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'La casa de la esperanza': la lucha contra el nazismo de los Schindler polacos
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'La casa de la esperanza': la lucha contra el nazismo de los Schindler polacos

El filme, protagonizado por Jessica Chastain, reivindica la valentía de los héroes anónimos que se enfrentaron al nazismo, materializados esta vez en la familia Zabinski

Foto: Jessica Chastain protagoniza 'La casa de la esperanza'.
Jessica Chastain protagoniza 'La casa de la esperanza'.

La Segunda Guerra Mundial —y en especial el nazismo— sigue siendo una mina insondable para la industria del cine, que no deja pasar la oportunidad de explotar una de las épocas más oscuras —y perversamente fascinantes— de la historia. En el último año, a bote pronto y sin recurrir a IMDb, se han estrenado 'Operación Anthropoid', 'Aliados', 'El jugador de ajedrez' y 'Paraíso' y en los próximos meses lo harán 'El hombre del corazón de hierro' y la esperadísima 'Dunkerque' de Christopher Nolan. Superproducciones de Hollywood o cine de autor, como en el caso de Konchalovsky, se ha examinado el anverso y el reverso, la cara y el envés, desde el Frente Occidental hasta el Frente Oriental, desde Hitler hasta los héroes anónimos, desde la ficción hasta el hecho real. Cuenta la leyenda que ciertas revistas de historia colocan cada tres o cuatro meses la fotografía de tal o cual jerarca del nazismo en portada para impulsar las ventas y cuadrar las cuentas y que, efectivamente, las ventas se disparan.

Sin embargo, y a pesar de la sobreexplotación, siempre queda alguna historia ignota —o ignorada— por descubrir al gran público. Éste es el caso de 'La casa de la esperanza', la última película de la directora neozelandesa Niki Caro, reivindica la historia real de la familia Żabiński, un matrimonio encargado del cuidado del Zoo de Varsovia que durante la ocupación nazi de Polonia se enfrentó al aparato y ocultó a alrededor de 300 judíos y resistentes, salvándolos de una más que probable muerte. Un reconocimiento —quizás algo tardío— y un elogio necesario a aquella gente que se saltó la ley —puesto que efectivamente, entonces era ley— y que a pesar del peligro que suponía y ante la certeza de estar haciendo lo correcto dieron cobijo a una minoría que estaba siendo primero discriminada, luego perseguida y masacrada como fue el caso de los judíos en la Europa de la primera mitad del siglo XX.

placeholder Jessica Chastain es Antonina Zabinski. (Focus Features)
Jessica Chastain es Antonina Zabinski. (Focus Features)

El film pretende centrarse además en la figura de Antonina Żabiński, lo que añade además una lectura feminista, en el sentido en el que, en una época en la que la mujer se mantenía en segundo plano, Antonina tomó la iniciativa de esconder en su propia casa a los prófugos del Holocausto ante la inicial incomprensión de su marido, que aunque forma parte de la resistencia armada, no comparte en un principio los métodos de su esposa. Además, Caro resalta el papel todavía más débil que sufrían las mujeres de los países invadidos por parte de las tropas alemanas: si los hombres de los pueblos ocupados formaban parte de una 'casta' inferior —es decir, tenían menos derechos— que la de los invasores, las mujeres se situaban en un escalafón aún más bajo, siendo objeto además de abusos sexuales.

'La casa de la esperanza' comienza en los momentos previos a la entrada de las tropas alemanas en Polonia

'La casa de la esperanza' comienza en los momentos previos a la entrada de las tropas alemanas en Polonia. El zoo que regenta la familia Żabiński es un referente mundial gracias a la gestión de Jan (Johan Helderbergh), un reputado zoólogo, y a la habilidad de su mujer Antonina (Jessica Chastain) como cuidadora de los animales. El zoo —y la sensibilidad de Antonina— atrae la atención incluso de Lutz Heck (Daniel Brühl, quien ya tiene bastante experiencia en interpretar nazis), un funcionario alemán profundamente interesado en la eugenesia animal y obsesionado con la recuperación de especies extintas.

placeholder Otra imagen de 'La casa de la esperanza'. (Focus Features)
Otra imagen de 'La casa de la esperanza'. (Focus Features)

Cuando en septiembre de 1939 el Ejército nazi toma Varsovia, el zoo queda destrozado por los bombardeos de la aviación y Heck, que se ha convertido en un alto cargo del régimen, se ofrece a llevar parte de los animales a la seguridad del zoo de Berlín, aparentemente como un favor de amigo. Mientras tanto, el matrimonio es testigo de la pérdida de derechos de sus vecinos y amigos judíos, a los que las autoridades van hacinando poco a poco en el Gueto de Varsovia. Cuando el ejército se lleva al marido de su amiga Magda (Efrat Dor), Antonina decide esconderla en los subterráneos de su casa, donde antes dormían los animales, y que están llenos de pasadizos y recovecos.

