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La loca historia del baloncesto español en los 80 y los 90
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La loca historia del baloncesto de los 80 y 90

La loca historia del baloncesto español en los 80 y los 90

El periodista Javier Ortiz repasa en el libro '101 Historias del boom del basket español' los aspectos menos conocidos del baloncesto español en los 80 y los 90

Foto: El TDK Manresa ganó la ACB en 1998, la mayor sorpresa desde la creación de la liga (Foto: Bàsquet Manresa)
El TDK Manresa ganó la ACB en 1998, la mayor sorpresa desde la creación de la liga (Foto: Bàsquet Manresa)

Hubo una época en el baloncesto español en la que se fichaban jugadores americanos sin haberlos visto jugar y no había estadísticas oficiales, solo las que recogían revistas como 'Gigantes' o 'Nuevo Basket'; los pabellones olían a tabaco, la pintura era una zona de guerra con jugadores como John Pinone, Fernando Martín o Audie Norris y la selección miraba a la cara a Yugoslavia y la URSS por primera vez. Todo ello compone el acervo sentimental de una buena parte de la afición española, que no duda en presumir de aquellos maravillosos años en cuanto tiene ocasión.

"La nostalgia es muy poderosa", afirma Javier Ortiz, que repasa la década dorada de los 80 y también la menos brillante de los 90 en el libro '101 Historias del boom del basket español' (Ed. JC), una obra que comienza con los Juegos Olímpicos de Moscú 1980 y termina en 1999 con el debut de Pau Gasol, "el que lo cambió todo". "El baloncesto de ahora es superior al de antes, pero lo que transmitían aquellos protagonistas era mucho mejor. Ahora todo es más plastificado", afirma el autor, periodista de 'El Periódico de Extremadura' de día, arqueólogo del baloncesto de noche.

En el libro, los papeles están cambiados. Aparecen el Barcelona, el Madrid, Epi o Petrovic, pero son personajes secundarios. Los protagonistas son otros. "Me gustan las otras historias. Me gusta más escribir de Santi Abad o Miguel Tarín que de Fernando Martín. Me gusta lo que está por debajo, el suplente, el maldito o el júnior que jugó una vez y ya no volvió a hacerlo. Me gustan ese tipo de historias más pequeñas", confiesa Ortiz, que recuerda pasar las alineaciones a máquina y pegarlas en un cuaderno cuando era niño. "Esto suena muy cursi", dice. A otra escala, el libro y sus artículos en la web 'Endesa Basket Lover' son la continuación de aquel pasatiempo de su infancia.

El Ku Klux Klan y un rebelde de 2,17

"El libro es de historias divertidas", explica, antes de repasar algunas de las llamativas. "Hay documentados al menos tres casos de jugadores negros que salieron corriendo cuando se toparon con una procesión porque pensaron que era el Ku Klux Klan. O el americano al que le dan un coche y lo quema el primer día porque no cambia de marcha al pensar que es automático. O Kenny Simpson, que pedía las llaves del pabellón en Manresa para entrenar, pero acabaron descubriendo que se llevaba el teléfono desde su casa, lo enchufaba y se ponía a hablar con su familia".

De todas las historias de los 80, su preferida es la de Miguel Tarín, "una gran esperanza de 2,17" que se quedó en nada. "No fue la estrella que todo el mundo esperaba. No se adaptó a las exigencias, iba muy por libre a nivel personal, era un rebelde. Me encanta su historia. El pívot icono de la generación era Fernando Romay, pero había uno más alto que no llegó a triunfar aunque España estaba supernecesitada de centímetros".

"¡Mete el micro ahí!". Ramón Trecet y uno de los momentos más recodados de los 90.

La fascinación por la década de los 80 no es exclusiva del baloncesto, también pasa con la música o con la política. En realidad, todo es lo mismo. A la generación nacida al final o después de la dictadura le fue dada a la vez la democracia y el baloncesto de elite. "El Madrid ganó un montón de Copas de Europa en los 60 y los 70, y sin embargo no se habla del 'boom' del baloncesto español en esa época. Ni la medalla del 73 en el EuroBasket supuso una revolución", dice Ortiz, que identifica tres razones que explican la explosión del baloncesto español en los 80: el inicio de la gestión de la competición por parte de los clubes (la ACB nace en 1983), los resultados de la selección y el cambio social del país. "El baloncesto cambió en aquellos años igual que cambiaron muchas cosas de nuestra sociedad", dice.

"También es clave que dejara de ser un deporte de dos grandes polos. A finales de los 70, de los doce equipos de la Liga Nacional había nueve o diez de Madrid y Barcelona o alrededores. Sin embargo, en los 80 empieza a llegar a provincias y coge un vuelo tremendo", comenta. Era la época de las plantillas formadas por ocho nacionales y algún americano que cambiaban poco de un año a otro. "Todo se tiende a mitificar, pero dentro de 20 años nadie recordará quién era el noveno jugador del CAI Zaragoza y sin embargo los de nuestra generación sí que recordamos al suplente del CAI de los 80. Eso es por algo".

El triple de Ansley que pudo darle la liga al Unicaja en 1995.

Gasol y 'los grises'

Después del 'boom' llegó la consolidación. Como le pasó al país, los 90 en el baloncesto fueron menos brillantes. "Es evidente que la selección naufragó y la liga entró en una especie de período no oscuro, pero sí más imprevisible", cuenta Ortiz. "Pero pasaron cosas maravillosas. Ahora no nos imaginamos que el Manresa pueda ganar la liga, y la ganó. O aquellos 'playoffs' entre Unicaja y Barcelona que fueron muy seguidos por televisión. El triple de Ansley ha quedado en la iconografía de la época, casi a la altura del penalti de Djukic. Ahora si no juegan la final Madrid y Barcelona parece que está descafeinada".

La última historia del libro es una de las pocas que habla sobre uno de las estrellas del baloncesto español, quizá la más grande: Pau Gasol. El autor aprovecha para darle un tirón de orejas a los que hablan del debut del pívot con el Barcelona. "Es como todo el que dice que en el franquismo corría delante de los grises. Pues lo mismo: parece que todo el mundo lo recuerda, todos lo cuentan, pero estoy convencido de que no es así. Pasó totalmente inadvertido. La gente estaba allí como loca celebrando que el Cáceres le había ganado al Barcelona de Djordjevic, nadie reparó en ese chico de los últimos 30 segundos que apenas tocó el balón".

Hubo una época en el baloncesto español en la que se fichaban jugadores americanos sin haberlos visto jugar y no había estadísticas oficiales, solo las que recogían revistas como 'Gigantes' o 'Nuevo Basket'; los pabellones olían a tabaco, la pintura era una zona de guerra con jugadores como John Pinone, Fernando Martín o Audie Norris y la selección miraba a la cara a Yugoslavia y la URSS por primera vez. Todo ello compone el acervo sentimental de una buena parte de la afición española, que no duda en presumir de aquellos maravillosos años en cuanto tiene ocasión.

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