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El mejor Real Madrid y la peor ACB: radiografía de una crisis anunciada
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los problemas que sacuden a la liga

El mejor Real Madrid y la peor ACB: radiografía de una crisis anunciada

La ACB se ha transformado en una competición en decadencia, maltratada, carente de emoción y cuyo prestigio se encuentra cada vez más en entredicho.

Foto: Jugadores de los 18 equipos durante la presentación oficial de la temporada 2013-14 de la Liga Endesa ACB. (Efe)
Jugadores de los 18 equipos durante la presentación oficial de la temporada 2013-14 de la Liga Endesa ACB. (Efe)

Desde hace unos meses, la prensa deportiva abre su sección de baloncesto con un Real Madrid superlativo. Con 31victorias consecutivas en un arranque de curso histórico, los blancos son la envidia de todos. Un equipo que apabulla rivales sin piedad y adereza su poderío con un juego electrizante. La exuberancia al servicio del baloncesto. Sin embargo, los de Laso, que pulverizan registros a golpe de purpurina sin apenas despeinarse, cohabitan, a nivel nacional, en un ecosistema contaminado. La ACB se ha transformado, desde casi cualquier ángulo, en una competición en decadencia, maltratada, carente de emoción y cuyo prestigio, deportivo e institucional, se encuentra en entredicho.

Fuga de cerebros, ausencia de cantera (ningún jugador en los prospectos para el próximo 'draft') y de estrellas de clase media fuera de los grandes equipos, americanos de poca monta, vacío de poder, escaso interés traducido en pésimas audiencias televisivas y un desastroso reclamo popular… un mejunje del todo indigesto. Y claro, la crisis. La terrible coyuntura económica se ha cebado con el mundo de la canasta. Como en todas las grandes recesiones, aquí también hubo un globo que se pinchó. Alejado de la casta privilegiada, personificada en los Rudy, Lorbek, Navarro o renovaciones al alza en medio de la tempestad como la de Sergio Rodríguez, existe un precipicio al que cada vez se acercan más clubes.

De los presupuestos oficiales para la temporada 2013-14 se desprende una desigualdad brutal. Los 27 millones que atesora el Real Madrid, el club más rico por delante del Barcelona (25), son la suma de los 10 presupuestos más bajos de la Liga. Una divergencia que queda retratada sobre el parqué. Claro que el Barcelona puede llegar al Fontes do Sar y palmar por 17, pero a la hora de la verdad los favoritos serán los mismos. El palmarés dice que entre Liga Nacional y ACB (57 ediciones) sólo se han registrado seis campeones: Real Madrid (31), Barcelona (17), Joventut (4), Baskonia (3), Unicaja (1) y Manresa (1).

Una selección natural a base de billetes donde el atractivo de la competición queda difuminado. Disparidades que se han acentuado en los últimos tiempos. Actualmente, sólo 7 de los 18 equipos están al día con sus pagos: los dos clubes de fútbol, Real Madrid y Barcelona; los tres soportados por las cajas de ahorros, CAI, Unicaja y Cajasol; el Valencia con Juan Roig, uno de los principales hombres de negocios de nuestro país, al frente y el Gran Canaria, propiedad del cabildo de la isla. Por su parte, los sueldos de casi todos los equipos han caído de forma estrepitosa en los últimos dos años y muchos profesionales huyen despavoridamente en busca de un jornal que entiendan justo. Como destino, quizá Alemania, un modelo de referencia donde la gente cobra al día y el público abarrota las gradas.

En España es complicado que eso ocurra de forma regular. El pasado mes de diciembre, el CSD entregaba a los clubes un demoledor informe de 22 páginas, cuyo contenido sintetizaba el Diario AS. En él se alertaba sobre los números rojos de la ACB. Un día después, de forma refleja, la ACB se apresuró a matizar los datos vertidos en el escrito. Una guerra de cifras que no beneficia a nadie. Por si fuera poco, según ha podido saber El Confidencial, Endesa, principal patrocinador de la ACB, se plantea romper de forma unilateral el acuerdo de patrocinio por seis años (4+2) y 30 millones de euros firmado en 2011. Enel, matriz italiana de la eléctrica y de donde emanan las grandes decisiones corporativas, no tendría entre sus planes continuar asumiendo la sponsorización de la ACB.

