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Sin noticias de Felipe en un Palacio que pidió la dimisión de Orenga
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EL TÉCNICO, SUPERADO POR LA PRESIÓN

Sin noticias de Felipe en un Palacio que pidió la dimisión de Orenga

La nefasta gestión del seleccionador español, que apostó una rotación corta, fue una de las claves de la dura derrota en un Palacio de los Deportes frío

Foto: El seleccionador español, Juan Antonio Orenga, en un momento del partido contra Francia (EFE)
El seleccionador español, Juan Antonio Orenga, en un momento del partido contra Francia (EFE)

Felipe VI decidió no acudir a Palacio. Lo hizo Su Majestad Don Juan Carlos. Otro Felipe, Reyes, casualmente, síque estuvo en el Palacio, pero no pasó del banquillo y todo gracias a una nefasta gestión de recursos y jugadores de Juan Antonio Orenga, incapaz de dar la vuelta a un partido que se puso feo en el primer minuto y que tuvo el peor final posible, el de la eliminación de España ensu Mundial. Este equipo no se merecía algo así y Pau Gasol menos aún, pero en momento alguno conectaron ni con la grada ni con lo que pasaba en la cancha.

La selección se estrelló ante el orden francés, la excelente dirección de Vincent Collet y las pocas ideas del técnico español, que decidió jugar con nueve y rechazar a un jugador como Felipe Reyes, que si algo tiene es carácter, capacidad de lucha y entrega. Es imposible saber lo que hubiera pasado con el capitán madridista bajo los aros, pero lo peor es que no lo podremos saber nunca. El seleccionador exterminó esa posibilidad, como lo hizo con Claver y Abrines.

Los jugadores pidieron ayuda al ahora llamada Barclaycard Center, pero el público nunca se metió en el partido. Los jugadores y el técnico no se lo permitieron. La frialdad presidió un partido que solocambió el paso con un par de canastas de Pau, un tapón de Ibaka y un triple de Navarro. El resto del tiempo, desesperación total y absoluta por los fallos de los jugadores y por las soluciones del entrenador, que no pasaban de rotar por los mismos jugadores y en las mismas pociones. Ante este panorama el Palacio no fue el infierno que pedían en la previa y sí un frío reducto en el que unos galos vestidos con una camiseta horrorosa y algunos con una incipiente barriga, camparon a sus anchas.

Lamonica, árbitro de cámara de FIBA, fue el único aliado que encontró Orenga. Durante unos minutos se puso la roja con el único fin de evitar lo que todo el mundo estaba viendo, que no era otra cosa que el desastre español. Ni por esas. La empanada en la cancha y en el banquillo era total y absoluta.

La boca se llenó de final antes de merecerla. Escuchabas las conversaciones previas antes de entrar al Palacio o al Barclaycard Center,como ustedes quieran, y se hablaba más de la final ante Estados Unidosque de Diaw, Batum, Heurtel o Gelebale, culpables de que esos comentarios de cómo parar a Harden y su barba se hayan convertido en uno de las mayores demostración de prepotencia que ha tenido el deporte de este país en toda su historia. "No hemos preparado bien el partido", afirmó Navarro. Todo dicho.

Se hablaba de torneo preparado, de bolas calientes en el sorteo, de final escrita, de derrotar a una selección norteamericana dicen que venida a menos, pero la realidad muestra que España ya es historia y cada jugador ya está en su casa, mientras que Francia piensa en Serbia para hacer frente a la NBA. El público nunca creyó en la derrota y el problema es que Orenga tampoco. Pocos gritos y menos ánimos para animar a una selección que cayó en la vulgaridad desde el principio del partido. Y así fue despedido con gritos que pedían su dimisión.

Los cien seguidores franceses (la mayoría familiares de los jugadores) no estuvieron solos. El rojiblanco Griezmann fue el otro de los presentes en el recinto de la Avenida de Felipe II (qué casualidad) que se alegró de lo sucedido. Allí estuvo, a pie de pista, sufriendo en silencio cada canasta de Pau (solo anotaba el de los Bulls) y se alegra más en silencio de los mismos logros de sus compatriotas. A su lado, Juanfran, Mario Suárez, Moyá, Ramos y Casillas.

Felipe VI decidió no acudir a Palacio. Lo hizo Su Majestad Don Juan Carlos. Otro Felipe, Reyes, casualmente, síque estuvo en el Palacio, pero no pasó del banquillo y todo gracias a una nefasta gestión de recursos y jugadores de Juan Antonio Orenga, incapaz de dar la vuelta a un partido que se puso feo en el primer minuto y que tuvo el peor final posible, el de la eliminación de España ensu Mundial. Este equipo no se merecía algo así y Pau Gasol menos aún, pero en momento alguno conectaron ni con la grada ni con lo que pasaba en la cancha.

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