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¿La moda del running? "He corrido 260 km por el Amazonas con un pantalón de tenis"
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LA NUEVA AVENTURA DE CARLOS LLANO

¿La moda del running? "He corrido 260 km por el Amazonas con un pantalón de tenis"

Carlos Llano corre. Mucho. Quizás sea de las personas que más corren en España y la que más distancias largas completa. Su receta es sencilla, buscando la experiencia vital como objetivo

Foto: Carlos Llano en un momento de la Jungle Marathon por el Amazonas.
Carlos Llano en un momento de la Jungle Marathon por el Amazonas.

“Han sido 270 kilómetros en medio del Amazonas. Éramos 50 participantes y yo el único español. Siete días cruzando ríos y durmiendo en mitad de la selva, con el aullido de jaguares, monos y el ruido de otros animales que imponían respeto a la hora de conciliar el sueño… como las anacondas o arañas. Una experiencia brutal” y que acabó con una gigantesca sonrisa. Carlos Llano es tan aventurero como corredor (runner) porque la capacidad de superar situaciones de riesgo iguala a la del sacrificio que supone dar zancadas cuando el agotamiento y el dolor nublan el cerebro. La Jungle Marathon del mes pasado no es la primera locura que este madrileño de 33 años realiza aunque sí bajo unas condiciones de unos 40ºC de media y un 99% de humedad. Y todo, con ropa de andar con casa.

La historia de Carlos Llano: de oficinista (y vago) a finisher y un épico ultraman

Para esta prueba por las inmediaciones del brasileño río Tapajós “llevaba la camiseta que me dieron en el Ultraman en 2011, una gorra de mi grupo de música favorito y unos pantalones de tenis que había heredado de mi hermano mayor, me gustan porque tienen bolsillos y puedo ponerme el móvil con música. El año pasado corrí 523 kilómetros en Australia con unos pantalones del Milan y este año hice la Ehunmilak (100 millas vascas con 11.000 metros de desnivel positivo) con una camiseta del Madrid… Me gusta correr pero no sigo esta ola de márketing en torno al running. Hace años que no me compro una zapatilla que cueste más de 50 o 60 euros. Cuando necesito unas -porque se me rompen, no porque lleven 500 o 600 kilómetros- voy a internet y busco unas que me gusten. Miro el mismo modelo pero de hace unas temporadas y me la llevo por menos de la mitad del último”. Sencillo, práctico y efectivo, a este hiperactivo trabajador de Bankia le mueve la pasión y un motor que no entiende de marcas ni tendencias.


Acaba de regresar un campo de refugiados

Carlos tiene su propia ONG -Childhoodsmile- (acaba de venir de pasar una semana en dos campamentos de refugiados en Lesvos), un club de fútbol sala en Torrelodones y organiza el TEDxTorrelodones, entre otras actividades, como la de haber escrito el libro 'De Oficinista a Finisher'. Pese a estar rodeado de un gran número de tareas, camina por ellas con una mochila modesta -“sin depender de cosas que no necesitamos”- y aplica su filosofía de vida en las carreras a las que va. “Para esta carrera por la jungla me llevé una hamaca, mosquitera, un frontal, comida y nada más. Ni ropa de recambio ni cosas por si acaso. Pesaba algo más de 5 kilos con los bidones vacíos”.

“En la jungla había mucha hoja, mucho fango, barro que te llegaba a cubrir las piernas. Te estabas perdiendo constantemente porque la vegetación era muy profunda y tenía mucha curva… Una vez empecé a volver sobre mis propios pasos y me di cuenta por un árbol tirado en el camino que sabía que había pasado anteriormente”, narra Llano, quien para este tipo de pruebas, viviendo en España “nunca te las puedes preparar en las mejores condiciones. Te tienes que adaptar a tu entorno y aquí no vas a encontrar la temperatura y humedad de allí. Aquello era como una sauna”.


“100 abejas sobre mi cabeza”

Saboreó un par de agradables momentos al pasar por dos poblados aborígenes y también la crueldad del quinto día “cuando me picó un enjambre de abejas. En medio de la selva y sin nada, ni antihistamínicos, paracetamol… pasé cuatro horas muy fastidiado. Las abejas de allí parecían helicópteros, atravesaban mi camiseta como si nada y me tuve que quitar los aguijones con las manos. Mis amigos argentinos con los que corrí la mayor parte de la prueba -Ricky y Ramón- me dijeron que cuando pegué el grito inicial podía llegar a tener más de 100 abejas sobre mi cabeza”. Para colmo, esa misma noche, cuando fueron a cenar algo “se me metió agua en una de los sobres de comida liofilizada y había hongos… a uno de los argentinos también se le perdió comida así que para los tres dividimos lo que teníamos: unas 1300 calorías” para repartir en tres bocas hambrientas y necesitadas de combustible. “Pasé bastante hambre”.

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¿Y por qué todo este sufrimiento? “El primero se lleva lo mismo que el último, en este caso una medalla de barro y una camiseta de 'finisher'. Y de los 50 que comenzamos abandonaron 19, un porcentaje muy alto… La verdad es que empecé a correr hace casi una década por la recomendación de un médico tras una lesión de rodilla y ahora correr es lo de menos, lo que me llena es ir a lugares increíbles del mundo y vivir experiencias como perderte en el Amazonas, Atacama, meterte entre China y Kazajistán y cruzarte con familias nómadas… Al final, correr es lo de menos… se ha convertido en una excusa”.

“Han sido 270 kilómetros en medio del Amazonas. Éramos 50 participantes y yo el único español. Siete días cruzando ríos y durmiendo en mitad de la selva, con el aullido de jaguares, monos y el ruido de otros animales que imponían respeto a la hora de conciliar el sueño… como las anacondas o arañas. Una experiencia brutal” y que acabó con una gigantesca sonrisa. Carlos Llano es tan aventurero como corredor (runner) porque la capacidad de superar situaciones de riesgo iguala a la del sacrificio que supone dar zancadas cuando el agotamiento y el dolor nublan el cerebro. La Jungle Marathon del mes pasado no es la primera locura que este madrileño de 33 años realiza aunque sí bajo unas condiciones de unos 40ºC de media y un 99% de humedad. Y todo, con ropa de andar con casa.

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