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'Jackie', nadie puede con el mito de la primera dama
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'Jackie', nadie puede con el mito de la primera dama

El director chileno Pablo Larraín se queda a medio camino al retratar a la mujer de presidente más icónica de la historia

Foto: 'Jackie'
'Jackie'

En la historia de los presidentes de Estados Unidos, pocas Primeras Damas llegaron a lograr tanta notoriedad como Jacqueline Kennedy a pesar de que, a diferencia de varias otras de las mujeres en el cargo, ella jamás fue políticamente activa ni renunció al lujo para defender causas sociales ni practicó la diplomacia ni aconsejó a su marido en asuntos de Estado. Podría decirse que su papel fue esencialmente doméstico –esto es, cuidar de los niños y decorar la Casa Blanca- de no ser porque, como 'Jackie' deja claro, fue protectora y abanderada esencial de la herencia de su marido.

También, por supuesto, el tipo de personaje que hoy se hincharía a hacer campañas publicitarias de perfume. Algunos la llaman icono de estilo, a pesar de que solo con oír esta expresión le entran a uno ganas de regurgitar el desayuno. Que 'Jackie' tome a alguien así y logre dotarla de ineludible envergadura es algo parecido a una hazaña.

Tráiler del filme

En lugar de seguir las convenciones narrativas asociadas al cine biográfico, el director Pablo Larraín contempla a su heroína durante la semana inmediatamente posterior a la muerte de su marido, y en concreto incide en la increíble presión que debió de recaer sobre ella: frente a las cámaras se mantenía compuesta y entera pero fuera de los focos, acunando la cabeza abierta de su marido en el regazo o vagando ebria alrededor del despacho oval, se venía abajo. Es decir, explora la tensión entre la imagen pública y la privada que no resultaría particularmente ilustrativa de no ser porque en la piel del personaje Natalie Portman se muestra alternadamente furiosa, neurótica, devastada y amenazante y compone el tipo de papel que llena vitrinas enteras con premios –de hecho, la película entera parece concebida a modo de escaparate para su lucimiento.

La película explora cómo se crea un mito pero en ningún momento llega a cuestionarse por qué

A través de su profundo dolor, eso sí, Jackie fue capaz de proyectar fuerza y unidad al mundo. Y fue capaz porque estaba patológicamente preocupada por su imagen, y lo estaba no porque quisiera ser la esposa perfecta sino porque era perfectamente consciente de que es la imagen lo que esencialmente nutre los anales de la historia. Hasta cierto punto, pues, puede decirse que su mundo era todo apariencias, y por eso tiene sentido que en 'Jackie' todo sea tan decoroso como el interiorismo de la Casa Blanca; y los lloros sean plásticamente bellos y las emociones estén higiénicamente empaquetadas; y que todo esté tan bien puesto y bien planchado como el peinado y el vestido de Portman.

En todo caso, hasta cierto punto resulta inevitable preguntarse por qué para recrear ese mundo se escogió a Larraín. A través de títulos como 'Tony Manero' (2008) y 'Post-Mortem' (2010) –sobre la dictadura de Pinochet— o 'El club' (2015) –sobre corrupción moral en el seno de la Iglesia--, el director chileno nos ha expuesto sistemáticamente a verdades sobre el ser humano que no necesariamente querríamos conocer. Sus películas tienden a ser incómodas y perturbadoras, y lo que se le da mejor es abrir grietas en las fachadas para hurgar en lo prohibido. En 'Neruda' (2016), por ejemplo, no le tembló el pulso lo más mínimo a la hora de empujar al poeta Pablo Neruda a zonas realmente oscuras.

En 'Jackie', en cambio, sorprendentemente Larraín no parece tener reparos en obviar el hecho de que para llevar esos vestidos y usar esa forma de hablar y lucir aquellas joyas se requiere un alto grado de vanidad personal. Dicho de otro modo, la película es brillante retratando a alguien que tenía una habilidad única para crear su propia leyenda pero muestra un nivel nulo de escepticismo acerca de su necesidad de hacerlo. Explora cómo se crea un mito pero en ningún momento llega a cuestionarse por qué. Y, a estas alturas, ¿no cuenta eso como una oportunidad perdida?

Foto: Un fotograma del documental 'Bigas por Bigas'.
Foto: Fotograma del filme

En la historia de los presidentes de Estados Unidos, pocas Primeras Damas llegaron a lograr tanta notoriedad como Jacqueline Kennedy a pesar de que, a diferencia de varias otras de las mujeres en el cargo, ella jamás fue políticamente activa ni renunció al lujo para defender causas sociales ni practicó la diplomacia ni aconsejó a su marido en asuntos de Estado. Podría decirse que su papel fue esencialmente doméstico –esto es, cuidar de los niños y decorar la Casa Blanca- de no ser porque, como 'Jackie' deja claro, fue protectora y abanderada esencial de la herencia de su marido.

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