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'The Neon Demon': el sueño de la belleza produce monstruos
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'The Neon Demon': el sueño de la belleza produce monstruos

El director danés Nicolas Winding Refn reaparece con una extraña fábula lisérgica y vampírica sobre la belleza, la vanidad, la juventud y la pureza

Foto: Elle Fanning, en un fotograma de 'The Neon Demon'.
Elle Fanning, en un fotograma de 'The Neon Demon'.

Desde el primer plano, fue un flechazo visceral, irracional, obsesivo. Una descarga en el hipotálamo. Desde el primer plano de 'The Neon Demon', pero también desde el primero de 'Valhalla Rising' (2009). La representación estilizada de un mundo en descomposición. La sublimación hiperestética del envilecimiento del hombre, de la violencia, de la muerte. Solo podía haber amor.

Tráiler de 'The Neon Demon'

Nicolas Winding Refn ha vuelto. Y ha vuelto sin pudor y sin pedir perdón ni a Dios ni al espectador. Lo ha hecho provocando, jugando al exceso, apelando a los sentidos, como siempre, pero esta vez elevado a la enésima potencia, como tras un chute de dopamina. Después de las sorprendentes 'Valhalla Rising' y 'Drive' (2011) —y de la más irregular 'Solo Dios perdona' (2013)—, Winding Refn ha decidido obviar los intentos fútiles de redención y tirarse a la piscina de la extravagancia y de la desmesura con 'The Neon Demon', una orgía de estética obsesiva, hija bastarda de la relación sediciosa de Brian de Palma, David Cronenberg, Jonathan Glazer, Kenneth Anger, Stanley Kubrick, Xavier Dolan y los videocliperos Fleur & Manu, todo en uno.

El continente y el contenido se mimetizan: "La belleza no lo es todo; es lo único". No hay nada demasiado sesudo donde rascar, no hay solemnidad ni reflexiones novedosas, pero, ¡oh, qué espectáculo más hermoso! El trío Winding Refn, Cliff Martinez —con su apabullante banda sonora— y la directora de fotografía Natasha Braier ('La teta asustada', 2009) crea un universo tan atractivo como perverso, porque la belleza siempre viene de la mano de la condenación y el tormento.

placeholder Fotograma de 'The Neon Demon'.
Fotograma de 'The Neon Demon'.

Jesse (Elle Fanning) es una huérfana de 16 años recién aterrizada en Los Ángeles desde su pequeño pueblo, dispuesta a ganarse la vida como modelo. Es consciente de su apariencia y, en su pragmatismo, decide que la forma más viable de salir adelante y hacer algo de dinero es mercadeando con su belleza. Su frescura y su inmaculada inocencia la convierten en un imán de todo aquel que se cruza con ella: "Es como si en el medio del invierno tú fueses el sol". Sola, asustada —aunque decidida— y cándida, malvive en la habitación de un hotel regentado por un encargado siniestro y sin escrúpulos (Keanu Reeves) y depende de la bondad de los desconocidos —aunque ya poco queda gratis en este mundo, y menos en Los Ángeles— para ir ascendiendo por el tortuoso camino hacia la fama.

Poco a poco, las puertas del mundo de la moda se irán abriendo para ella, que se dará cuenta del poder de dominación que tiene sobre el resto el mundo. Sin embargo, lo que Jesse parece no entender es que la belleza, compañera infiel y traicionera, también trae consigo la cara del castigo. Su poder puede convertirse en su ruina. Una bomba de relojería en manos de una chica demasiado joven, demasiado inexperta y demasiado sola en un mundo que se pelea por un pedazo de ti. Rojo peligro.

'The Neon Demon' es un relato fabuloso y estético en torno a la vanidad y el vampirismo, a la sustitución, a la necesidad que tiene la sociedad del culto a la imagen de sorber hasta la última gota de sangre fresca, antes de destruirla

El director danés construye en 'The Neon Demon' un relato fabuloso y estético en torno a la vanidad y el vampirismo, la sustitución, a la necesidad que tiene la sociedad —o secta— del culto a la imagen de sorber hasta la última gota de sangre fresca, juventud y pureza. Las mismas virtudes —efímeras y aisladas— que idealizan son las que los propios vampiros están empeñados en corromper y destruir. Les gusta la naturalidad, pero la pervierten con la plasticidad de la cirugía estética, exceso de maquillaje y la imposición de una forma de actuar cuasi robótica. Buscan la mirada cándida de un animal asustado, pero ofrecen un mundo en el que pronto se pierden el miedo y la inocencia. Buscan la juventud, pero la juventud no existe, porque siempre es pasado. El miedo a la obsolescencia huele y es amargo, porque nos recuerda nuestra propia condición mortal.