Foto: Jessica Chastain en la presentación en Madrid de 'El caso Sloane' y 'La casa de la esperanza'

Jan, por su parte, en una visita al Gueto para encontrar al marido de Magda, Maurycy Fraenkel (Iddo Goldberg), descubre las condiciones en las que viven los judíos encerrados dentro: sin apenas comida, apretujados, hostigados por los soldados alemanes y rodeados de insalubridad y muerte. Por eso, Jan decide unirse a la resistencia e idea un plan para ir sacando a escondidas al mayor número de personas posible. Antonina entonces propone ocultarlos en casa, darles otra identidad y ayudarles a escapar de Varsovia.

placeholder Un fotograma de 'la casa de la esperanza'. (Focus Features)
Un fotograma de 'la casa de la esperanza'. (Focus Features)

Como drama histórico, 'La casa de la esperanza' es un drama que funciona, bien ambientado, bien realizado, correcto. Eso sí, de un convencionalismo irredento, con una estructura temporal lineal y un planteamiento ortodoxo y sin sobresaltos. Correcto, Sus personajes son arquetípicos y su mensaje es claramente identificable y comprensible, pero ya transmitido —y de mejor forma— por películas como 'La lista de Schindler' (1993), por nombrar una referencia obvia. Antonina representa la belleza de una mujer frágil y tímida, que habla con un hilillo de voz y que agacha la mirada, pero que tiene una voluntad férrea escondida bajo las capas de almíbar. Jan representa la fuerza bruta, la virilidad, y el personaje pierde la faceta intelectual y científica de la persona real. Los soldados nazis —todos y cada uno de ellos— no son sólo malvados, sino sádicos. No hay aristas.

Una estrella estadounidense encarna a una mujer polaca, con lo cual han tenido que tomar la decisión de rodar en inglés

Los productores de la película, además, con la mente puesta en un mercado internacional amplio han elegido a una estrella estadounidense para encarnar a una mujer polaca, con lo cual han tenido que tomar la decisión de rodar en inglés —incluso los soldados nazis hablan en inglés entre sí, adornado con algún 'Heil!' o 'Scheiße' entre medias—. Y, obviamente, el acento polaco de Jessica Chastain resulta algo extraño y forzado, más que el de su coprotagonista belga.

Cartel de 'La casa de la esperanza'El principal problema de la película es que, más allá de la historia particular de los Żabiński, 'La casa de la esperanza' no aporta nada nuevo ni al imaginario colectivo sobre el nazismo ni al relato histórico sobre la Polonia ocupada durante la Segunda Guerra Mundial. Caro no aprovecha la oportunidad de retratar los aspectos menos evidentes de la sociedad del momento —¿hubo connivencia? ¿Y dejación por parte de otros países? ¿Cómo se relacionaba la sociedad polaca con la idea del Gueto?, por ejemplo— y se limita a construir una trama totalmente dominada por la altruista valentía de la pareja protagonista, pero en la que tampoco se interactúa o se da voz a los judíos rescatados —incluso en el caso de Urszula (Shira Haas), la joven traumatizada que Antonina toma como protegida—. Para dar un mínimo de profundidad a los personajes —un trasfondo, algo—, Caro y su guionista, Angela Workman, completan el retrato con un conflicto marital puntual que probablemente se podría haber explotado más y de forma más interesante. En definitiva, 'La casa de la esperanza' es una cinta de encargo más que no hace más que reafirmarse en lo que ya sabemos, aunque nunca está de más volver a recordarlo y extrapolarlo a la actualidad, allá el libre albedrío de cada uno.

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La Segunda Guerra Mundial —y en especial el nazismo— sigue siendo una mina insondable para la industria del cine, que no deja pasar la oportunidad de explotar una de las épocas más oscuras —y perversamente fascinantes— de la historia. En el último año, a bote pronto y sin recurrir a IMDb, se han estrenado 'Operación Anthropoid', 'Aliados', 'El jugador de ajedrez' y 'Paraíso' y en los próximos meses lo harán 'El hombre del corazón de hierro' y la esperadísima 'Dunkerque' de Christopher Nolan. Superproducciones de Hollywood o cine de autor, como en el caso de Konchalovsky, se ha examinado el anverso y el reverso, la cara y el envés, desde el Frente Occidental hasta el Frente Oriental, desde Hitler hasta los héroes anónimos, desde la ficción hasta el hecho real. Cuenta la leyenda que ciertas revistas de historia colocan cada tres o cuatro meses la fotografía de tal o cual jerarca del nazismo en portada para impulsar las ventas y cuadrar las cuentas y que, efectivamente, las ventas se disparan.

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