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Pau apuesta por el carácter ganador de los Bulls, un equipo que luchará por el anillo
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Con 34 años jugará en su tercer equipo nba

Pau apuesta por el carácter ganador de los Bulls, un equipo que luchará por el anillo

Sólo falta hacerlo oficial. El fichaje del pívot español por los Chicago Bulls es cuestión de horas. Pau elige un equipo competitivo que luchara por grandes cosas

Foto: Pau Gasol machaca el aro en un encuentro ante los Portland Trail Blazers de la pasada temporada.
Pau Gasol machaca el aro en un encuentro ante los Portland Trail Blazers de la pasada temporada.

A sus 34 años, por primera vez tenía la opción de ser el dueño de su destino. En torno a las 23.00 horas del sábado saltaba la liebre. Tras seis temporadas y media en los Lakers (dos anillos y tres finales entre 2008 y 2010) y 13 en el salvaje Oeste, Pau Gasol confirmaba las informaciones que anunciaban a los Chicago Bulls como el equipo donde proseguir su carrera en la NBA y buscar su tercer anillo. “No ha sido fácil. Después de meditarlo mucho, he decidido jugar en los Chicago Bulls. Muy ilusionado de vivir esta nueva etapa”, escribía el ala-pívot español en su perfil de Twitter. El viernes, LeBron James abrió la veda anunciando que regresaba a los Cavaliers y Carmelo Anthony frenó su gira por medio Estados Unidos para, al menos, seguir haciendo fortuna en los Knicks (5 años a cambio 120 millones de dólares). Una decisión que terminó de deshacer el entuerto y llevó a la franquicia de Illinois a decantarse por el internacional español.

Allá por el mes de febrero, en medio de la tempestad que marcó un curso lleno de altibajos, Pau sabía que su momento para decidir llegaría y la mente andaba despejada para tomar la mejor decisión posible. “No puede ser de otra manera. Quiero estar en un equipo con aspiraciones reales de anillo y donde mi contribución sirva para poder ganarlo o al menos competir por él. Quiero luchar por ganar otro campeonato. El aspecto económico es secundario en estos momentos de mi carrera", aseveró. Ni Spurs, ni Thunder, ni Knicks, ni Lakers, la Ciudad del Viento, la misma que alumbró al mejor jugador de todos los tiempos y a sus seis anillos en los noventa, le recibe con los brazos abiertos. Lo intentaron en 2008, antes de que firmara con los Lakers, y, en 2012, volvieron a la carga para frenar el preocupante dominio de los Heat en el Este.

Aunque todavía no han trascendido los términos del contrato en cuanto a duración y retribución, la farragosa normativa salarial que rige la NBA nos permite efectuar algunas cavilaciones más o menos lógicas. Tras rechazar dos ofertas (una de dos años y 22 millones y otra de tres años y 29) de los Lakers, los angelinos declinaron acometer un ‘sign and trade’ que hubiera involucrado a más piezas y a un tercer equipo en la operación. El único pero para unos Bulls que tratan por todos los medios de deshacerse de Carlos Boozer y los 16,8 millones que debe percibir el ala-pívot de Alaska en su último año de contrato. Si no consiguen encontrarle salida vía traspaso, deberán usar la cláusula de amnistía antes del día 16, esto es: asumir su salario (o parte del mismo en caso de que firme por otro equipo) y que éste no cuente en el límite salarial impuesto por la Liga a las franquicias.

Una situación que obliga a Gasol a reducir sus emolumentos hasta firmar un contrato multianual que, según apuntan desde Estados Unidos, empezaría en unos 6,5 millones de dólares, a años luz de los 19 que percibió en su último año en el Staples. Por el contrario, los Bulls tendrían espacio para dar cabida en el equipo a Nikola Mirotic, que firmaría por el salario medio de la Liga (algo más de cinco millones) si es que el montenegrino decide dar el salto. Entre los dos sumarían poco más de 11 millones de dólares (8 millones de euros): una verdadera ganga.

