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Desenmascarando a Paesa, la vida de cine del agente secreto que regresó de la muerte
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en la película 'el hombre de las mil caras'

Desenmascarando a Paesa, la vida de cine del agente secreto que regresó de la muerte

Tras 'La isla mínima', el director Alberto Rodríguez volverá a las salas de cine el próximo otoño con un thriller inusual sobre el célebre ex agente de los servicios secretos

Foto: Francisco Paesa
Francisco Paesa

A Francisco Paesa se lo llevó un paro cardíaco fulminante en Bangkok. Era el verano de 1998. Tras su incineración, sólo quedaron una esquela y treinta misas gregorianas encargadas a un convento de Burgos. Pero, como dijo Descartes, "es necesario dudar de todo y tanto como sea posible al menos una vez en la vida". Y si se tienen dos y tres vidas, más. Porque Paesa revivió de sus cenizas, y lo encontraron en 2004, unos dicen que en París, otros que en Luxemburgo, rebautizado como Francisco Pando Sánchez, con pasaporte argentino y con alguna que otra sociedad en las Islas Vírgenes registrada a través del -ahora- celebérrimo despacho Mossack Fonseca.

Y si Paesa tuvo más de una vida y más de un nombre, también tuvo más de una cara. Un millar para Alberto Rodríguez que, tras 'La isla mínima', vuelve a la gran pantalla con 'El hombre de las mil caras', "una historia de tramposos y timadores" centrada en el caso Paesa que llegará a las salas de cine el próximo otoño. Basada en el libro 'Paesa: el hombre de las mil caras' de Manuel Cerdán, el director sevillano ha elaborado un 'thriller' "no al uso" que trasciende el material inicial para crecer a rebufo de una exhaustiva investigación en torno a la figura del espía y aquellos que lo rodearon. El mayor reto: conseguir "jugar con una realidad que conocen tres o cuatro personas", llena de agujeros, y que ha tenido que ficcionar en algunas secuencias pues "las versiones eran tantas sobre lo que había ocurrido" que era imposible saber cómo fueron realmente los hechos.

En este "juego de espejos en el que la verdad y la mentira se confunden muchas veces", Rodríguez ha contado con Eduard Fernández para dar vida al ex agente secreto del gobierno español, encargado de la misión contra ETA más trascendental de la historia, un hombre "turbio y seductor" en palabras del propio actor, un "artista del engaño", según su director. A "todo lo que dice Paesa, entra como un corderito" Jesús Camoes, su mano derecha y otro títere más, al que da vida José Coronado, quien lo define como "un hombre con vitalidad y clase, un tipo de buena familia al que le gusta la aventura" y se acaba sumergiendo en la red de mentiras del espía.

Porque "siempre que hay un timador tiene que haber un timado", sentencia Rodríguez. La verdad fáctica. El Estado español, que no la patria, porque como le espetan al Paesa de la película, "su patria es el dinero". Y esa traición se concreta -aunque, ¿cuál es la certeza en esta tela de araña?- en la figura de un Luis Roldán encarcelado durante 15 años en la prisión de Zuera (Zaragoza), condenado por los delitos de malversación, cohecho, estafa y falsificación contra la Hacienda Pública.

En este "juego de espejos", Eduard Fernández da vida al ex agente encargado de la misión contra ETA más trascendental de la historia

Es Carlos Santos quien moldea su cara a imagen y semejanza de la del ex director general de la Guardia Civil, o al menos de la "imagen icónica" que de Roldán guarda la sociedad española, con su barba y su particular calvicie, tras un intenso trabajo del departamento de caracterización. A su lado, su esposa, Nieves Fernández Puerto -Marta Etura-, un "personaje que manda mucho, una mujer muy fuerte que maneja muy bien las situaciones de negocios".

Fue en el año 2012 cuando Alberto Rodríguez empezó a trabajar en un proyecto que ha pasado por varias manos -entre ellas las de Enrique Urbizu- y que finalmente ha tomado cuerpo bajo la dirección del cineasta sevillano. Más de 10 semanas de rodaje repartidas entre Madrid, París y Bangkok, 720 extras de diferentes nacionalidades caracterizados de los años 90, para "coger el género de espías y darle la vuelta". Para seguir los pasos de un fantasma que murió de un infarto en Bangkok en 1998, que renació seis años después en la otra punta del mundo y que consiguió hacer de su vida -es lo único indudable- una auténtica película.

A Francisco Paesa se lo llevó un paro cardíaco fulminante en Bangkok. Era el verano de 1998. Tras su incineración, sólo quedaron una esquela y treinta misas gregorianas encargadas a un convento de Burgos. Pero, como dijo Descartes, "es necesario dudar de todo y tanto como sea posible al menos una vez en la vida". Y si se tienen dos y tres vidas, más. Porque Paesa revivió de sus cenizas, y lo encontraron en 2004, unos dicen que en París, otros que en Luxemburgo, rebautizado como Francisco Pando Sánchez, con pasaporte argentino y con alguna que otra sociedad en las Islas Vírgenes registrada a través del -ahora- celebérrimo despacho Mossack Fonseca.

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