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Pedro Nimo, el maratoniano que ama a los caballos y reniega de la casta política
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estará en la maratón de londres del domingo

Pedro Nimo, el maratoniano que ama a los caballos y reniega de la casta política

Pedro Nimo del Oro es un maratoniano gallego que ha dejado de competir para Galicia y para España por despecho hacia la clase política de nuestro país

Foto: Pedro Nimo del Oro llega primero a la meta de la Behobia - San Sebastián de 2013 (EFE).
Pedro Nimo del Oro llega primero a la meta de la Behobia - San Sebastián de 2013 (EFE).

Pedro Nimo del Oro atiende a El Confidencial todavía mareado por el reciente esfuerzo en el entrenamiento matutino. Le esperan unos masajes que, si bien recuperarán los músculos cansados por el trabajo previo, serán tan profundos que llegarán a doler. Pero ese sufrimiento no tiene la misma contundencia para él que una hipotética separación de alguno de sus mejores amigos, sus caballos. En su corazón laten los hierros candentes de las herraduras de sus monturas, a las que acude en los momentos de "bajón" como si se tratase de una regeneradoraterapia psicológica. Sin duda, uno de esos instantes de angustia fue cuando decidió dejar de competir para España y Galicia, como humilde manera de protestar contra la casta política de este país.

Los masajes forman parte de la preparación que necesita porque este domingo se enfrentará a los mejores maratonianos del planeta en el Maratón de Londres. Su objetivo está claro, y éste es “ser de los mejores europeos, porque los africanos, como diría aquel, juegan en otra división”.El único gran campeón que no estará en la cita británica será Kenenisa Bekele. “Es una pena porque en París dio una exhibición. Pero al final todo lo bueno que tiene este maratón de Londres se consiguió a base de dinero y esta vez el dinero se ha vuelto en su contra y París ofreció más”, asegura Nimo, que sin embargo entiende la decisión del etíope porque “al fin y al cabo es un profesional que vive de esto y tiene que optar por el mejor postor”.

Antes de esa sesión de fisioterapia, nos hace un hueco para contarnos, entre otras muchas cosas, cómo es la vida de un maratoniano que no precisa de la figura clásica de un entrenador, sino que se prepara a sí mismo porque cuando se empieza a decir al técnico “hay que cambiar esto, hay que modificar lo otro” de forma continua, llega a ser una “falta de respeto”. Con 33 años (cumplirá 34 en junio), Pedro ya sabe “las teclas que hay que tocar” para mejorar sus preparaciones, sin embargo siempre queda la duda de cuándo “no exigirme demasiado, pero tampoco ser blando”. Algunas mañanas, antes de la realización de una sesión extra, nuestro protagonista tiene “en un hombro al ángel bueno y en el otro al ángel malo hablándote y tienes que centrarte y decir ‘no, vamos a hablar como entrenador: tienes que hacerlo’”.

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Es un gallego capitalino, de Santiago, ciudad de la que se acuerda una y otra vez cuando corre, especialmente después de “todo el invierno de lluvias que ha tenido”. Pero a pesar de ser teóricamente un chico de ciudad, cuenta que “de pequeño, en los fines de semana, vivía rodeado de vacas, gallinas, ovejas y caballos” porque a su abuelo, un “hombre de aldea”, le encantaban los animales. Así, desde que tiene uso de razón se enamoró de los caballos, que han sido “un factor importante en mi vida y me han enseñado muchísimo”. consuelo

De sus corceles, este maratoniano admira que “les da igual que vaya vestido de mercadillo o de Armani. Alguna vez que llego desquiciado a la finca, sé que voy a arribar a ellos y sin hablar me van a decir ‘tío, tranquilo, pídenos con dulzura que hagamos lo que tú quieras, y lo hacemos. A fuerte y bruto te gano yo’”. Son muchísimo más que unas simples mascotas de cuatro patas; son, en realidad, parte de su familia, seres por los que “había épocas en las que no tenía un duro, pero sacaba de debajo de las piedras para que no les faltara un saco de pienso”.

A mis caballos les da igual que vaya vestido de mercadillo o de Armani. Sacaba de debajo de las piedras para darles una bolsa de pienso.

A Pedro y a muchos otros seguro que les ha pasado aquella desagradable situación de ser adulto, ir cumpliendo años y darse cuenta de cómo un día fueron jóvenes y cometieron errores, de mayor o menor enjundia pero siempre dolorosos, propios de la edad temprana. Mucho después recuerdan lo que les hubiese gustado cambiar y la imposibilidad de volver atrás en el tiempo se lo impide. Estefondista es sincero y se denomina sin tapujos como “un capullo, un cretino y bastante prepotente con 18 o 19 años”, pero reconoce con cariño que pudo salir de aquella fase tan sufrida de la indescifrable juventud gracias al apoyo de “la familia, los caballos, los amigos, esa gente que me dijo la verdad a la cara aunque doliera y que me ayudó a valorar otras cosas”.

