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'Nocturama': Convertirse en terrorista porque sí. ¿O por qué no?
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'Nocturama': Convertirse en terrorista porque sí. ¿O por qué no?

El director francés Bertrand Bonello -nacido en Niza- construye un perturbador relato sobre la violencia en su última y polémica película, 'Nocturama'

Foto: París arde en 'Nocturama', de Bertrand Bonello
París arde en 'Nocturama', de Bertrand Bonello

En eso consiste el juego. En que tú vas en el metro o en el autobús o por la calle o en el supermercado o estás en el parque dándole de comer a las palomas y, de repente, como un disparo, la psicosis se te mete en las vísceras -nunca al cerebro- y te encuentras de frente, sin medias tintas, con la proyección de la propia muerte. Del dolor. Del fin de la existencia. De todo lo que no he hecho.Y con la lavadora sin tender. ¡Joder, ¿quién me mandaba estar aquí comprando un maldito cartón de leche?! ¿Por qué yo? ¿Por qué aquí? Ése parece árabe. Ése otro mira raro. Ése lleva una mochila. Son mis enemigos. Quieren matarme.

Peliagudo hablar de terrorismo. De mochilas. De trenes, de metros, de aeropuertos, de camiones. Cuando ocurre, los medios de comunicación saltan como un resorte y escarban dentro de la mujer, o del marido, de los hijos, de los vecinos, de la mezquita -si la hubiera- o del bareto o del prostíbulo, de los amigos de la infancia, de la basura, del historial médico y hasta debajo de las uñas. Queremos respuestas. Rápidas y convincentes. Simples. ¿Por qué lo hizo? Así podremos dormir más tranquilos.

Tráiler de 'Nocturama'

O no. Porque en la nueva película de Bertrand Bonello los motivos dan igual. Son ambiguos. Son débiles. Son un autoengaño. ¿Por qué habría de justificarlo? Hay gente a la que, simplemente, le mola la violencia. Matar. Aunque intenten disfrazarlo de política, de religión, de nihilismo. Por eso los niños queman a las hormigas, maltratan al gato o ahorcan a las lagartijas. Cuando hay vidas humanas, la gente exige saber el porqué. ¿Y si fuese sólo porque sí? O, incluso, ¿por qué no? "Hay algo que no es racional en todo esto; siempre buscamos motivos o explicaciones, para sentirnos más tranquilos. Quería transmitir un sentimiento general, más confuso, el mío propio", explica Bonello.

¿Cómo puedo distinguir a un terrorista si es rubio, viste con chinos, lleva zapatillas Nike y escucha la música de Willow Smith? ¿Cómo puedo saber que es un terrorista si no reza ni a Dios, ni a Alá, ni a Satán, le gusta la 'Rauchbier' o pintarse los labios de rojo o follar en camas ajenas? ¿Cómo puedo distinguir a un terrorista si es igual que yo?

"Hay algo que no es racional en todo esto; siempre buscamos motivos o explicaciones, para sentirnos más tranquilos"

Por eso 'Nocturama' es tan perturbadora. El cineasta francés, responsable de 'Casa de tolerancia' ('L'Apollonide', 2008), sigue a un grupo de jóvenes por las líneas de metro de París, por las arterias de la ciudad de la luz, que bombean sangre hacia toda la ciudad, desde el centro hasta los 'banlieues'. Desde los 'banlieues' hasta el centro. No sabemos muy bien quiénes son o adónde van. Se cruzan con gente. Se separan de gente. Miran el móvil. Todo parece sospechoso, aunque todo podría ser normal. Son franceses. Algunos de ascendencia africana. Otros no. Otros no se sabe. Algunos de clase alta. Otros de familias suburbiales. "La palabra terrorismo se ha visto fagocitada por Estado Islámico o el Daesh", apunta el cineasta francés. "Yo quería mostrar que no sólo hay eso. Aunque en este caso prefiero hablar de insurrección porque es un término que me conviene mejor. Quería aferrarme más a los cómos que a los porqués".

