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'Toni Erdmann': el humor absurdo como terapia de choque
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'Toni Erdmann': el humor absurdo como terapia de choque

La directora alemana Maren Ade firma una de las mejores películas de 2016, la particular relación entre un padre y una hija que han dejado de entenderse

Foto: Peter Simonischek y Sandra Hüller protagonizan 'Toni Erdmann'.
Peter Simonischek y Sandra Hüller protagonizan 'Toni Erdmann'.

El gran prejuicio al que suele enfrentarse la comedia, muchas veces subestimada como un género menor, es la impresión de falta de calado intelectual y exceso de ligereza. Y en muchos casos, cuando la comedia es un simple dispositivo para la evasión, esta crítica es acertada. Pero también es verdad que el humor y la risa han sido objeto de estudio en la filosofía, en el lenguaje o la psicología: desde Schopenhauer hasta Gautier, desde Nietzsche hasta Bergson, mucho se ha teorizado sobre la estructura, los mecanismos y las diferentes funciones de lo cómico. Y 'Toni Erdmann', el tercer largometraje de la directora alemana Maren Ade, queda innegablemente mejor enmarcado en esa segunda acepción, sin obviar tampoco el placer de la carcajada.

Tráiler de 'Toni Erdmann'

'Toni Erdmann' es una película muy personal, una exploración alrededor de las formas de comunicación, las relaciones humanas, la realización personal y el sentido de la vida. Una película que intuye y busca, sin sentar cátedra, y que deja al espectador que trabaje, que se mueve desde una reflexión del humor como herramienta social al retrato socioeconómico de una Europa en plena crisis de valores.

Winfried Conradi (Peter Simonischek) es un hombre peculiar que utiliza el absurdo como herramienta para desenvolverse en su día a día

Winfried Conradi (Peter Simonischek) es un hombre con una peculiar forma de enfrentarse a una realidad para nada idílica —divorciado, con una hija ausente y problemas cardíacos—, que utiliza el absurdo como herramienta para desenvolverse en su día a día más cotidiano y para relacionarse ya sea con desconocidos —el mensajero que le entrega los paquetes de correos— como con sus familiares y amigos. Sin embargo, su perro, su madre anciana y sus alumnos de piano son, probablemente, los vínculos emocionales más estables de su vida.

placeholder Peter Simonischek y Sandra Hüller, en 'Toni Erdmann'.
Peter Simonischek y Sandra Hüller, en 'Toni Erdmann'.

Su hija Ines (Sandra Hüller), por el contrario, es una persona metódica y extremadamente organizada, siempre pendiente del teléfono y cuya prioridad en la vida es su trabajo, al que se dedica hasta la extenuación, reduciendo su parcela personal a la mínima expresión, por no decir hasta la inexistencia. Ines vive en Bucarest y trabaja para una consultora externa alemana que prepara un plan de reestructuración de una empresa petrolífera rumana, lo que supondrá el despido de gran parte de sus trabajadores.

Foto: Bárbara Lennie en una escena de 'María y los demás'

Ines ha desconectado de la realidad ajena a su mundo empresarial y funciona casi como una máquina, descuidando los aspectos emocionales

Ines representa el perfil de tiburón empresarial con disfunciones afectivas, que ya ha desconectado de la realidad ajena a su mundo empresarial y que funciona de una forma más próxima a la de una máquina, descuidando los aspectos emocionales y centrándose casi exclusivamente en su productividad. Desde su primera escena, se presenta como una mujer encorsetada, poco flexible, uniformada —apenas se despega de su traje de ejecutiva— y poco proclive a la espontaneidad o a la incorrección. Y, sobre todo, al disfrute porque sí: todo tiene un fin práctico, desde acudir al 'spa', ir de compras, celebrar un cumpleaños, ir a una discoteca o mantener relaciones sexuales. Y siempre con una aura de perpetua frustración.

Cuando su padre la visita en Bucarest, se da cuenta de la distancia abismal que existe entre sus formas de ver la vida y de lo incómodos que se sienten juntos, como si fuesen desconocidos que se cruzan por primera vez en un ascensor. Además, Winfried cree percibir la infelicidad de su hija y lamenta que se haya distanciado de los valores que le inculcó en la infancia. Es entonces cuando Winfried decide quedarse en Bucarest, ponerse una peluca y una dentadura, crear a Toni Erdmann, un personaje estrafalario e histriónico, y perseguir a su hija por toda la ciudad, como una terapia de choque contra su alienación.

placeholder Un fotograma de 'Toni Erdmann'.
Un fotograma de 'Toni Erdmann'.

