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El Giro llega a Oropa, donde Miguel Indurain estuvo contra las cuerdas en 1993
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La montaña cobra protagonismo

El Giro llega a Oropa, donde Miguel Indurain estuvo contra las cuerdas en 1993

El bicampeón del Giro de Italia sufrió en la subida al santuario de Oropa por los ataques del letón Piotr Ugrumov, pero finalmente aguantó y se llevó el rosa

Foto: Miguel Induráin sufrió en la subida al Santuario de Oropa.
Miguel Induráin sufrió en la subida al Santuario de Oropa.

Cambio de tercio en el Giro de Italia. La alta montaña cobra protagonismo de manera casi ininterrumpida hasta el último día para decidir el ganador final. Hasta ahora la ‘corsa’ rosa ha decepcionado y aburrido por partes iguales, pero llega el turno de que la carretera apunte hacia el cielo y como don divino llueva un poco de emoción. O eso esperamos. Sin ir más lejos la etapa 14, la que debe servir de punto de inflexión, se reserva un final atractivo con las subidas a Alpe Noveis (1ª categoría), Bielmonte (2ª) y Oropa (1ª), donde está la meta.

No se trata de puertos de leyenda como el Stelvio, Gavia Montecampione o el Zoncolán, que aguardan su turno en días venideros, pero basta recordar lo que ocurrió en sus rampas hace 21 años para dar un halo de esperanza a la emoción y un tono de preocupación a los corredores. Allí, en la subida al Santuario de Oropa en 1993, Miguel Indurain estuvo a punto de sentir pánico por primera vez en su carrera deportiva. Y nunca antes desde su victoria en el Tour de Francia de 1991, el campeón navarro se vio contra las cuerdas en una gran vuelta. “Era el final del Giro y las fuerzas ya andaban muy justas”, recuerda a El Confidencial el propio Indurain.

En esa ocasión, al igual que este año, se subía Bielmonte –un puerto duro de casi 20 kilómetros de interminable ascensión- previo paso por Oropa. Era el penúltimo día de carrera y el día anterior la cronoescalada a Sestrieres había casi sentenciado la carrera del lado del navarro. Nada parecía amenazar el segundo triunfo de Indurain en el Giro, más aún con la fiabilidad del español.

Sin embargo, el letón Piotr Ugrumov no estaba por la labor de dejar pasar su oportunidad. El ciclista del Ballan, un oficial del Ejercito Rojo, aterrizó tarde en el pelotón internacional –debutó con 27 años- y quería provechar todas las oportunidades que se le presentaran. Su 1:34 de retraso con Miguel no fue obstáculo para que lo intentara en una subida no muy exigente –Oropa tiene 13 kilómetros de extensión y una pendiente media del 5,5%, llegando su rampa máxima a alcanzar el 13%-. “Yo conocía la subida y sabía cómo debía hacerla, que no tenía que cebarme con los ataques. Fue un momento complicado, pero en ningún momento temí por mi triunfo en el Giro”, señala Indurain.

Ugrumov se marchó en solitario en las rampas más exigentes y pronto disparó su ganancia por encima del medio minuto. Sin embargo, en ese momento, José Miguel Echávarri a los mandos del Mercedes del equipo Banesto esquiva el bloqueo de un comisario –no podía ponerse a la altura de su corredor- y se acerca para tranquilizar a Miguel. “Solo son 30 segundos. ¡A tu ritmo Miguel! ¡A tu ritmo!”, le gritaba el director del equipo bancario, que aparte de una buena bronca del comisario, se llevó también una multa. Sin embargo, un triunfo en el Giro bien merecía la pena cualquier sacrificio.

Fue en ese momento cuando el campeón de Villava puso el ‘piloto automático’ y con sus brazos en la cruz del manillar mantuvo el medio minuto de diferencia hasta la línea de meta. Por mucho que el letón apretara los dientes por alejar a la ‘maglia’ rosa, Indurain, más preocupado en ese momento por un ataque de alergia que le impedía respirar con normalidad que por el propio ataque de Ugrumov, controló la situación y sólo cedió 36 segundos en meta, lo que le permitió ganar su segundo Giro de Italia con 58 segundos de diferencia.

Quizás este relato y la rebeldía de Ugrumov, inspire este sábado a los corredores en la subida a Oropa, donde por cierto Miguel nunca ha vuelto, y más de uno seatreva a atacar y poner un poco de picante a esta sosa edición de la ronda italiana.

Cambio de tercio en el Giro de Italia. La alta montaña cobra protagonismo de manera casi ininterrumpida hasta el último día para decidir el ganador final. Hasta ahora la ‘corsa’ rosa ha decepcionado y aburrido por partes iguales, pero llega el turno de que la carretera apunte hacia el cielo y como don divino llueva un poco de emoción. O eso esperamos. Sin ir más lejos la etapa 14, la que debe servir de punto de inflexión, se reserva un final atractivo con las subidas a Alpe Noveis (1ª categoría), Bielmonte (2ª) y Oropa (1ª), donde está la meta.

Miguel Indurain
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