¿Y ahora qué? En estos momentos, con todo el verano por delante, cualquier pronóstico acerca de lo que pueda ocurrir la próxima temporada se antoja aventurado. Los equipos se encuentran inmersos en una vorágine de traspasos capaz de cambiar el panorama de la noche a la mañana. Al margen de futuros movimientos, en Chicago a Gasol le aguarda un equipo hecho, con una espina dorsal bien definida. Además del esperado regreso de Derrick Rose, en el United Center compartirá taquilla con Joakim Noah, mejor defensor del último curso, así como con Taj Gibson, uno de los mejores sextos hombres de la competición, Jimmy Butler, pieza en pleno crecimiento y expansión, y el novato Doug McDermott, uno de los tapados del último draft.

En 2010, la llegada de Tom Thibodeau al banquillo, unida a la explosión de Rose como estrella del firmamento NBA supusieron un salto de calidad para la franquicia de Illinois. Una final de Conferencia perdida ante el ya desmembrado ‘Big Three’ de los Heat (4-1) corrobora el cambio de tendencia en un equipo que había navegado a la deriva desde la marcha de Michael Jordan en 1998. Pese a la ausencia del base de Englewood (Chicago) en las dos últimas temporadas por culpa de sendas lesiones en la rodilla, el equipo ha hecho gala del arrojo y la capacidad de sacrificio inculcadas por el que fuera ayudante de Doc Rivers en los Celtics. Tres temporadas con 50, 48 y 45 victorias respectivamente en liga regular y alguna digna participación en postemporada dan fe de ello.

Con todo, es innegable que en el Manicomio de la calle Madison falta un punto para ser considerado un serio aspirante al anillo. Sin embargo, hay señales que indican que ese punto está cerca. Y una de ellas es el aterrizaje de Gasol. Su figura casa como anillo al dedo dentro de un sistema con un marcado carácter defensivo. El internacional español se convertirá en la ansiada referencia ofensiva en el poste bajo que pedían a gritos los Bulls. Un complemento perfecto para Noah, guerrero bajo los tableros y excelso defensor que, pese a su crecimiento ofensivo en el poste alto en los últimos cursos, seguirá siendo el principal baluarte en el trabajo sucio.

El adiós de un ‘gentleman’

Pese al tumulto y los constantes rumores de traspaso con las que tuvo que lidiar desde diciembre de 2011, Pau se va con un ‘no, gracias’ y se despide como un caballero. “Me doy cuenta que los Lakers están en fase de reconstrucción. No dudo que en el futuro vuelvan a ser aspirantes al anillo. Desafortunadamente, las necesidades inmediatas de los Lakers no coinciden con las mías. Les deseo lo mejor al equipo y a sus aficionados”, comentaba el jugador en un texto publicado en su página web. Su marcha, por la que los angelinos no han sacado aparte de un buen disgusto, unida a las controvertidas decisiones tomadas por Mitch Kupchak en los últimos días, dibujan un panorama poco halagüeño para el equipo oro y púrpura.

"Decidir dejar Los Ángeles ha sido una de las decisiones más difíciles que he tenido que tomar. [...] Estoy muy agradecido de haber coincidido con uno de los jugadores más buenos de la historia de la NBA, Kobe Bryant [...] y de haber tenido la oportunidad de estar bajo las órdenes de uno de los mejores entrenando, Phil Jackson", proseguía el escrito. Mano de hierro en guante de seda. Es la particular venganza de un Pau Gasol que mira con optimismo su nuevo capítulo, quién sabe si el último, en la mejor liga de baloncesto del planeta.

A sus 34 años, por primera vez tenía la opción de ser el dueño de su destino. En torno a las 23.00 horas del sábado saltaba la liebre. Tras seis temporadas y media en los Lakers (dos anillos y tres finales entre 2008 y 2010) y 13 en el salvaje Oeste, Pau Gasol confirmaba las informaciones que anunciaban a los Chicago Bulls como el equipo donde proseguir su carrera en la NBA y buscar su tercer anillo. “No ha sido fácil. Después de meditarlo mucho, he decidido jugar en los Chicago Bulls. Muy ilusionado de vivir esta nueva etapa”, escribía el ala-pívot español en su perfil de Twitter. El viernes, LeBron James abrió la veda anunciando que regresaba a los Cavaliers y Carmelo Anthony frenó su gira por medio Estados Unidos para, al menos, seguir haciendo fortuna en los Knicks (5 años a cambio 120 millones de dólares). Una decisión que terminó de deshacer el entuerto y llevó a la franquicia de Illinois a decantarse por el internacional español.

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