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Juan Carlos Escámez, el masajista que le ganaba carreras a Valverde en amateur
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Juan Carlos Escámez, el masajista que le ganaba carreras a Valverde en amateur

Tras el esfuerzo, Valverde se dirige a la habitación del hotel de turno para el masaje. Allí le espera Juan Carlos Escámez, alma de ciclista en un cuerpo de masajista

Foto: Juan Carlos Escámez, masajista y persona de máxima confianza de Valverde (FOTOS: Ainara Hernando)
Juan Carlos Escámez, masajista y persona de máxima confianza de Valverde (FOTOS: Ainara Hernando)

Como cada día tras el esfuerzo de la etapa, Alejandro Valverde se dirige a la habitación del hotel de turno habilitada para el masaje. Allí le espera Juan Carlos Escámez, un valenciano de Novelda de 33 años con alma de ciclista en un cuerpo de masajista. El auxiliar del Movistar se ha convertido con el paso de los años y su buen hacer en uno de los hombres de confianza del líder de la escuadra telefónica y uno de los activos más valorados dentro de la estructura de Eusebio Unzué. Sus manos y su cabeza están centradas en cuidar los músculos de Valverde y de muchos otros, pero su corazón aún late con las pedaladas que daba no hace mucho tiempo y que le dejaron a las puertas del profesionalismo.

Desde los siete años Escámez se ha entregado en cuerpo y alma a la bicicleta. Primero en la Escuela Atlético de Madrid, después en el Club Ciclista Noveldense, el Fiat Zetamobil… Hasta el Kelme amateur, donde se quedó a un golpe de riñón de tener su oportunidad con los profesionales. Sin embargo, la Operación Puerto del 2006 se llevó por delante todos los equipos de la escuadra alicantina y Juan Carlos tuvo que cambiar el rumbo de su vida. “Tenía apalabrado disputar algunas carreras con los profesionales a la temporada siguiente, pero la Operación Puerto arrasó con todos y muchos ciclistas sin comerlo ni beberlo nos quedamos sin nuestra oportunidad”, reconoce con nostalgia el ahora masajista del Movistar.

A Juan Carlos eso de la bicicleta se le daba bien. Pasaba todos los terrenos con solvencia y destacaba por su gran potencia, pese a su corta edad. Su padre, carnicero en el mercado de Novelda, le llevaba a las carreras en sus primeros años, cuando ya empezaba a conseguir algunas victorias. Triunfos que labraba en muchas ocasiones junto a su compañero de equipo Rubén Plaza y que se fraguaban tras descolgar a un tal Alejandro Valverde, el terror de todos los chavales de la zona en categorías inferiores. “Si llegabas al esprint con él estabas perdido”, cuenta Escámez. “Era el rival a batir y había que descolgarlo antes”, prosigue. “Alejandro por entonces tenía otra fisonomía, un poco más grueso, y en los repechos le atacábamos para evitar llegar juntos”, recuerda.Esas batallas son ahora motivo de bromas entre ambos y la conversación perfecta para desconectar y hacer del masaje uno de los mejores momentos del día. “Se hacen bromas y recordamos historias, por ejemplo si coincidimos con alguien de nuestra época de juveniles o amateurs”, señala el valenciano.

El paso de los años llevó a Escámez a enrolarse en el Kelme amateur, donde entonces coincidió con Alejandro defendiendo los mismos intereses, como ahora en el Movistar. “Alguna vez, sobre todo en las concentraciones de invierno, hemos salido a entrenar juntos, pero entonces te das cuentas que tus piernas ya no responden como antes y en cuanto Alejandro o sus compañeros aprietan ya no estoy para seguirles”, cuenta con buen humor Juan Carlos. “En momentos así sientes mucha nostalgia porque toda mi vida he querido ser ciclista y no pude disfrutar de la oportunidad de serlo”.

Sin embargo, el noveldense no se rindió y quiso seguir ligado al mundillo que tanto amaba. “Llegó el momento de pensar en el futuro y me decanté por la fisioterapia y los masajes. Entonces me surgió la oportunidad de trabajar con el Comunidad Valenciana y con la selección española sub 23. Empecé con los chicos de pista, pero tras una Challenge a Mallorca me dieron la oportunidad de pasar a la ruta y como era lo que había practicado pues me lancé a probar”, nos revela Escámez, que por aquel entonces compaginaba su labor de masajista con las oposiciones a bombero. De esta forma, Juan Carlos aterriza en el ciclismo profesional. No lo hizo como tantas veces había soñado, pero por lo menos estaba en el mundo que amaba. “Ya que no se podía de una manera había que intentarlo de otra”, admite.

