El Príncipe evita a Urdangarin en un Sant Jordi más español que nunca

Iñaki Urdangarin estuvo presente en la final del campeonato del mundo de balonmano disputado en Barcelona y que supuso todo un baño de sentimiento español en la Palau Sant Jordi. En plena grada y lejos del palco en el que se encontraba el Príncipe de Asturias, el marido de la Infanta Cristina estuvo acompañado por tres de sus hijos y tuvo tiempo de saludar a los internacionales españoles, así como a Valero Rivera que fue su entrenador en su época de jugador, en la que conquistó 10 Ligas y dos medallas olímpicas. 

Con el que no coincidió fue con el Don Felipe de Borbón, dejando claro que la estrategia de la Casa Real de separar por completo a Urdangarin de cualquier miembro de la familia, a excepción de la Infanta Cristina, es firme. La de ayer fue la tercera visita del que fuera jugador de balonmano del Barcelona y de la selección española en el Sant Jordi. El pasado sábado, Urdangarin se quedó fuera de la web de la Casa Real y ayer alejado del palco de la final del Mundial.

Al lado del Príncipe Felipe, presidente de honor del comité organizador y que no paró de animar y gritar a los internacionales españoles, estuvo la princesa Mary Donaldson de Dinamarca, australiana de nacimiento. A la derecha se sentó el ministro de Cultura, José Ignacio Wert. La fiesta española terminó con el Príncipe en la pista, posando junto a los jugadores y Juan de Dios Román, presidente de la Federación.

Artur Mas declinó la presencia en la que se presumía como fiesta española. No quería ver lo que podía ser un nuevo triunfo del deporte español, dando la espalda a cualquier tipo de protocolo. El que sí estuvo fue Xavier Trías, alcalde Barcelona. Tal y como sucedió en las semifinales, la representación de la Generalitat corrió a cargo de Iván Tibau, secretario general del deporte catalán y político de marcado carácter independentista pese a defender la camiseta de España en su época de jugador de hockey sobre patines.

El Palau Sant Jordi se visitó de rojigualda para animar a Valero Rivera y los suyos. Barcelona se olvidó de independentismos y otras tendencias para volcarse con la selección española. Desde su llegada a la Ciudad Condal, el pasado jueves, los hispanos, así se han hecho llamar, han estado arropados por el público y por las calles se volvió a vivir una importante corriente española, apoyada en gritos ya escuchados en pasado éxitos del deporte español y que tuvieron su fiel reflejo en Barcelona.