Braier y Winding Refn han arriesgado al máximo —dentro de los patrones entre los que se mueve el cine narrativo— en la apuesta estética y formal de la película, rodada en anamórfico y con una intención colorimétrica profundamente marcada donde predominan los colores primarios —azules y rojos—, el blanco y el negro a modo de expresión de sentimientos y sensaciones. Planos sometidos a las líneas rectas, formas geométricas, ruptura de la simetría con cambios de aire y planos aberrados o descompensados. La difusión y los colores pastel que representan al personaje de Jesse van evolucionando hacia colores y texturas más estridentes, más artificiosas —como de neón, como su nombre indica—, a medida que Jesse va sufriendo la transformación. Poco a poco la oscuridad, la vanidad y la soberbia se irán apoderando de ella.

placeholder Fotograma de 'The Neon Demon'.
Fotograma de 'The Neon Demon'.

Como Glazer en la inquietante 'Under the Skin', Winding Refn recurre a secuencias conceptuales, entre el trance y la pesadilla, para explicar los momentos clave de la evolución del personaje, tanto en su incursión en la primera fiesta —con luces estroboscópicas rojas, cuerpos en suspensión y rostros violentos—, como en su primera sesión de fotos desnuda o en su primer desfile importante. Winding Refn conduce su película en círculos, como un buitre sobre su presa; la única que avanza de frente es su protagonista, mientras el resto de los personajes acechan. Como criaturas en las sombras, esperan a quedarse con la luz de Jesse, aunque eso signifique agotarla a ella.

Con resonancias al Los Ángeles de Lorca Dicorcia, el director danés presenta los exteriores urbanos retratados casi siempre bajo la hora bruja, que, aunque terriblemente evocadores, también se presentan como perturbadores

Con ligeras resonancias al Los Ángeles de Lorca Dicorcia, el director danés presenta los exteriores urbanos retratados casi siempre bajo la hora bruja, que, aunque terriblemente evocadores, también se presentan como perturbadores. Al igual que el entorno, los personajes con los que se va cruzando Jesse —especialmente el fotógrafo interpretado por Desmond Harrington y el trío encarnado por Jena Malone, Bella Heathcote y Abbey Lee— juegan con el desconcierto y la extrañeza, provocando en el espectador una continua sensación de incomodidad y peligro de la que Jesse parece no ser consciente. Todo encaminado a un final delirante, heredero del 'giallo' y del cine de terror adolescente, sin condescendencias ni vergüenza y con un sentido del humor corrosivo e inmisericorde.

Y aunque pudiese parecer una apuesta estética disonante, el resultado es compacto y cautivador. Todos, absolutamente todos los planos de la película son como 'tableaux vivants', cuidados hasta el delirio, tremendamente sugestivos. Un siniestro magnetismo amplificado por mil gracias a la música de Cliff Martinez, que ha compuesto una banda sonora de electrónica oscura y envolvente liderada por sintetizadores analógicos de los años setenta acompañados de percusión metálica, flautas indias y ukeleles electrónicos, entre otros instrumentos.

placeholder Cartel de 'The Neon Demon'
Cartel de 'The Neon Demon'

El resultado ha sido una película extraordinaria, una 'rara avis' perturbadora, sensual, misteriosa y arrebatadora. Una entre un millón. Imperfecta, temeraria y osada. Hija del exceso, que se ama profundamente o se detesta. Una nueva muestra de que a pesar de los tropiezos —que pueden ocurrir cuando se sobrepasa la zona de confort—, Nicolas Winding Refn es uno de los directores más interesantes y que mejor han sabido doblegar la maquinaria hollywoodiense en pos de sus propios intereses, y no al revés. Una obra apabullante para los sentidos. Porque a veces, como dice la propia película, "la belleza no lo es todo; es lo único".

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