Siguiendo las teorías de Jean Piaget y obviando que su hija no es una niña, Winfried utiliza el juego, lo lúdico, como un mecanismo para intentar reeducar a Ines. A través de su juego, busca provocar una catarsis en ella, una estrategia que culmina en el momento en el que sentado al piano, en una fiesta de una familia rumana, rodeados de desconocidos, Erdmann obliga a Ines a cantar 'Greatest Love of All', de Whitney Houston —con una letra llena de significado—, que acaba interpretando la canción a voz en cuello ante el desconcierto de los presentes.

"Un hombre que se disfraza es una figura cómica. También lo es un hombre que parece haberse disfrazado. Por extensión, será cómico todo disfraz, no solo del hombre, sino también de la sociedad y hasta de la misma Naturaleza", reflexionó Henri Bergson, Premio Nobel de Literatura en 1927. Y Maren Ade intenta explorar a través de esta comedia las máscaras, los revestimientos adquiridos en una sociedad obsesionada con el triunfo que muchas veces solo es sinónimo de éxito económico. Ines se muestra siempre preocupada de su aspecto, mide cada una de sus palabras y le resulta imposible disentir de cualquier opinión de su entorno. Mientras, a su padre le da igual hacer el ridículo y lo que piense de él cualquier persona que no sea su hija.

Ade retrata una Europa en crisis de valores, en donde las decisiones de las grandes corporaciones repercuten directamente en la vida de las personas

En 'Toni Erdmann', Ade recurre a dos actores más conocidos por su trayectoria teatral que por la cinematográfica, pero que han conseguido entender las necesidades de una interpretación contenida más basada en el absurdo situacional y la paradoja existencial que en una actuación abiertamente cómica. La fuerza de la película radica en la idea del personaje de Toni Erdmann en sí y en la oposición que supone frente a un mundo protocolario, jerárquico y artificioso. Aun así, gracias a su álter ego, Winfried consigue sortear cualquier jerarquía, cualquier protocolo, cualquier barrera comunicacional, y la identidad inventada, la fantasía, acaba siendo la más natural, la más 'verdadera' de todas. Sin embargo, a ojos de Ines, el sentido del humor de su padre raya el cinismo, aunque sea de manera involuntaria.

placeholder Hüller da vida a Ines, una agresiva ejecutiva alemana desplazada a Bucarest.
Hüller da vida a Ines, una agresiva ejecutiva alemana desplazada a Bucarest.

La directora, además, aprovecha el contexto de la historia para retratar una Europa en crisis de valores, donde las decisiones poco transparentes de las grandes corporaciones —además de deshumanizadas, tanto que ni los mandamases se atreven a asumirlas abiertamente— repercuten directamente en la vida de las personas y en la situación socioeconómica de los países. El distanciamiento y la desconexión que hay entre las multinacionales y la realidad —más allá de las cifras económicas— que las rodea queda perfectamente descrito en un solo plano, cuando Ines mira por una de las ventanas del edificio en el que trabaja y se da cuenta de que un muro separa su mundo de una colonia de chabolas.

placeholder Cartel de 'Toni Erdmann'.
Cartel de 'Toni Erdmann'.

'Toni Erdmann' es una película que consigue plantear cuestiones de gran calado, nada banales, con una aparente ligereza. Además, lo hace sin una pretensión pontificadora, sino reflexiva. Es una comedia agridulce, en la que no se fuerza un final 'made in Hollywood' para todos los gustos ni una caída absoluta en brazos del pesimismo. Además, Maren Ade consigue que el humor absurdo de su película no sea exclusivamente fuente del 'gag', sino que también sea un vehículo para poner de relieve esos comportamientos y situaciones que la sociedad ha naturalizado a pesar de su esencia ilógica. Y, a diferencia de 'El traje nuevo del emperador', aquí estamos todos desnudos.

Foto: Fotograma de 'Loving', con Ruth Negga y Joel Edgerton.
Foto: Fotograma de 'Figuras ocultas', protagonizada por Taraji P. Henson, Octavia Spencer y Janelle Monáe.

El gran prejuicio al que suele enfrentarse la comedia, muchas veces subestimada como un género menor, es la impresión de falta de calado intelectual y exceso de ligereza. Y en muchos casos, cuando la comedia es un simple dispositivo para la evasión, esta crítica es acertada. Pero también es verdad que el humor y la risa han sido objeto de estudio en la filosofía, en el lenguaje o la psicología: desde Schopenhauer hasta Gautier, desde Nietzsche hasta Bergson, mucho se ha teorizado sobre la estructura, los mecanismos y las diferentes funciones de lo cómico. Y 'Toni Erdmann', el tercer largometraje de la directora alemana Maren Ade, queda innegablemente mejor enmarcado en esa segunda acepción, sin obviar tampoco el placer de la carcajada.

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