La crisis también azota a equipos de clase media-alta cuyo rendimiento es más que aceptable. Es el caso del Bilbao Basket, último equipo en el alambre.Estos dos próximos meses serán clave para la supervivencia de una plantilla que, mientras sigue celebrando logros en la pista (subcampeón de Liga en la 2010-11, cuartofinalista en su única participación en Euroliga al año siguiente y subcampeón de la última edición de la Eurocup), navega en un mar de agonía fuera de ella. Más allá del abismo total en forma de disolución, La falta de ‘cash’ se manifiesta como un muro insalvable para el desarrollo y el crecimiento de los equipos. Es el caso del Herbalife Gran Canaria, actual quinto clasificado, y del Guipuzkoa Basket, a quienes la carestía obligó a renunciar a sus plazas en la Eurocup.

Aunque desde las instituciones se afanen en vendernos el pollino, la realidad es tozuda. A los jóvenes les cuesta recitar de carrerilla los integrantes de su plantilla. Algo que no ocurre con la selección y que quedará constatado en la disputa del próximo Mundial en tierras españolas. Idas y venidas constantes que dejan un dato sorprendente: el 72% de los jugadores ACB acumulan menos de dos temporadas en sus clubes.

Por no aludir, siempre que no seas Madrid o Barcelona, a las dificultades para hacerse con algo de ‘merchandising’ allende de las fronteras de unos pabellones (o en su defecto tiendas oficiales) de horario difuso. Falta de arraigo e identificación con unos colores que se venden al mejor postor en forma de acuerdos de patrocinio. Lo que un día es ‘Asefa’, al día siguiente será ‘Tuenti Móvil’. Todo sea por seguir con vida en un negocio donde ni los más fuertes tienen garantizada la supervivencia.

“Generar un cambio global en el producto, su promoción y su relación con el entorno”. Así rezaba el eslogan del Plan Operativo promovido el pasado mes de noviembre en la Asamblea General Ordinaria de la ACB celebrada en Barcelona. Transcurrido un mes, la ACB acoge tres jornadas de trabajo con distintos estamentos de la competición. “Trabajar el futuro desde la reflexión conjunta, buscar pautas de crecimiento entre todos, generar sugerencias e ideas (…)”, era parte de su vacío mensaje.

Como vacío se encuentra, desde hace casi cuatro meses, el sillón de mando de una institución que asiste a un escenario de guerra civil. Desde la marcha de Eduardo Portela tras 30 años en la presidencia y la destitución del director ejecutivo, Albert Agustí, la ACB se encuentra gestionada por la secretaria general, Esther Queraltó, y el director financiero, Gerard freixa. La falta de consenso a la hora de buscar un candidato está dilatando una decisión prioritaria para la correcta marcha de la enferma ACB.

Acorde a los estatutos de la patronal, el nuevo dirigente necesita el apoyo del 75% de sus afiliados (14 de los 18 equipos). El pasado 17 de diciembre, ni en la primera votación (9 apoyos) ni en la segunda (11), Albert Soler, ex secretario de Estado para el Deporte y actual diputado del PSC, conseguía salir victorioso. Los votos en contra de Real Madrid, Unicaja, CAI Zaragoza, Gran Canaria, Murcia, Obradoiro y Valladolid lo impidieron. El juicio quedaba visto para sentencia hasta el 20 de enero. A pesar de ello, las últimas informaciones insisten en el enquistamiento de las negociaciones. Por este motivo, la Comisión de la ACB (CAI, Joventut y Laboral Kutxa) aplazarán hasta después de la Copa del Rey de Málaga (7-9 de febrero) la ansiada Asamblea General que deberá proclamar al nuevo mandamás de la ACB.

Un producto maltratado

Otro punto en el orden del día alude a una política de difusión y comercialización del producto que fluye de despropósito en despropósito. Las audiencias han caído en picado hasta situarse en cifras irrisorias. Los derechos cotizan a la baja y el anhelo de la época de vacas gordas, con Canal + a la cabeza (1997-2003), es más que lógico. En el último año con la plataforma de pago los equipos ingresaron 19,2 millones de euros por derechos televisivos. 11 años después, percibirán 2,5 millones entre autonómicas y TVE.

Algunas autonómicas están fuera del trato (Telemadrid, Canal Sur, la desaparecida Canal Nou, y Castilla-León), con la imposibilidad de ofrecer contenidos en sus respectivos territorios; la plataforma Orange Arena resulta excluyente y poco extendida; la estatal vacila con horarios y diales (Teledeporte y La 1) cambiantes así como con partidos de discultible emoción. Mientras, Real Madrid, gracias a Real Madrid TV, ha optado por retransmitir los partidos del equipo de moda.

“No se pueden ofrecer partidos en los que no pasa nada”, comentaba el entrenador del Barcelona, Xavi Pascual en una entrevista en 'Marca' el pasado mes de octubre. “Mucha gente juega al baloncesto, pero no se interesa por la competición", proseguía el técnico. Y es ahí donde reside la cuestión. Un deporte con una afición más que contrastada, personificada en un crecimiento notable en el número de licencias federativas, pero que no disfruta con una competición carente de tirón y encanto, donde los reclamos brillan por su ausencia.

