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'Rumbos', amor sobre ruedas
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ESTRENOS DE CINE

'Rumbos', amor sobre ruedas

La directora Manuela Burló Moreno rescata a la actriz Pilar López de Ayla, alejada de las producciones españolas desde hace 10 años, para protagonizar su segundo filme

Foto: Fotograma de 'Rumbos'.
Fotograma de 'Rumbos'.

Nuestras vidas pueden ser los ríos que van a dar a la mar, como escribió Jorge Manrique, o las autovías de acceso que van a dar al Nudo de la Trinitat. Una compleja red de carreteras estatales, autonómicas, provinciales y municipales, con y sin peaje, que se entrecruzan o divergen y a veces acaban en punto muerto. En 'Rumbos' no hay cabos sueltos ni carreteras sin salida; todo ocupa su sitio en un imbricado plan cósmico orquestado al ritmo de una Julia Otero de voz sedosa y su programa de consejería sentimental.

Cada palabra está medida y ningún gesto es fortuito. Todo avanza aritméticamente como en una ecuación estudiada a conciencia en la que sobran 'más' y faltan 'menos'. Y el resultado es un drama romántico castizo rodado a la americana -incluso hay cabida para planos aéreos estilo 'thriller policiaco' que recuerdan al 'Drive' de Winding Refn- y en que conviven reminiscencias 'jarmuschianas' -también es inevitable acordarse del 'Locke' (2013) de Steven Knight- con clásicos de la tradición oral del humor sobre relaciones de pareja y el drama personal y amoroso y social y 'transgeneracional'. 

Tráiler de 'Rumbos'

La película discurre sin excesivas sorpresas, en el ámbito de lo cómodo y lo seguro. No hay nada que sobresalte, nada imprevisible, todo está controlado, todo va hacia donde tiene que ir. Las historias encajan, quizá, demasiado mecánicamente, arrastrando una propuesta 'a priori' interesante, tanto a nivel formal como en el aspecto narrativo.

Es de noche. Hace calor. En la radio suena un programa en el que Julia Otero aconseja sobre cuestiones de amor. ¿Qué es el amor? El amor, con mayúsculas, no el querer. Que querer y amar no es igual aunque suene parecido. Sobre el amor y la amistad. El amor disfrazado de amistad y viceversa. Sobre el desamor, la soledad, la frustración. Sobre lo pequeñitas y frágiles que somos las personas. Y lo complicadas. Y lo previsibles. ¿Cuántas formas hay de romper una relación? No eres tú, soy yo, mejor que seamos amigos, es que no estoy preparada, es que no me quieres tanto como yo a ti. Y luego dicen que en España no reciclamos.

La esperada vuelta de Pilar López de Ayala

Tras 'Cómo sobrevivir a una despedida' (2015), Manuela Burló Moreno ha compuesto una dramedia sobre las relaciones a lo largo de la hora y media que duran la película y el programa de Julia Otero que escuchan los personajes y que actúa como el hilo de unión del 'patchwork'. Y en su segunda incursión en el territorio del largometraje, la directora y guionista ha recuperado a Pilar López de Ayala, que reaparece tras 10 años de ausencia del cine español para adueñarse totalmente de la película y dejar al espectador con ganas de más. La actriz, enfundada en un vestido rojo cual caperucita que atraviesa la ciudad, estira las capacidades de la persistencia retiniana con una ternura tragicómica muy alejada de los registros a los que acostumbra. 

López de Ayala es la pareja de Miki Esparbé -'El rey tuerto'-. Treintañeros planteándose dejar de cerrar los bares, ir más en serio, vivir juntos, tener un hijo. En fin, cosas de treintañeros. Un taxista -un Karra Elejalde algo incómodo en su propia piel- enamorado hasta las trancas de su mujer desde hace 18 años. Dos adolescentes -Emilio Palacios y Christopher Torres- que conducen un descapotable en busca de -aparentemente- chicas y cubatas. Dos conductores de ambulancia -Ernesto Alterio y Rafael Ordorika- con un futuro amoroso y un pasado inmovilizador. Una mujer -Nora Navas- aburrida de su vida conyugal. Un transportista -Fernando Albizu- que busca declararse a Lupe -una Carmen Machi siempre resolutiva-, a quien conoció hace tiempo a las puerta de un almacén de sofás. Personajes que no se acaban de alejar de ese lugar común ya filmado y ya visto.

Mantener el equilibrio entre el drama y la comedia y no acabar en el suelo es difícil, aunque haya destellos de lucidez

Por eso no llega a surgir la empatía. Las historias no atrapan del todo y el suspense de la resolución -de la encrucijada final- acaba decayendo por su previsibilidad. Además, mantener el equilibrio entre el drama y la comedia y no acabar en el suelo es difícil, aunque haya destellos de lucidez. Y en esos destellos de lucidez, Manuela Burló Moreno demuestra su potencial. Es complicado enfrentarse a un segundo largometraje navegando entre dos tierras, y en 'Rumbos'  la directora consigue solventar -aunque no rematar- una película digna, reflexiva, aunque dócil. Una película, quizá, más de querer que de amar. Que no es lo mismo. 

 

Nuestras vidas pueden ser los ríos que van a dar a la mar, como escribió Jorge Manrique, o las autovías de acceso que van a dar al Nudo de la Trinitat. Una compleja red de carreteras estatales, autonómicas, provinciales y municipales, con y sin peaje, que se entrecruzan o divergen y a veces acaban en punto muerto. En 'Rumbos' no hay cabos sueltos ni carreteras sin salida; todo ocupa su sitio en un imbricado plan cósmico orquestado al ritmo de una Julia Otero de voz sedosa y su programa de consejería sentimental.

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