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La NBA sigue ampliando sus fronteras con Sim Bhullar, un gigante indio de 2,26
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firma un contrato con los sacramento kings

La NBA sigue ampliando sus fronteras con Sim Bhullar, un gigante indio de 2,26

Aunque no fue elegido en el draft, los Kings le han dado la oportunidad. Si debuta, este pivot de 163 kilos será el primer jugador de origen indio en la NBA

Foto: Sim Bhullar durante su último año en la Universidad de Nuevo México
Sim Bhullar durante su último año en la Universidad de Nuevo México

Con 2,26 metros de altura y 163 kilos de peso, la figura de Sin Bhullar (North York, Ontario, 1992) destaca por encima del resto. Tras dos años en la Universidad de Nuevo México, donde la pasada temporada promedió 10.4 puntos, 7.8 rebotes, 1.4 asistencias y 3.4 tapones por encuentro, este gigante de ascendencia indiosintió que era el momento de dar el salto al siguiente nivel: la NBA. Aunque su entrenador y algunos expertos en la materia no le veían preparado, Bhullar decidió declararse elegible para el que para muchos ha sido el mejor draft de la última década. Antes de la lotería del 26 de junio celebrada en el Barclays Center, el pívot estuvo presente en unas sesiones de entrenamiento privadas con los Toronto Raptors. Las sensaciones en la franquicia de su tierra no fueron del todo malas pero el staff técnico le encontraba verde. Su falta de movilidad y su ternura competitiva no ayudaban.

El analista de la ESPN, Chad Ford, tampoco encontraba atractiva a una torre que apenas tiene que despegar sus enormes pies del suelo para machacar. De hecho, no le incluyó en su clásico ranking donde, según su contrastado criterio, figuran los 100 mejores jugadores que aspiran a ocupar las 60 posiciones que conforman las dos rondas del draft. Como de costumbre, no se equivocó. El nombre de Bullar no figuraba entre las dos elecciones de las que, si sus compromisos lo permiten, disponen las 30 franquicias NBA. Un mazazo que podría haberle hecho sopesar la idea de probar suerte lejos de Norteamérica. Sin embargo, el pasado viernes saltaba la liebre: los Sacramento Kings decidían ofrecerle un contrato. "El sueño se convierte en realidad. Firmando mi primer contrato en la NBA con los Sacramento Kings", escribía exultante el corpulento center en su perfil de Twitter. En caso de debutar con los Kings, Bhullar se convertiría en el primer jugador de origen indio en jugar en la mejor liga de baloncesto del planeta. Además, atendiendo a su estatura, sería el quinto jugador más alto en la historia de la NBA tras Gheorghe Muresan (2,31), Manute Bol (2,31), Shawn Bradley (2,29) y Yao Ming (2,29).

El equipo afincado en la capital de California confirma el fichaje pocas semanas después de contar con su presencia en la Liga de Verano de Las Vegas. Allí, a Bhullar no le dio tiempo a demostrar sus aptitudes para competir con los mejores: dos puntos en cuatro partidos con menos de tres minutos de media por encuentro se antojan aval insuficiente. Pobres guarismos que no han importado a la directiva de los Kings para darle un voto de confianza y apostar por él. Como su contrato, su futuro está todavía por determinar. En el roster de los Kings tendrá la dura competencia de DeMarcus Cousins, con mucho, uno de los pívots más talentosos de la NBA y Aaron Gray. Los training camps de mediados de septiembre previos a la pretemporada supondrán un punto de inflexión en el prometedor futuro del que podría ser en el nuevo techo de la NBA. De no cuajar, podría ser reasignado a los Reno Bighorns, el equipo de la Liga de Desarrollo (NBDL) afiliado a los Kings. El propietario de los Kings, Vivek Ranadivé, ve en su nueva adquisición un futuro esperanzador y una posible vía para explorar un territorio hasta ahora virgen para la NBA: “Sim es el primer jugador de origen indio que firma con una franquicia de la NBA y representa uno de los muchos jugadores que surgirá de esa región si el baloncesto continúa despertando más atención y más pasión entre los aficionados de la India”.

La carrera de Sim Bhullar empezó a forjarse cuando sus padres, Avtar (1,96 metros) y Varinder (1,78 metros), decidieron hacer las maletas y comenzar una nueva vida en Toronto, lejos de su Amritsar (India) natal. Allí nacieron sus dos hijos: Sim y Taveer, que a sus 19 años ya está en 2,22 y 161 kilos y, tras alargar su periodo de elegibilidad el pasado curso, reemplazará a su hermano como torre en la Universidad de Nuevo México. Una decisión que, pese a que no había ningún antecedente deportivo en la familia, sirvió en bandeja la oportunidad de que sus dos retoños dieran sus primeros pasos en el mundo de la canasta. Porque, por mucho que se empeñara el padre, el criquet no era lo suyo. Tras destacar en torneos locales, sus padres pensaron que la cosa iría en serio y mandaron a los dos al reputado instituto Kiskie School de Saltsburg de Pennsylvania. Aunque su físico estaba muy crudo, los entrenamientos con el equipo de lucha libre les fueron poniendo a tono: "Sim me recuerda a Sabonis, por su movilidad e inteligencia y Taveer me recuerda a Tim Duncan, pero todavía tiene problemas con su velocidad de pies", comentaba por entonces Daryn Freedman, su entrenador en el ‘high school’. Palabras mayores.

