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Kobe prefirió dólares y ahora es un alma en pena... Pau, en Chicago, todo lo contrario
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es el jugador con más tiros fallados en la historia

Kobe prefirió dólares y ahora es un alma en pena... Pau, en Chicago, todo lo contrario

El escolta de los Lakers es el jugador con más tiros errados de la historia. Pero tiene dinero que es lo que quiso. Mientras, Gasol sonríe como nunca en los Bulls

Foto: Kobe, brazos en jarra, durante un encuentro de los Lakers de esta temporada.
Kobe, brazos en jarra, durante un encuentro de los Lakers de esta temporada.

Después de ir a remolque durante todo el partido (101-84 a 6:50 del final), un arrebato de garra permitió a los Lakers ponerse a tres puntos de los Grizzlies con 40 segundos por jugarse en el FedEx Forum de Memphis. De forma inexplicable, la acción que hubiera dado esperanzas a los angelinos acabó con una suspensión poco habitual de Jordan Hill, un pívot aseado y voluntarioso pero con escasas dotes para el tiro desde fuera de la pintura. A continuación, Zach Randolph hizo de coche escoba para rebañar un error de Marc Gasol y cercenar los sueños de un equipo dejado de la mano de Dios. La sexta derrota en siete partidos (107-102) tuvo además un componente más sangrante si cabe: Kobe Bryant, que abandonaba con un relinche más propio de un equino, se convirtió en el jugador con más tiros fallados en la historia de la NBA.

Sí, han oído bien. Le quedaban tres fallos para gastar y no fue capaz de enfocar 16 lanzamientos. Con una serie de 10/26 en el tiro, el escolta angelino acumulaba 13.421 tiros errados a lo largo de su carrera, superando en tres (13.418) al legendario alero de los Celtics John Havlicek (1962-1978). "Yo no estoy pendiente de estas cosas... Soy un un escolta tirador que lleva 19 años en la NBA... 19 años", relataba con seriedad a la conclusión del partido, en una de esas comparecencias en el vestuario que tanto admiramos desde el otro lado del charco. Con este amargo honor, el jugador de 36 años encabeza un listado donde, además de Havlicek, figuran históricos como Elvin Hayes (13.296), Karl Malone (12.682), Kareem Abdul-Jabbar (12.470) y Michael Jordan (12.345). “Recuerdo cuando era un chaval y vi a Michael Jordan lanzar 49 veces en unas Finales de la NBA. ¿Se imaginan que yo hago eso y pierdo? Pongan las cosas en perspectiva", aclaraba un hombre que las ha visto de todos los colores.

Según Elias Sports Bureau, en su decimonovena campaña en la NBA, el escolta nacido en Philadelphia acumula 44 partidos en los que ha fallado al menos 20 tiros. Una estadística comandada por Wilt Chamberlain (117), Elgin Baylor (94) y Allen Iverson (45), donde Kobe emerge en cuarto lugar. “Tienes que dar un paso al frente y jugar. No puedes preocuparte de las críticas ni del fracaso. No puedes hacerlo. Hay que tratar de hacerlo lo mejor que se pueda y que pase lo que tenga que pasar. No puedes permitirte estar agarrotado por el fracaso o el miedo a lo que la gente pueda decir”, insistía un tipo acostumbrado a estar en el punto de mira.

En los primeros siete partidos (sin contar el de esta madrugada ante los Pelicans) acumula 66 tiros de campo convertidos de los 168 que ha intentado (55/130 en tiros de dos y 11/38 en triples), a los que habría que añadir el aceptable 44/53 desde la línea del 4,60. Está tirando peor que nunca (39,3%). En ninguna de sus 18 temporadas anteriores en la liga había bajado del 40% en tiros de campo. “Si lo hace, malo, y si no lo hace peor”, expresaba el técnico Byron Scott. “En los partidos en los que no tira mucho, la gente se pregunta por qué no tiró más. De ninguna de las maneras va a salir ganador. Algo que resulta increíble para un tipo que da todo lo que tiene en todos y cada uno de los partidos que juega”. Al que fuera uno de los grandes tiradores de los Lakers del ‘Showtime’ durante la década de los ochenta no le queda otra que fiarlo todo a su emblema.

Un icono que pese a sus promedios (26.7 puntos, 5.6 rebotes y 3.4 asistencias) está retrocediendo en el tiempo y, rodeado de una plantilla mediocre, se ha plantado en 2006 aunque con ocho años más, varias lesiones (rodilla y talón de Aquiles) en su historial médico y un horizonte más oscuro. Aquel año, Bryant reventó su promedio anotador con 35,7 puntos por noche a costa de tirarse hasta las zapatillas (metía 12,2 tiros de los 27,7 que intentaba). En los siete duelos que ha jugado hasta la fecha, acumula 24 intentos de los que sólo anota 9,4. Eso sí, los Lakers ganaron 45 partidos y jugaron playoffs, donde fueron apeados por el ‘run & gun’ de los Suns de Mike D’Antoni en el séptimo partido de primera ronda. “Me parece totalmente desafortunado porque estamos hablando de uno de los grandes competidores que hemos visto en los últimos tiempos. Yo cojo estas cosas con pinzas y estoy seguro de que él también. Su fin último es ganar campeonatos”, volvía a percutir Scott.

Una minucia a sumar a los numerosos problemas que han envuelto el peor arranque posible para una temporada que, si bien era concebida como de transición, parecía encaminada a olvidar el mal trago del curso pasado, cuando los californianos cuajaron la peor temporada de su historia desde que se mudaron a Los Ángeles allá por 1960 (27-65). Muchos aficionados califican de droga dura trasnochar para ver en directo los partidos de la segunda franquicia más laureada de la historia. Además de la lesión de Steve Nash, Julius Randle, el portentoso ala-pívot de la universidad de Kentucky elegido en el puesto número 7 del último draft, se rompió la tibia en el primer partido de la temporada.

