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No coges el teléfono y alguien muere: lo último de los Dardenne defrauda en Cannes
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No coges el teléfono y alguien muere: lo último de los Dardenne defrauda en Cannes

En 'La fille inconnu' una médica investiga la identidad de la chica que murió cerca de su consulta médica

Foto: Jean-Pierre Dardenne y Luc Dardenne besan a Adele Haenel en Cannes. Foto: Eric Gaillard/Reuters
Jean-Pierre Dardenne y Luc Dardenne besan a Adele Haenel en Cannes. Foto: Eric Gaillard/Reuters

En 1964, Kitty Genovese fue apuñalada brutalmente en el portal de su casa, en Nueva York. Antes de morir, la muchacha pidió socorro repetidas veces, pero nadie, ni vecinos ni peatones, acudió en su ayuda. Un artículo del New York Times se hico eco del crimen, y el caso de Kitty se convirtió en en el ejemplo paradigmático para la época de la desidia de los habitantes de una gran ciudad ante el sufrimiento ajeno. A partir de la ficción, los hermanos Luc y Jean-Pierre Dardenne plantean una situación parecida en que el síndrome de la indiferencia ante el dolor del prójimo afecta a esa vieja Europa que desatiende la llamada de socorro de los inmigrantes que llaman a su puerta.

Como es habitual en el cine de los belgas, su denuncia no se sitúa en las altas instituciones ni en la política organizada sino que apela al ciudadano común. La protagonista de 'La fille inconnue', Jenny (Adèle Haenel) es una médica de familia en una consulta de barrio de Lieja que decide no responder a ese timbre que suena a última hora, cuando ya hace tiempo que ha acabo su jornada de trabajo y ella ya está cansada. Al día siguiente, la policía la visita para informarle que una muchacha ha aparecido muerta cerca de allí y la cámara de seguridad confirma que se trata de la chica que llamó a su puerta.

La dignidad perdida

Atormentada por el sentimiento de culpa, si hubiera abierto la puerta la muchacha seguiría viva, Jenny decide llevar a cabo su propia investigación para averiguar el nombre de la desconocida, de origen africano y sin papeles. Su obsesiva búsqueda de alguien que la conociera llega a irritar a algunos vecinos. Pero para Jenny se trata de una obligación moral e intenta concienciar a las personas con que se cruza que también lo es para ellos.

Jenny es una típica heroína dardenniana en su obstinación para conseguir un objetivo que le devuelva la dignidad perdida. Pero al contrario de otros personajes que se ven sometidos a alguna encrucijada socioeconómica que pone a prueba su dignidad, Jenny es una doctora de prestigio a quien atenaza el sentimiento de culpa y decide ponerle remedio. Su investigación otorga a esta película de los Dardenne un insólito tono procedimental. Los belgas sin embargo no acaban de dar con el ritmo ni la estructura narrativa apropiada para ofrecer un film de pesquisa con trasfondo moral.

Los belgas no acaban de dar con el ritmo ni la estructura narrativa apropiada para ofrecer un film de pesquisa con trasfondo moral

La odisea de Jenny tiene también mucho de tarea de concienciación colectiva en lo que a responsabilidad común respecto al destino de la chica muerta se refiere. Y en este campo, los Dardenne flojean más que en cualquiera de sus anteriores películas. Menos sutiles que en anteriores ocasiones, la protagonista acaba teniendo algo de cura de pueblo que sermonea, se obsesiona con el sentimiento de culpa, interroga y acoge confesiones de sus vecinos. Con dos Palmas de Oro ya en su haber, los Dardenne son los cineastas más laureados de la competición. Parece poco probable que 'La fille inconnue' les reporte la tercera.

El cáncer que padece Brasil

Desde 'Jackie Brown' que no veíamos una película con una protagonista femenina madura tan potente como 'Aquarius'. Si en aquella Quentin Tarantino homenajeaba el cine blaxploitation a través de una de sus actrices emblemáticas, Pam Grier, en este film brasileño, el director Kleber Mendonça Filho acude a la más conocida de las intérpretes de su país, la gran Sonia Braga, para retratar un Brasil a punto de desaparecer. Clara es una crítica de música viuda y jubilada, y la última residente de un viejo edificio, el Aquarius, con una situación privilegiada a primera línea de mar en Recife. Sus vecinos se han marchado y ahora todo el edificio excepto su apartamento pertenece a una misma empresa que la presiona para que también lo abandone.

Pero Clara tiene claro que no va a irse. Esa es su casa y allí moran la mayoría de sus recuerdos, como aquel con el que arranca la película: la fiesta de homenaje a su tía pionera de la liberación sexual justo después de que ella misma superara un cáncer de mama. Con 'Aquarius' Kleber Mendonça Filho y Braga demuestran que se puede llevar a cabo una película vital, sexy, valiente, política y poderosa con una mujer de 65 años de protagonista.

Con 'Aquarius', Kleber Mendonça Filho y Braga demuestran que se puede hacer una película vital, sexy, y poderosa con una mujer de 65 años

Clara representa este Brasil que luchó por las libertades y sigue gozando de la vida al ritmo de las canciones de Maria Bethânia o Gilberto Gil (estamos, claro, ante una de las mejores bandas sonoras que hemos oído en el festival). Su estilo de vida y su forma de entender Brasil se ven amenazados por el asedio al que la somete la empresa propietaria de su edificio en una metáfora más que clara, que se vuelve todavía más específica hacia el final del metraje, sobre el neoliberalismo que quiere apoderarse de todo el país.

El equipo de 'Aquarius' hizo suya la reivindicación política en la presentación en la Croisette y todos ellos lucieron en la alfombra roja carteles denunciando el golpe de estado que habría tenido lugar en Brasil y mostrando su apoyo a Dilma Rousseff.

En 1964, Kitty Genovese fue apuñalada brutalmente en el portal de su casa, en Nueva York. Antes de morir, la muchacha pidió socorro repetidas veces, pero nadie, ni vecinos ni peatones, acudió en su ayuda. Un artículo del New York Times se hico eco del crimen, y el caso de Kitty se convirtió en en el ejemplo paradigmático para la época de la desidia de los habitantes de una gran ciudad ante el sufrimiento ajeno. A partir de la ficción, los hermanos Luc y Jean-Pierre Dardenne plantean una situación parecida en que el síndrome de la indiferencia ante el dolor del prójimo afecta a esa vieja Europa que desatiende la llamada de socorro de los inmigrantes que llaman a su puerta.

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