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Dumoulin, encantado con llegar cuarto a la última contrarreloj, que condenará a Nairo
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victoria de thibaut pinot en asiago

Dumoulin, encantado con llegar cuarto a la última contrarreloj, que condenará a Nairo

El neerlandés aguantó siempre a una distancia prudencial y alcanza la última etapa con el Giro en la mano, mientras que Nairo viste de rosa sabiendo que puede quedar hasta fuera del podio

Foto: Pinot entra triunfal en la meta de Asiago. (Giroditalia)
Pinot entra triunfal en la meta de Asiago. (Giroditalia)

A falta de una etapa, Nairo Quintana viste el rosa, pero siente que ha perdido el Giro. No ha funcionado la táctica de aguantar y economizar esfuerzos ante la resistencia de Tom Dumoulin en las jornadas de alta montaña, el lugar en el que el ciclista de Maastricht debía tirar la toalla, dejar de resistir y entregar la victoria a los favoritos, se mantuvo siempre entre los mejores, a una distancia prudencial y alcanza la última contrarreloj fuera del podio, pero con todas las de ganar a los tres corredores que tiene por delante. En Asiago ganó Thibaut Pinot, el que más lo ha intentado estos días, el que más ha recuperado, no solo al neerlandés, sino también a Quintana y Nibali. Desde la tercera posición, Pinot amenaza incluso al colombiano con echarlo del grupo de los tres mejores al final.

La semana se le iba a hacer larguísima Dumoulin. Eso decían, eso esperaban los que le perseguían. Cinco días de subida y bajada, la especialidad de Nibali y Quintana, la debilidad de 'Dumo'. Ni siquiera el día en que tuvo que parar durante la carrera para hacer rápidamente sus necesidades acabó con sus opciones de coronarse en Milán. Ha ido sobreviviendo a una serie de inclemencias físicas, orográficas y de los contrarios para alcanzar la crono con una distancia salvable para llevarse a Holanda su primera grande, el Giro del centenario, la 'corsa rosa' más especial para todos los italianos, la que quería ganar Nibali y la que, seguramente, pierda Nairo.

La victoria de Pinot.

El último día con el pelotón luchando junto incluía dos primeras de una dificultad altísima. El Monte Grappa y Foza eran la prueba definitiva sobre Dumoulin, quien en los momentos de dificultad ha sacado de dentro una virtud que hasta ahora desconocíamos, la arrogancia y el afán de derrotar a sus rivales. Esto se puede ver como una desventaja, pero no lo es cuando se sale vivo de la batalla y los que te querían muerto se arrastran por el fango. Dijo que quería ver perder a Quintana y Nibali porque consideró que habían jugado sucio con él. Y sin que él hiciera nada por conseguirlo, el resultado que ha obtenido es precisamente ese. Los dos mejores escaladores se cansaron de marcarse el uno al otro, temerosos de lanzar ataques que les pudieran restar energías y permitieron que un hombre que sufre subiendo solo perdiese unos pocos minutos en la semana más dura de las tres.

Si Quintana no ha ganado el Giro es porque no ha querido, lo mismo que le ha pasado en la mayoría de grandes que no pudo sumar a su palmarés. No hay día en que ataque sin mirar atrás, pensando única y exclusivamente en él y la carretera que tiene por delante, olvidándose de quién tiene por detrás, de la necesidad de obtener un relevo. Prefirió que otros le hicieran el trabajo, aprovechar el esfuerzo de los demás en su ventaja. En la subida a Foza, cuando todavía tenía a Dumoulin enganchado como una lapa al grupo de los mejores, se lanzó. Tardó aproximadamente tres o cuatro segundos en mirar atrás con la esperanza de haber roto la carrera, pese a saber de antemano que no lo había logrado. Se fueron con él Pinot y Nibali. Y Quintana, el líder, les pedía relevos.

El gran trabajo de Jungels y Mollema que ayudó a Dumoulin.