Descenso fantasma: el concepto

La degradación se ha acrecentado con los (no) descensos y (no) ascensos de las dos últimas temporadas. Estudiantes y Valladolid, en la 2011-12, así como Manresa y Guipuzkoa Basket, en la 2012-13, conseguían en los despachos lo que no pudieron obtener sobre el parqué. Domingo 6 de mayo de 2012. La derrota ante el UCAM Murcia (80-84) en la última jornada de la fase regular enviaba a los infiernos al conjunto madrileño por primera vez en su historia. Tras 38 días de incertidumbre se confirmaba que el Iberostar Canarias permanecía, en principio, en la LEB Oro. Los insulares no lograron reunir los 3 millones de euros (más IVA) del canon ACB y los 1,8 millones del fondo de regulación de ascensos y descensos.

Sin embargo, ese verano, los canarios compraron la plaza de un Lucentum Alicante que, debido a su penosa situación económica y a pesar de jugar los cuartos de final del ‘playoff’ frente al Barcelona, viviría en la LEB Oro su última campaña como equipo profesional. De igual forma, aunque con intriga, el Pabellón Pisuerga de Valladolid se aferraba a la élite gracias a la renuncia por asfixia económica del Menorca Basket. Un ahogo que terminaría apenas dos semanas después con la desaparición definitiva del cuadro balear.

Sobre la bocina, los pucelanos, denunciados por impagos por 11 integrantes de la plantilla, conseguían devolver al fondo de garantía de la ACB los casi 190.000 euros adeudados. El pasado curso, más de lo mismo. Manresa Basket, equipo que se proclamara campeón de la ACB bajo el patrocinio de TDK y los mandos de Joan Creus en la 97-98, certificó su descenso deportivo cuatro jornadas antes de finalizar la fase regular.

Poco después también lo hizo Guipuzkoa Basket. Pero la imposibilidad de hacer frente al pago de los requerimientos de Alicante, que escribía su epitafio en el profesionalismo (uniéndose a los desaparecidos Granada, Girona, Gijón, Cantabria y Lleida), y Burgos les salvaron del infierno. A los manresanos, además, les tocó su particular lotería al firmar un acuerdo de patrocinio con la archiconocida administración La Bruixa d'Or (300.000€ al año durante tres años, más los meses de la campaña 12-13).

La moraleja es clara: sin dinero, aunque se haya salido victorioso de la batalla en la cancha, no hay paraíso. A tenor de las dificultades para subsistir, muchos rumores vienen apuntando a la posibilidad de adelgazar la competición hasta los 16 equipos. Más aún con el convulso verano registrado en Valladolid, que pese a todas sus deudas -hasta 7 millones de euros y con empleados acumulando un curso entero sin ver un duro- y los impagos lograron mantenerse con vida un año más. Una propuesta latente que, por el momento, se ha guardado en el cajón.

En medio de esta catarsis por recuperar la identidad perdida, El Real Madrid ha conseguido devolver la ilusión a una sección que caminaba por el tortuoso sendero de la irregularidad. Y lo ha hecho, además de con una lluvia de millones provenientes del fútbol, gracias a la claridad de ideas de Pablo Laso. Un hombre que en ningún caso se postulaba como principal candidato a timonel de la nave blanca.

Sin embargo, se arriesgó y la apuesta, en vista de los resultados, se antoja ganadora. Uno de los minúsculos charcos de un árido territorio que se agrieta por momentos. En el trigésimo aniversario del nacimiento de la Liga ACB, en sustitución de la extinta Liga Nacional (1957-1983), nos encontramos ante un futuro angustioso. Visionando el Informe Robinson sobre Nate Davis, queda en evidencia que cualquier tiempo pasado fue mejor. El agotamiento de un producto caduco que entre todos (prensa incluida) debemos ayudar a renacer.

Desde hace unos meses, la prensa deportiva abre su sección de baloncesto con un Real Madrid superlativo. Con 31victorias consecutivas en un arranque de curso histórico, los blancos son la envidia de todos. Un equipo que apabulla rivales sin piedad y adereza su poderío con un juego electrizante. La exuberancia al servicio del baloncesto. Sin embargo, los de Laso, que pulverizan registros a golpe de purpurina sin apenas despeinarse, cohabitan, a nivel nacional, en un ecosistema contaminado. La ACB se ha transformado, desde casi cualquier ángulo, en una competición en decadencia, maltratada, carente de emoción y cuyo prestigio, deportivo e institucional, se encuentra en entredicho.

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