Tras cambiar de instituto en 2010 y reducir 15 kilos, en 2011 llegó la hora de dar el salto a la Universidad. Aquel verano, durante el Mundial Sub-19 celebrado en Letonia consiguió 24 puntos y 14 rebotes ante Corea, pero una lesión le obligó a perderse los partidos decisivos. Aunque la primera opción era Xavier (Cincinnati, Ohio), los prohibitivos 42.000 dólares que tenía que apoquinar al no acceder a la beca correspondiente supusieron un paso atrás. Le liberaron en agosto de 2011 para que recalar en Nuevo México. No lo tuvo fácil al principio. En su año freshman (2011/2012) no pudo jugar porque la NCAA le denegó la exención de elegibilidad al cambiar de equipo y tampoco aprobó el recurso de apelación presentado por el centro. Hubo que esperar hasta la temporada 2012/2013 para verle dominar bajo los aros de la liga universitaria, el trampolín previo a la que puede ser una exitosa carrera NBA.

En su libro ‘Invasión o Victoria’ (Ediciones JC, 2012), probablemente el más ambicioso trabajo de investigación sobre el fenómeno extranjero dentro el baloncesto profesional americano, las expertas y autorizadas voces de Gonzalo Vázquez y Máximo José Tobías desgranan con maestría un asunto de vital importancia a la hora de entender las decisiones, tendencias y cambios registrados en la NBA. Aunque Bhullar es ciudadano canadiense a todos los efectos, su aterrizaje da continuidad al proceso de globalización que vive la mejor liga del mundo. Un fenómeno que se acrecentó a mitad de la década de los ochenta del siglo pasado, pero que fue de la mano al nacimiento de las competiciones profesionales en el país de las oportunidades.

Con los datos en la mano, en 1946, Hank Biasatti, canadiense de origen italiano, fue el primer jugador no estadounidense en emprender la aventura americana al jugar seis partidos con los Toronto Huskies. Aquel año, el alemán nacido en la república de Weimar, Frido Frey, fue el pionero en abrir la ruta atlántica hacia Estados Unidos. Disputó 23 partidos con los Knicks (3,8 puntos). Hank Beenders, holandés de ascendencia holandesa que jugó hasta 1949 en la extinta BAA (competición que ese año se fusionó con la también desaparecida NBL para dar forma a la actual NBA), fue el primero en adquirir un papel relevante, promediando 12,4 puntos en los Providene Steam Rollers. Tuvimos que esperar hasta los ochenta para ser testigos de la llegada de las primeras grandes estrellas. Pese a su naturalización, Olajuwon (Nigeria), Ewing (Jamaica) o Dominique Wilkins (Francia) no tenían orígenes yanquis. Luego llegó Petrovic y la década de los 90, la que supuso el arraigo de los forasteros: Divac, Sabonis, Duncan, Nowitzki, Ginóbili, Gasol… se había roto el hielo y una barrera caía a plomo, haciéndose añicos contra el suelo.

Ahora, la NBA es una especie de aldea global donde conviven en armonía jugadores de diferentes nacionalidades. El pasaporte pasa a un segundo plano, la autarquía se fue relajando y los estadounidenses calmaron su histórico egocentrismo. Ya no son el ombligo del mundo, se dejan enseñar y han decidido apostar de manera firme por adquirir todas las cosas buenas que llegan desde fuera de sus fronteras. Tanto es así que desde 2006 más de 150 jugadores han formado parte de algún equipo de la NBA. En la temporada 2013/2014, los 92 jugadores extranjeros que militaban en la liga representaban el 20% del total. Sólo tres equipos (Clippers, Pelicans y Sixers) no contaban con un foráneo en su plantel. Otros, como los Spurs, vigentes campeones, gustan por el talento exterior y levantaron el trofeo Larry O’Brien con nueve integrantes de su plantilla nacidos fuera de Estados Unidos: Parker, Diaw, Splitter, Ginóbili, Belinelli, Corey Joseph, Tim Duncan, Patty Mills y Aron Baynes.

Con 2,26 metros de altura y 163 kilos de peso, la figura de Sin Bhullar (North York, Ontario, 1992) destaca por encima del resto. Tras dos años en la Universidad de Nuevo México, donde la pasada temporada promedió 10.4 puntos, 7.8 rebotes, 1.4 asistencias y 3.4 tapones por encuentro, este gigante de ascendencia indiosintió que era el momento de dar el salto al siguiente nivel: la NBA. Aunque su entrenador y algunos expertos en la materia no le veían preparado, Bhullar decidió declararse elegible para el que para muchos ha sido el mejor draft de la última década. Antes de la lotería del 26 de junio celebrada en el Barclays Center, el pívot estuvo presente en unas sesiones de entrenamiento privadas con los Toronto Raptors. Las sensaciones en la franquicia de su tierra no fueron del todo malas pero el staff técnico le encontraba verde. Su falta de movilidad y su ternura competitiva no ayudaban.

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