Respecto a este hecho, la NBA ha mitigado en parte la situación. Desde las altas instancias de la competición se ha dado luz verde para que el conjunto californiano pueda hacer uso de la excepción de jugador incapacitado, después de que los médicos confirmaran que el jugador se perderá lo que resta de temporada. De esta forma, los Lakers dispondrán hasta el 10 de marzo de 1,5 millones de dólares, la mitad del salario de Randle en su año rookie, para hacerse con los servicios de agente libre por un año o introducirla en un posible traspaso. Para colmo, en la madrugada del lunes, el padre del escolta Wayne Elligton fue encontrado muerto con un tiro en la cabeza en Philadelphia. Problemas dentro y fuera del parqué que dibujan un horizonte turbio. Eso sí, a los mitos que no nos los toquen. Y a su salario menos.

El pasado miércoles, Hoopshype publicaba un análisis de los jugadores que más dinero habían perdido de cara al nuevo curso que arrancó el pasado 28 de octubre. Una lista que pone de relieve una austeridad de la que Kobe no ha querido ser partícipe. Cierto que con la renovación de Kobe (2 años y 48,5 millones) se mantiene viva la llama del mito, pero a costa de no reunir un roster de garantías que evite repetir el escarnio. Los fichajes por un año de Jeremy Lin y Carlos Boozer, así como las extensiones de Wesley Johnson y Nick Young no constituyen atractivos encaminados a lograr el éxito deportivo en el largo plazo. Hambre para hoy y ya veremos si habrá pan para mañana.

Observando la feroz competencia en el Oeste, el roster de los Lakers es para echarse a llorar. Una poción venenosa que, tal y como exponía con brillantez el analista Tom Ziller en la web SB Nation, desembocaría en una palabra: tanking. En este contexto de jugar para perder hay un hecho determinante. Los Lakers sólo podrán tener derecho a su primera ronda del próximo draft si consiguen acabar entre los cinco peores equipos de la Liga. Si no será de los Suns. Un aliciente más para tankear desde el día 1 y poder pescar algo potable en junio. Suena duro, pero los desconcertantes indicios hacen que la teoría de la conspiración cobre fuerza.

“Me doy cuenta que los Lakers están en fase de reconstrucción.No dudo que en el futuro vuelvan a ser aspirantes al anillo. Desafortunadamente, las necesidades inmediatas de los Lakers no coinciden con las mías. Les deseo lo mejor al equipo y a sus aficionados”. Con un sobrio y emotivo comunicado a través de su web, Pau Gasol ponía punto y final a su vínculo con los Lakers. A sus 34 años decidía otear nuevos horizontes en busca de un tercer anillo con el que adornar su ya de por sí exuberante palmarés. Después de días de llamadas y reuniones maratonianas, los Bulls se llevaron el gato al agua y firmaron al pívot de Sant Boi por 3 años y unos 22 millones de dólares. De esta forma, Pau pasaría de cobrar 19,2 millones de dólares a 7,1, una reducción de 12,1 millones. Cifra que le coloca en el último cajón del podio de los jugadores que más dinero han supeditado a sus objetivos económicos después de Dirk Nowitzki (de 22,7 a 7,9), máximo anotador extranjero de la historia con 26953 puntos, y Danny Granger (de 14,3 a 2,1).

Y la jugada, de momento, le está saliendo de maravilla. En los ocho partidos disputados hasta la fecha por la franquicia de la Ciudad del Viento (6-2, terceros del Este), el español, con cinco dobles-dobles en estos primeros compases, promedia 18,4 puntos (49% TC), 11,1 rebotes, 2 asistencias, 2,4 tapones en 34 minutos. Además de la influencia que reflejan sus guarismos, su impacto en el juego del equipo de Illinois está siendo determinante. Además, después de la victoria ante los Pistons (102-91), donde Pau firmó 17 puntos, 15 rebotes, 4 asistencias y 1 tapón, Pau tiene al alcance de su mano convertirse en el sexto jugador en la historia de la NBA en lograr al menos 16.000 puntos, 8.000 rebotes, 3.000 asistencias y 1.500 tapones. Algo que sólo figura en el expediente de ilustres como Kareem Abdul-Jabbar, Hakeem Olajuwon, Shaquille O’neal, Kevin Garnett y Tim Duncan. Le quedan tres asistencias para conseguirlo. Esta madrugada ante los Raptors puede entrar en este selecto club. Sin duda, la otra cara de la moneda que refrenda el acierto rotundo que supuso dejar Los Ángeles.

Después de ir a remolque durante todo el partido (101-84 a 6:50 del final), un arrebato de garra permitió a los Lakers ponerse a tres puntos de los Grizzlies con 40 segundos por jugarse en el FedEx Forum de Memphis. De forma inexplicable, la acción que hubiera dado esperanzas a los angelinos acabó con una suspensión poco habitual de Jordan Hill, un pívot aseado y voluntarioso pero con escasas dotes para el tiro desde fuera de la pintura. A continuación, Zach Randolph hizo de coche escoba para rebañar un error de Marc Gasol y cercenar los sueños de un equipo dejado de la mano de Dios. La sexta derrota en siete partidos (107-102) tuvo además un componente más sangrante si cabe: Kobe Bryant, que abandonaba con un relinche más propio de un equino, se convirtió en el jugador con más tiros fallados en la historia de la NBA.

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