Porque en la película, los protagonistas, los 'insurrectos' no tienen un discurso definido. ¿Van contra Francia? ¿Contra el Estado en general? ¿Contra algo en particular? Hablo de la problemática del Estado social contemporáneo pero de pronto me entrego a una borrachera consumista y hedonista voraz y despreocupada. O no hay coherencia o no hay salida, o ninguna de las dos cosas. "Por supuesto 'Nocturna' es una crítica [al capitalismo voraz], pero no quiero hacer una película con un mensaje claro. Necesitaba tener una segunda parte con más ambigüedad, que es una representación de la ambigüedad del mundo en el que vivimos".

"Por supuesto 'Nocturna' es una crítica [al capitalismo voraz], pero no quiero hacer una película con un mensaje claro"

Sin embargo, la manera en la que el director hace acompañar a los terroristas inevitablemente provoca cierta familiaridad, cierta empatía con ellos. Si no hay justificaciones tampoco hay juicios. Sin embargo, el Estado, el poder establecido aparece amenazante, continuamente. Desde la concreción del consumismo masivo e indiscriminado de un centro comercial hasta las fuerzas del orden, que quieren poner fin al juego. "La representación del Estado se ve desde el punto de vista de ellos, de los terroristas. Y por eso el Estado es implacable. Frente a las muchas incógnitas la policía tiene una sola misión, que es poner final a la operación".

Y precisamente de esa ambigüedad nacen algunas críticas a la película. Porque el maniqueísmo es cómodo. El chocolate o blanco o negro, no me dé más opciones que me confundo. "Yo no tengo ningún mensaje particular; no me posiciono a favor ni en contra", se justifica un Bonello que no quiere justificaciones. "Tengo un sentimiento sobre esa violencia y lo he querido llegar al cine".

" Quienes más problemas tienen con la película son los que no la han visto, por lo que se trata: bombas, atentados...."

"Cuando empecé a escribir el filme en 2010 quería contar un sentimiento general sobre la tensión que podía sentir entonces en Francia". Antes de Charlie Hebdo, antes de Bataclan, antes de Niza. Francia se duele y algunas voces han atacado la película de Bonello por considerar que es demasiado pronto para hablar de bombas en el corazón de París. El Festival de Cannes ignoró la película. Extraño para Bonello. Aunque no cree que haya censura: "estamos en San Sebastián, la semana pasada estuvimos en Toronto. Yo no puedo hablar por el Festival de Cannes, pero cuando mostramos la película en Francia nos dimos cuenta de que los periodistas necesitaban un poco de tiempo para digerirla. Quienes más problemas tienen con ella son los que no la han visto, por lo que se trata: bombas, atentados...".

¿Cuán pronto es demasiado pronto? ¿Quién lo decide? ¿Tiene que plegarse el arte, el cine, a la censura de la actualidad? El productor Édouard Weil cree que precisamente 'Nocturama' es "la demostración de que el arte es libre y puede llegar al mercado y puede financiarse. Creo que en la actualidad el cine como arte está protegido de la hipocresía, porque en todo el mundo hay producciones independientes que tienen la suerte de poder abordar estos temas, como la nuestra".

En eso consiste el juego. En que tú vas en el metro o en el autobús o por la calle o en el supermercado o estás en el parque dándole de comer a las palomas y, de repente, como un disparo, la psicosis se te mete en las vísceras -nunca al cerebro- y te encuentras de frente, sin medias tintas, con la proyección de la propia muerte. Del dolor. Del fin de la existencia. De todo lo que no he hecho.Y con la lavadora sin tender. ¡Joder, ¿quién me mandaba estar aquí comprando un maldito cartón de leche?! ¿Por qué yo? ¿Por qué aquí? Ése parece árabe. Ése otro mira raro. Ése lleva una mochila. Son mis enemigos. Quieren matarme.

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