Cuando Alejandro regresa a la competición tras cumplir su sanción, coincide con el que fuera su rival y compañero y en los primeros años de corredor. Sin embargo, ahora cada uno tiene funciones dispares: uno ciclista y otro masajista. La relación de años atrás fue la base para cuajar una gran amistad y desde entonces ambos han compartido penas y alegrías. En Australia, en la primera victoria de Alejandro en su regreso, Juan Carlos fue la primera persona que se encontró con Valverde tras cruzar victorioso la línea de meta. “Es uno de los momentos más emocionantes que he vivido en este mundillo. Ese triunfo tenía tanta significación… Nos abrazamos y nos emocionamos juntos. Fue muy especial”, señala. Porque Escámez es de los que vive muy intensamente las victorias y derrotas de sus ‘pupilos’. “En meta se sufre mucho. El ciclismo es un deporte muy desagradecido. Conlleva un sacrificio enorme y solo gana uno. El segundo ya es el primero que pierde”, apunta denotando una mentalidad ganadora como la del propio Alejandro Valverde.

Los dos se han convertido en un tándem perfecto que se entienden solo con una mirada. “Es importante conocer al corredor y saber qué necesita en cada momento. El masaje es mucho más que una hora para relajar y cuidar los músculos. En la camilla se comparten confidencias, bromas… Con Alejandro se puede hablar de cualquier tema y cuando le veo llegar sé si necesita conversación o no. Esa relación es necesaria”, expone y se opone a aquellos que piensan o defienden que desde la llegada de los ‘smartphones’ el masaje no es más que una ocasión perfecta para conectarse a las redes sociales o a internet sin que nadie moleste al corredor.

La mentalidad de corredor que aún mantiene el masajista valenciano ayuda a los corredores del Movistar que pasan por sus manos, pero también sirve de excusa entre los auxiliares para bromear con Escámez durante las cenas del equipo, cuando el trabajo del día está hecho con nota. “A veces bromeamos de si yo podría estar sentado en una mesa o en otra y si les estaría pinchando cada día con detalles como ‘súbeme el sillín dos milímetros’ o ‘¿la rueda está bien de presión?’ Son momentos de nostalgia que prefiero vivirlos desde dentro que no desde fuera. La verdad es que en el equipo me hacen sentir muy bien y eso ayuda a no pensar en lo que podría haber sido”, reconoce un emocionado Juan Carlos.

No ha podido llegar al Tour o a la Vuelta como ciclista, como soñó en su día, pero lo ha hecho por otro camino y lo que importa es que Escámez disfruta el ciclismo a su manera. Puede seguir ligado a este deporte que tanto ha querido desde los siete años y compartir confidencias con los que fueron sus compañeros y amigos. Y, por supuesto, podrá seguir presumiendo y bromeando con aquellos días en los que fue de los pocos que alguna vez ganó al mismísimo Alejandro Valverde, ése campeón al que cuida después de cada etapa y en las carreras más importantes del mundo, esas que Escámez soñó en correr algún día y que después pensó que nunca alcanzaría a conocer, pero que la magia del ciclismo le ha regalado la oportunidad de vivirlas a su manera.

Como cada día tras el esfuerzo de la etapa, Alejandro Valverde se dirige a la habitación del hotel de turno habilitada para el masaje. Allí le espera Juan Carlos Escámez, un valenciano de Novelda de 33 años con alma de ciclista en un cuerpo de masajista. El auxiliar del Movistar se ha convertido con el paso de los años y su buen hacer en uno de los hombres de confianza del líder de la escuadra telefónica y uno de los activos más valorados dentro de la estructura de Eusebio Unzué. Sus manos y su cabeza están centradas en cuidar los músculos de Valverde y de muchos otros, pero su corazón aún late con las pedaladas que daba no hace mucho tiempo y que le dejaron a las puertas del profesionalismo.

Juan Carlos Escámez Alejandro Valverde
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