Antes, Zakarin y Pozzovivo, dos valientes, se fueron a por la victoria de etapa y, ya que estaban, recortar distancia para la crono. En esa disyuntiva, obviamente Dumoulin y el grupo con Jungels y Mollema acabó cogiendo a Pinot, Nibali y Quintana. Lo volvieron a intentar cuando quedaban poco más de tres kilómetros para coronar, con 15 kilómetros entre descenso y llano todavía por delante hasta la meta, y en ese instante sí consiguieron despegarse lo justo para que los de detrás no les vieran, no lo suficiente para establecer unas distancias destacables para romper la clasificación general. Dieron caza al ruso y al italiano y el grupo de cinco quiso colaborar, si bien la responsabilidad de tirar, de desfondarse con todo lo que tuviera dentro, era del que vestía de rosa.

"Quiero agradecer eternamente el trabajo que me han hecho Mollema y Jungels", decía Dumoulin con una sonrisa enorme en la meta de Asiago. Estaba cuarto, pero se sentía ganador. Gracias a sus compañeros de grupeta se mantuvo siempre a una distancia prudencial y Pinot y los otros cuatro adelantados entraron en meta solo 15 segundos por delante.

Quintana podría quedarse fuera del podio

¿Y ahora qué? Quintana llega líder a la última etapa, y sin embargo nadie debería sorprenderse si se queda fuera del podio. El caso contrario es el de Dumoulin, cuarto, del que todo el mundo espera que se vista de rosa. En un terreno intermedio están Nibali y Pinot, capaces de superar al colombiano, pero a priori presa fácil para el neerlandés. Dumoulin, uno de los mejores especialistas del mundo contra el crono, tiene 29,3 km totalmente llanos, incluso en un ligero descenso, para recuperar la 'maglia' rosa de manera definitiva. Los antecedentes le son muy favorables. En la primera contrarreloj del Giro, más larga (39,8 km) y más dura, arrasó: aventajó en 2:07 a Nibali, en 2:42 a Pinot y en 2:53 a Nairo, por citar solo a sus tres rivales por el podio.

placeholder Quintana luce el rosa. (Giroditalia)
Quintana luce el rosa. (Giroditalia)

Si se repite la historia, es muy difícil que a Dumoulin se le escape la victoria, tan difícil como ver a Nairo manteniendo su puesto en el podio. Pero en la última contrarreloj de una gran vuelta tienen también mucha importancia las fuerzas que les quedan a los ciclistas. No es lo mismo afrontar una contrarreloj a mitad de carrera que en el último día, con el depósito bajo mínimos.

Dumoulin no está sobrado, como ha demostrado en unas últimas etapas en las que ha sobrevivido más que competido. Pero tampoco están pletóricos Nairo y Nibali, que si no han sido más agresivos para ampliar la diferencia con el de Maastricht es porque no han podido. No es el caso de Pinot, el mejor de la última semana: en cuatro días le ha sacado 2:48 a Dumoulin. El francés es campeón nacional contrarreloj, aunque en la primera de este Giro naufragó. Aun con las fuerzas que está demostrando, es improbable que le dé para aguantar ante Dumoulin, pero tiene el podio a su alcance. Lucharán también por el podio Zakarin y Pozzovivo, con Quintana siempre en la mira para ganar puestos y mandar al de Boyacá más abajo en la clasificación.

A falta de una etapa, Nairo Quintana viste el rosa, pero siente que ha perdido el Giro. No ha funcionado la táctica de aguantar y economizar esfuerzos ante la resistencia de Tom Dumoulin en las jornadas de alta montaña, el lugar en el que el ciclista de Maastricht debía tirar la toalla, dejar de resistir y entregar la victoria a los favoritos, se mantuvo siempre entre los mejores, a una distancia prudencial y alcanza la última contrarreloj fuera del podio, pero con todas las de ganar a los tres corredores que tiene por delante. En Asiago ganó Thibaut Pinot, el que más lo ha intentado estos días, el que más ha recuperado, no solo al neerlandés, sino también a Quintana y Nibali. Desde la tercera posición, Pinot amenaza incluso al colombiano con echarlo del grupo de los tres mejores al final.

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