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Las constantes caídas de Contador hacen dudar del Tinkoff y de su propia técnica
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le cuesta afrontar situaciones extrañas

Las constantes caídas de Contador hacen dudar del Tinkoff y de su propia técnica

En la sexta etapa, una caída a pocos metros de la meta le dislocó el hombro y ahora, en la 13ª, perdió el liderato por volver a caerse, demostrando su dificultad para evitar irse al suelo

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Este Giro está siendo tan difícil de pronosticar como fácil de disfrutar. Sobre el plano, muchas de las etapas de este Giro parecían faltas de algún aliciente, de cierta sal que aderezara un recorrido muy plano hasta casi el final de la segunda semana. Pero o las condiciones climáticas, o el infortunio de las constantes caídas le están dando una chispa a la corsa. El problema es que cada vez que hay algún ciclista al suelo, uno de ellos es siempre Alberto Contador. No se libra de una, ni siquiera en una etapa llana, corta, de transición como era la llegada a Jesolo. Hasta ahora, sus caídas no le habían frenado en su ascensión al rosa, pero era demasiada casualidad ya.

"Fue un mal día -decía Alberto Contador después de caerse una vez más-. He perdido tiempo importante ante la crono de este sábado, pero lo peor es el golpe que tengo en la pierna izquierda. Por suerte,la diferencia no es excesiva. Intenté recuperar lo antes posible la bicicleta, pero no había terreno para recuperar. Ahora me preocupa el golpe en la pierna. Creo que me he clavado algo en la montonera.El problema de estas caídas es que no puedes adoptar la posición habitual y el cuerpo se pone un poco en posición de defensa.No quiero ser pesimista y espero que con los masajes y el hielo la inflamación no vaya a más".

Probablemente, la caída en la llegada a Jesolo no fuera lo grave que pudo haber sido. Como dice el propio Alberto, bastante hielo y bastantes masajes y las magulladuras pasarán a ser otra anécdota de este Giro de Italia, un motivo más para sentirse orgulloso si al final del recorrido, en las calles de Milán, aparece vistiendo el rosa que el viernes le dejó a Fabio Aru. Pero es desconcertante que el mejor ciclista en grandes vueltas por rendimiento que hay ahora mismo en el panorama mundial se caiga cada vez que hay una circunstancia externa que altere la corriente normalidad de una etapa, sin importar si esta es de alta montaña, contra el crono o llana.

Por ahora, Contador sigue llevando un vendaje en el hombro para fijar la articulación después de caerse en Castiglione de la Pescaia, sexta etapa del Giro, cuando también en una llegada masiva, Daniele Colli fue derribado por un aficionado y posteriormente generó una montonera que no pudo evitar el que era el recién estrenadomaglia rosa. Aquella vez, las consecuencias fueron nulas, en realidad. El hombro molestaba al día siguiente, pero ni perdió tiempo ni se resintió mucho aparentemente encima de la bicicleta.

En realidad, a los que se les puede reprochar algo en estas situaciones es a su equipo. El Tinkoff-Saxo comanda el pelotón durante decenas de kilómetros en las etapas, tirando de él para mantener una distancia prudencial con la fuga del día y teniendo así siempre al líder (el que era) de la general protegido y lejos de los tumultos. Sin embargo, cuando se encaran los últimos kilómetros, el trabajo grupal desaparece, los corredores del Tinkoff-Saxo se desperdigan y Contador rueda hasta la línea de meta desprotegido en casi todas las ocasiones, sin una rueda que seguir. A veces Ivan Basso y otras muchas Roman Kreuziger ejercen su función de gregarios en apoyo de su jefe de filas, pero no siempre están cuando se les necesita. Por suerte, sí estaba Matteo Tosatto en Jesolo para dejarle la bici a Contador...

El problema en realidad es que esto no es nuevo. No lo del equipo, sino lo de las caídas de Contador. Y no sólo las caídas, sino su flagrante dificultad para medir bien en situaciones extrañas, inesperadas, no habituales. La demostración más clara ocurrió en el Tour de Francia del año pasado. No fue cuando Contador se fue al suelo en la décima etapa y se fracturó la tibia y tuvo que abandonar, sino cuando en la quinta etapa, la fantásticaYpres-Arenberg Porte duHainaut, Alberto no supo manejar los varios tramos de pavé embarrado por la lluvia que se encontró y acabó cediendo casi tres minutos con Vincenzo Nibali, perdiendo muchas opciones de poder hacer algo en la general.

Cuando la carretera se empina y los puertos más exigentes se ponen por delante, Contador demuestra que no hay corredor en el mundo que pueda estar a su altura. De hecho, con el asfalto seco y sin tener en cuenta la pendiente, tampoco tiene muchos rivales, pero cuando hay algo que no cuadra, diferente a lo que conoce, no tiene la técnica suficientemente depurada como para evitar una caída, para adaptar su pedaleo a lo que las circunstancias requieran, en definitiva, a afrontar lo desconocido. Si también hiciera eso bien, no haría falta ni que se compitiese, porque Contador sería imbatible.

Este Giro está siendo tan difícil de pronosticar como fácil de disfrutar. Sobre el plano, muchas de las etapas de este Giro parecían faltas de algún aliciente, de cierta sal que aderezara un recorrido muy plano hasta casi el final de la segunda semana. Pero o las condiciones climáticas, o el infortunio de las constantes caídas le están dando una chispa a la corsa. El problema es que cada vez que hay algún ciclista al suelo, uno de ellos es siempre Alberto Contador. No se libra de una, ni siquiera en una etapa llana, corta, de transición como era la llegada a Jesolo. Hasta ahora, sus caídas no le habían frenado en su ascensión al rosa, pero era demasiada casualidad ya.

Alberto Contador
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