Como él dice, “el éxito se me subió a la cabeza. Pasé en dos años de ser un chaval que jugaba al baloncesto a mejor marca europea del año”. Hubo varios factores que durante esos años le empujaron a “desencantarse” del atletismo y parar de competir durante cuatro años. “Había algo que no encajaba a nivel de marcas. Cuando alguien en vez de preguntarte ‘¿quién es tu entrenador?’ te pregunta ‘¿quién es tu médico?’ algo falla”.

Pero esos años de inmadurez y del forzado frenazo a su meteórica carrera atlética, Pedro ya no es el mismo. Volvió a correr y en poco tiempo pudo ser de nuevo ese fondista espléndido que un día fue. Alcanzó la marca de 2:12:10 en su primer maratón en Viena y se ganó un billete para el Mundial de Berlín de 2009. Pero en ese camino hacia el campeonato de la capital germana, se rompe y tendrá que parar otros dos años. Hasta que, cosas del destino, volvió a Berlín en 2011 para acabar séptimo y obtener la mínima para acudir a los Juegos Olímpicos de Londres. Finalmente, fue elegido reserva y excluido del equipo nacional español. “No voy a cumplir el sueño de ser olímpico. He competido en Europeos y Mundiales, pero nunca en unos JJOO”, reconoce con mucha tristeza.

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Está seguro de que no acudirá a Río de Janeiro en 2016 no ya por rendimiento, sino porque hace unos meses renunció a competir para España y para Galicia. El motivo, está “desencantadocon una sociedad que no me gusta. El egoísmo nos ha superado. Por ejemplo, en el telediario avisaban cuando ponían una imagen cruda, ahora la emiten a bocajarro y nosotros seguimos comiendo. Y por otro lado, me molesta la mentira continuada de los que nos gobiernan, que se han ganado a pulso su mala reputación. La política es una manzana podrida”.

Me molesta la mentira continuada de los que nos gobiernan. La política es una manzana podrida.

Aun así, reconoce que el maratoniano es un deportista que “se puede permitir una decisión como ésta. Por ejemplo, yo voy a correr sin problemas el Maratón de Londres. Lo que cobro por correr es incluso superior a lo que me darían las becas. Mis patrocinadores me han dicho que me apoyan corra o no corra. Y bueno, reconozcámoslo, hace ya tiempo que no voy con la selección”.

Habla una persona cabreada con el sistema, a la que le ha afectado de forma directa, cuando le expropiaron una finca y “un juez me dijo que no me podían ofrecer más dinero porque no había. Pues si no hay dinero para hacer carreteras, no se hacen carreteras. Si no tengo dinero, no consumo. ¿Qué tipo de broma es está? ¿En qué burbuja de falsedad y de estupidez vivimos?”. A su vez, no deja pasar la oportunidad para mandarle un mensaje a la clase política española. “A ver si se meten en la cabeza de una vez que son nuestros empleados, no nuestros jefes. Nosotros los contratamos a votos”.

El atleta gallego es una persona humilde, que se muestra “dispuesta a seguir a un líder que realmente nos dé confianza, porque me haría feliz ser socialmente útil. Yo creo en las personas, y sé que hay algunas muy válidas”. Su compromiso con sus semejantes no se queda en el acto honroso de renunciar a las becas, sino en hechos empíricos. En la última Behobia – San Sebastián, Pedro ganó. Pero poco después de su triunfo se enteró de que Arantza Ezquerro, una atleta navarra, había fallecido de un paro cardíaco a apenas dos kilómetros de la meta. No pudo celebrar y su reacción fue entregar su medalla de oro a la familia de la chica de 30 años porque “todos somos compañeros”.

Ahora, después de haber empezado un negocio para “poder cotizar algo, porque los atletas no somos una figura laboral”, lo único que le pide a los tres cuartos de 2014 que nos quedan es “ver sonrisas por la calle. Quiero dejar de ver tristeza”. Ojalá que así sea.

Pedro Nimo del Oro atiende a El Confidencial todavía mareado por el reciente esfuerzo en el entrenamiento matutino. Le esperan unos masajes que, si bien recuperarán los músculos cansados por el trabajo previo, serán tan profundos que llegarán a doler. Pero ese sufrimiento no tiene la misma contundencia para él que una hipotética separación de alguno de sus mejores amigos, sus caballos. En su corazón laten los hierros candentes de las herraduras de sus monturas, a las que acude en los momentos de "bajón" como si se tratase de una regeneradoraterapia psicológica. Sin duda, uno de esos instantes de angustia fue cuando decidió dejar de competir para España y Galicia, como humilde manera de protestar contra la casta política de este país.

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