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La Fuente del Chivo, aliada de Aru, Purito y Valverde contra Dumoulin
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la contrarreloj de burgos será clave

La Fuente del Chivo, aliada de Aru, Purito y Valverde contra Dumoulin

Hay un miedo enorme a la contrarreloj de Burgos entre los grandes escaladores del pelotón de la Vuelta. Y la temen porque entre los favoritos hay un especialista en esa disciplina: Dumoulin

Foto: Aru, Chaves y Valverde luchando con Dumoulin en Andorra (EFE).
Aru, Chaves y Valverde luchando con Dumoulin en Andorra (EFE).

Para ganar una Vuelta hay que tener en cuenta tal cantidad de detalles que, al final, montar en bici es a veces hasta secundario. Es cierto que un ciclista que tenga opciones reales de imponerse en una grande debe tener una resistencia física fuera de lo normal, porque habrá sido el mejor en todas las superficies, habrá aguantado ataques y los habrá lanzado él mismo. El caso de Fabio Aru es peculiar, porque el italiano es de esos corredores que es muy especialista en una disciplina y escasísimo en otra. Pídanle que suba cada día de su vida un puerto de los Pirineos, de los Alpes o de los Andes, que los subirá y con alegría. Pero no le pidan un buen tiempo en una crono.

Alberto Contador no ganó el Giro en la montaña, lo ganó en una contrarreloj, sin ser ni de lejos un gran contrarrelojista. Y lo ganó justo cuando había perdido la maglia rosa. A Aru le entregaron el rosa justo antes de la contrarreloj, y sólo le duró ese día. Contador le sacó más de dos minutos a su máximo rival y a partir de ahí pudo compensar su distancia hasta la última etapa de Milán. Después, la montaña le permitió recuperar terreno, pero era ya tarde, la distancia era demasiada para que el esfuerzo final sirviese para algo.

La Vuelta se adentra en el Cantábrico y empieza a respirar un aroma a sal, hierba y época decisiva. Desde que los corredores den la primera pelada en Vitoria, Fabio Aru empezará a jugarse el liderato que por ahora ha ostentado con visible sencillez. Es un día complicado: la situación de la Vuelta en estos días de septiembre encierra a los ciclistas en carreteras empinadas, y cada metro de las mismas que asciendan significará algún grado que otro menos. Según la Agencia Estatal de Meteorología, en la zona de Alto Campoo, donde los exhaustos deportistas dejarán de sufrir, encontrarán una máxima de diez grados y unos 8ºC a la hora prevista de la llegada.

Y sin embargo, no son esas duras condiciones climatológicas las que más deben preocupar al líder de la carrera. El problema que se le presenta a Fabio Aru se bifurca hacia dos dudas que él mismo deberá ir respondiendo de aquí al próximo miércoles. La primera cuestión trata sobre la necesidad (o no) de darlo todo en las tres duras etapas de montaña en la Cordillera Cantábrica para aumentar lo máximo posible el tiempo que tiene por ahora con sus perseguidores y, por consiguiente, alcanzar la contrarreloj de Burgos con las piernas pesadas y exhaustas. La segunda: culminar una época de montaña a buen nivel, pero sin realizar sobreesfuerzos innecesarios y así tener mejor físico para afrontar una etapa contraria a sus capacidades.

Dumoulin, la sorpresa amenazante

Y la pregunta que se puede hacer cualquier lector de este artículo es: '¿Y por qué iba Aru a querer aumentar tanto su diferencia si ya es líder?', a lo que podrían añadir: '¿no son sus rivales los que deberían atacarle?'. La respuesta a esta segunda sería 'sí y no'. Me explico: Fabio tiene una distancia interesante de 27 segundos con Purito y 30 con Dumoulin, pero aunque sea mayor, la que más debe preoucuparle es la del ciclista de Maastricht. ¿Por qué? Porque la especilidad de Dumoulin es el crono y manteniendo una distancia similar a la actual después de la alta montaña, podría (probablemente) superar a ambos y recuperar otra vez el rojo.

De ahí que no sólo Fabio Aru tenga que aumentar sensiblemente las distancias, sino también el propio Joaquim Rodríguez. Bien sabe el catalán la importancia de aprovechar lo que sabe hacer para sobrevivir a lo que no sabe hacer. Por eso perdió un Giro en 2012, por no tener suficiente ventaja en la última contrarreloj. El que menos miedo debe de tener es Alejandro Valverde, que ha mejorado con los años muchísimo en esta disciplina, pero que cuenta con una gran desventaja de 1:52 que empezar a recuperar cuanto antes.

Nadie esperaba a Dumoulin. No estaba en las quinielas de nadie ni siquiera para estar en los primeros puestos de la general, por tanto mucho menos para ganar la Vuelta. Se esperaba un pinchazo suyo en algún instante, y no hablo de pinchazo real sino metafórico. Pero aguantó como nadie en la etapa reina de Andorra y si ese día salió casi ileso, se puede esperar más de lo mismo en el Cantábrico. Habrá que ver, eso sí, cómo le responden las piernas después de la fatiga que lleva tanto en las próximas tres etapas de montaña como en su especialidad.

Para ganar una Vuelta hay que tener en cuenta tal cantidad de detalles que, al final, montar en bici es a veces hasta secundario. Es cierto que un ciclista que tenga opciones reales de imponerse en una grande debe tener una resistencia física fuera de lo normal, porque habrá sido el mejor en todas las superficies, habrá aguantado ataques y los habrá lanzado él mismo. El caso de Fabio Aru es peculiar, porque el italiano es de esos corredores que es muy especialista en una disciplina y escasísimo en otra. Pídanle que suba cada día de su vida un puerto de los Pirineos, de los Alpes o de los Andes, que los subirá y con alegría. Pero no le pidan un buen tiempo en una crono.

Alejandro Valverde
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