'sprinters' del mundo, como estaba previsto desde que se conoció el recorrido en febrero de 2015. Y el triunfo se lo llevó Sagan, que arrancó de lejos en la recta de meta y superó a todos sus rivales en unos últimos metros que picaban hacia arriba. "No me lo creo. Aún estoy en shock", dijo. "Había un poco de viento en contra, así que necesitaba llegar desde atrás. Tuve suerte porque (Giacomo) Nizzolo no me cerró. Si me hubiera cerrado, habríamos chocado porque yo no iba a frenar", explicó el eslovaco, que ganó de una manera muy diferente en 2015: entonces atacó en la última subida, a poco menos de 3 km para el final, y llegó solo a meta.

El guardián del arcoíris

Ya después de su victoria el año pasado en Richmond (Estados Unidos) la opinión fue unánime: nadie mejor para vestir el maillot arcoíris. Si se trata de lucirlo, ningún otro ciclista lo hace como Sagan, un deportista que no se guarda nada en ninguna carrera y siempre lucha por la victoria. O al menos lo intenta. Muchas veces lo consigue y otras muchas acaba segundo, pero siempre sale a ganar. Su 2016 ha sido fantástico. Además del título mundial, ganó también el título europeo, su primer Monumento (Flandes), la Gante-Wevelgem, tres etapas del Tour de Francia (y su quinto maillot verde consecutivo) y un puñado de carreras más. Y lo cierra como el primero de la clasificación de la UCI.

El año que viene, con los colores del recién creado Bora, volverá a ser la mayor atracción de casi cualquier carrera que dispute, ya sean las clásicas de primavera, el Tour de Francia o, veremos si repite, el Campeonato de Europa. Y también lo será del Mundial de Bergen (Noruega). Allí, con una temperatura mucho más suave que la de Qatar, Sagan intentará conseguir lo que ningún ciclista ha logrado nunca: ganar tres títulos seguidos.

En el deporte, como en toda actividad con relevancia mediática, hay personajes atractivos, otros repulsivos y muchos más indiferentes. Los primeros son a la vez los más escasos y los más valiosos, porque además de fidelizar a los aficionados que ya están ayudan a que se acerquen muchos más. No tienen que ser necesariamente los deportistas que más ganan, aunque eso ayuda mucho. Piensen en Usain Bolt, un deportista excepcional que engancha tanto al experto en atletismo como al neófito, un atleta que desprende carisma en cada una de sus zancadas. Eso es Peter Sagan (Zilina,1990) para el ciclismo, una figura aglutinadora, el activo más importante que tiene ahora mismo el deporte de la bicicleta, por encima de cualquier 'vueltómano'.

Mark Cavendish
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