¿Por qué el insulto, la vejación y el racismo salen gratis en el fútbol?

Barra libre. Todo vale en el deporte, mejor dicho en el fútbol. Si has tenido una mala semana, te han echado del trabajo, has discutido con tu marido o con tu mujer, ya hay solución. Además, es gratis. La solución es muy sencilla. Compre una entrada para un partido de fútbol y usted podrá insultar, gritar y desear la muerte a quién quiera sin gasto adicional alguno.

 

Mientras que nos llevamos las manos a la cabeza de manera hipócrita por la muerte de un aficionado de San Lorenzo en Buenos Aires, asistimos en España a un desfile de actuaciones de salvajes que acuden a los estadios a insultar impunemente, paso previo de sucesos más graves. Lo sucedido en el Vicente Calderón cuando un sector de la grada deseo la muerte tanto a Mourinho como a Ronaldo, así como tildó de mono a Marcelo, han pasado inadvertidos, han caído de nuevo en saco roto, como sucedió en el partido previo a la eliminatoria copera que enfrentó a Atlético y Real Madrid. Nadie reacciona y lo peor de todo es que no tiene pinta de que así sea.

 

Los primeros que pueden juzgar los gritos e insultos que llegan desde la grada son los árbitros. Los dirigentes de la Federación hicieron ver al colectivo arbitral que deberían reflejar en el acta cualquier tipo de insulto, ya sea de carácter racista o no, que se produzca durante un partido. Caso omiso. Texeira Vitiens debió ser el único de los que asistió al Calderón que no escuchó los cánticos y descalificaciones que llegaban procedentes desde la grada. A día de hoy, ningún club ha sido sancionado por el Comité de Competición de la Federación ante situaciones semejantes. Es una cadena. Los árbitros no lo reflejan en el acta y Competición no sanciona.

 

Fuentes federativas consultadas por El Confidencial creen que todo cambiará cuando un árbitro, por decisión propia o por la de un jugador, suspenda un partido por los insultos llegados desde la grada. Son pocos los árbitros que se atreven a poner cualquier reseña en el acta. Pino Zamorano, en Segunda, sí que se atrevió a hacerlo en un Betis-Cartagena de la pasada temporada. Ramirez Domínguez también cumplió con lo de reflejar los gritos en un Mallorca-Barcelona, con Yayá Touré en el punto de mira.

 

El precedente de Etoo

 

Samuel Etoo ha sido de los pocos jugadores que han plantado cara a los insultos racistas. Fue en un partido ante el Zaragoza y el camerunés decidió marcharse ante los repetidos gritos que llegaban desde la grada imitando a un gorila. El jugador del Barcelona decidió marcharse y sólo la insistencia de sus compañeros, impidieron que dejara el campo en pleno partido. La historia se repitió la pasada temporada ya con Etoo en el Inter. Fue en Cagliari y el partido estuvo suspendido durante tres minutos. Es más, un juez decidió clausurar el fondo ultra de la Juventus por lanzar gritos racista en contra de Balotelli en 2009. Igual que en España.

 

El Consejo Superior de Deportes de la mano de Jaime Lissaveztky dio forma a la Ley contra la violencia y la Xenofobia en el deporte aprobada en julio de 2007. El problema es que no se aplica, al menos tal y como dice la letra. La citada ley permite al árbitro suspender cualquier tipo de acontecimiento deportivo en los que se produzcan gritos racistas o que atenten contra el honor de los deportistas o colegiados. Se contempla, incluso, penas que van desde los 150 euros a los 600.000 o incluso la cárcel. Además, claro está, de la prohibición de la asistencia a cualquier recinto deportivo. Lo que ocurre es que si no hay denuncia no hay posibilidad de castigo.

 

La Comisión Antiviolencia sí que propone castigos a los aficionados o clubes que incumplen la norma, pero siempre tras denuncias realizadas por la policía. Ahora la pregunta es clara, ¿Por qué el fútbol mira para otro lado? En baloncesto, ya ha habido partidos que se han parado ante insultos a los colegiados. No ha hecho falta más motivos.

 

Lo curioso del caso es que los jugadores se esfuerzan en mostrar una imagen solidaria. Ayer mismo, Keita, Piqué y Messi participaron en un video de la Unesco contra el racismo, como han hecho anteriormente jugadores del Real Madrid, Valencia, Sevilla o Atlético. El problema es que el mensaje no llega a la grada o a la afición más radical.

 

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