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"Yo veía el baloncesto en blanco y negro y quería jugarlo en color"
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una obra repasa la carrera de carmelo cabrera

"Yo veía el baloncesto en blanco y negro y quería jugarlo en color"

Un libro del periodista José Luis Hernández profundiza en la figura de Carmelo Cabrera, exjugador del Real Madrid en los 70 y 102 veces internacional con la selección

Foto:  Imagen de Carmelo Cabrera en 1978 (Foto: José Luis Hernández)
Imagen de Carmelo Cabrera en 1978 (Foto: José Luis Hernández)

"Muchas veces me decían mis compañeros que no sabían lo que iba a hacer. Y yo les respondía: 'No se preocupen, yo tampoco lo sé. Ya veré en el último segundo". Carmelo Cabrera jugaba tan rápido que no le daba tiempo a imaginarse cómo iba a terminar la jugada. Durante casi veinte años no paró de repartir asistencias y de deleitar al público que le veía hacer cosas que no fueron habituales hasta unos años después. Ahora, toda su carrera queda recogida en 'Carmelo Cabrera, el Globetrotter blanco'(Ed. Círculo Rojo),libro escrito por el periodista tinerfeño José Luis Hernández.

"Para mí lo más importante no ha sido el reconocimiento, sino el disfrute que he tenido jugando con todos mis compañeros", diceel protagonista de la obra, que jugó en el Real Madrid (1968-1979), en el Valladolid (1979-1981) y en el Canarias (1981-1988), además de disputar 102 partidos con la selección española. "Uno de los grandes motivos de escribir el libroes que disfruten de Carmelo las personas que no lo pudieron ver jugar", explica Hernández, que ha tardado siete años en escribirlo.

El libro es sobre Cabrera, pero tanto él como el autor extienden el homenaje a toda una generación que puso los cimientos del 'boom' que vivió el baloncesto español una década después y de los éxitos de los últimos veinte años. La presentación, celebrada la pasada semana en Madrid, fue una reunión de leyendas del baloncesto madridista y nacional: Vicente Ramos, Juan Antonio Corbalán, Rafa Rullán, Emiliano Rodríguez, Vicente Paniagua, Juanma López Iturriaga, Alfonso Reyes, Nacho Rodríguez...

Amor y odio con Ferrándiz

Cabrera llegó al Real Madrid en 1968 para jugar en el júnior y unos meses después ya estaba jugando con el primer equipo.El entrenador que lo hizo debutar fuePedro Ferrándiz, con el quetuvo una relación de amor-odio mientras coincidieron en el Madrid (1968-1975)."Es el jugador que más dolores de cabeza me produjo en mi carrera deportiva", reconoce el técnico alicantino en el prólogo de la obra. La razón era que veían el baloncesto de manera diferente: el hedonismo de Cabrera chocaba con al autoritarismo de Ferrándiz.

"Yo veía el baloncesto en blanco y negro y lo quería jugar en color. Me parecía un baloncesto aburrido, demasiado encorsetado. Era un baloncesto muy triste. Claro, cuando llego y me salgo de los esquemas preconcebidos de Ferrándiz, choco con la incomprensión.Pero en el fondo a él le encantaba, y me utilizó como revulsivo. Cuando íbamos ganando el partido, era injusto porque nunca jugaba. Si iba perdiendo, sí me ponía", explica Cabrera.

"Yo jugaba por diversión. Me costaba defender, solo pensabaen la parte ofensiva", continúa. "Y Ferrándiz me amenazaba con echarme del equipo. Pedro eraun entrenador dictatorial, era su estilo y su forma de ver las cosas, pero era unentrenador genial,con mucha intuición y muy astuto. La mayoría de las personas no sabeque nunca se puso un chándal para entrenar. Entrenaba con el café con leche en la mano".

Una clase de Emiliano y Buscató en la que aparece Cabrera botando entre los coches de la Castellana.

No recordaba su debut

De todas las anécdotas que se cuentan el libro, quizá la más sorprendente es la que tiene que ver con su debut, y no porque sucediera nada especial en aquel partido, sino porque el jugador lo había olvidado. Durante muchos años, el base estuvo convencido de que había debutado en el Torneo de Navidad de 1968, hasta que José Luis Hernández le demostró que lo había hechoantes. "Debutó contra el Atlético San Sebastián yanotó 2 puntos. Fue un par de días antes del Torneo de Navidad, en un partido de Liga Nacional jugado en la antigua Ciudad Deportiva", dice Hernández. El partido acabó 89-40y en el equipo donostiarra jugabaMoncho Monsalve.

"Hay personas que me han dicho que eran más divertidas las ruedas de calentamiento, por las virguerías que hacía Carmelo, que el primer tiempo de los partidos, que no lo jugaba", dice Hernández. Para el autor del libro, los dos mejores partidos de la carrera de Cabrera fueron las finales de Copa de Europa de 1974 y 1978, ambas ganadas alVarese de Dino Meneghin. "Sobre todo la del 78, en la que el equipo iba por debajo y sale Carmelo Cabrera y se convierte, como decía Walter Szcerbiak, en el auténtico héroe de la final". "El gran Carmelo repartió una veintena de asistencias, de las cuales doce fueron a parar a mis manos", rememoraSzczerbiak en el libro.

Final de la Copa del Europa de 1978.

El jugador estadounidense, con el que compartía habitación en las concentraciones, explica en el prólogo queel secreto de Cabrera "radicaba en su particular lectura del baloncesto", lo que le permitía asistir "en perfectas condiciones". "Era increíble lo explosivo y rápido que se movía cuando botaba el balón (...) Los defensores no sabían si iba a hacia la derecha o hacia la izquierda, desplegando sobre el parqué un estilo de juego de algunas temporadas más tarde también mostraría Magic Johnson".

"Carmelo Cabrera era un inventor, un genio. Un prestidigitador atrevido, incontenible",dice en el epílogo del libroAntoni Daimiel."El deporte era una excusa para desarrollar su fantasía, su vena artística, su manera de ser y vivir. Hay que pensar que hiciera cosas sobre la pista que nunca antes se hubiera visto a hacer a nadie. Cosas que a cinco mil kilómetros sobre el Atlántico se les estaba ocurriendo, al mismo tiempo, a negros marginados de los guetos de muchas ciudades estadounidenses", escribe el periodista,que acudía a finales de los 70 y principios de los 80 al pabellón Huerta del Rey de Valladolid para ver su conexión conNate Davis.Aun hoy, Cabrera recuerda al genial alero americano, con el que formó una conexión inolvidable:la foto de su perfil de Google es una de Davis machacando de espaldas en un partido contra el Barcelona. Seguramente tras un pase suyo.

"Muchas veces me decían mis compañeros que no sabían lo que iba a hacer. Y yo les respondía: 'No se preocupen, yo tampoco lo sé. Ya veré en el último segundo". Carmelo Cabrera jugaba tan rápido que no le daba tiempo a imaginarse cómo iba a terminar la jugada. Durante casi veinte años no paró de repartir asistencias y de deleitar al público que le veía hacer cosas que no fueron habituales hasta unos años después. Ahora, toda su carrera queda recogida en 'Carmelo Cabrera, el Globetrotter blanco'(Ed. Círculo Rojo),libro escrito por el periodista tinerfeño José Luis Hernández.

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