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'Triple 9', la película más sórdida y nihilista de 2016
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'Triple 9', la película más sórdida y nihilista de 2016

Una historia compleja sobre la familia, la culpa y el honor que no funciona porque esos asuntos no llegan a ser más que la mera coartada de lo que es, ni más ni menos, una intriga criminal

Foto: 'Triple 9'.
'Triple 9'.

¿Qué explica la presencia de un grupo de actores tan estelar en una película nada estelar como esta? Casey Affleck, Chiwetel Ejiofor, Anthony Mackie, Aaron Paul, Woody Harrelson, Kate Winslet, Gal Gadot, Teresa Palmer... Disponer de semejante poderío interpretativo para contar una historia más bien típica de atracos y policías corruptos vendría a ser como fichar a Ferran Adrià como jefe de cocina de un Telepizza. Es decir, se trata de un reparto sobrecualificado. Pero vaya, todos tenemos facturas que pagar.

El director, John Hillcoat, sin duda debió de llevar a cabo un trabajo extraordinario en asuntos como organizar agendas y manejar egos pero, visto lo visto en pantalla, en ninguno más. El suyo es un caso frustrante, por dos motivos. Primero, porque sus películas lo tienen casi todo para ser extraordinarias -intérpretes mayúsculos, atmósferas atosigantes, violencia inventiva, mucho estilo visual-, pero hasta ahora, en el mejor de los casos -el 'neowestern' 'La propuesta' (2009), la distopía posapocalíptica 'La carretera' (2012)-, no han pasado de estar bastante bien.

Tráiler de 'Triple 9'

Ínfulas de cine serio

Segundo, porque su carrera ha ido de más a menos. Si la complejidad moral y la desesperación existencial que contenían sus primeras películas ya fue menos visible en 'Sin ley' (2012), ahora ni asoma: 'Triple 9' está demasiado maniatada por la influencia mal digerida de 'Heat' (1995) -¿hay alguna película de atracos de las últimas dos décadas que no trate en vano de parecerse a la de Michael Mann?- y, sobre todo, atrapada entre sus genes de serie B y sus ínfulas de cine serio como para acarrear verdadero peso específico.

Concretamente, tiene los contornos de una historia compleja sobre la familia y la culpa y el honor, pero no funciona como tal porque esos asuntos no llegan a ser más que la mera coartada de lo que es, ni más ni menos, una intriga criminal más trufada con varias secuencias de acción impecablemente rodadas y otros tantos momentos de esos que te hacen clavar las uñas al reposabrazos de la butaca. Los personajes están demasiado enfrascados en una narrativa demasiado atareada como para que el relato vaya más allá.

Si la complejidad moral y la desesperación existencial que contenían sus primeras películas ya fue menos visible en 'Sin ley', ahora ni asoma

En efecto, 'Triple 9' tiene tres horas de argumento embutidas en poco menos de dos horas de metraje. En sus primeros 20 minutos, plantea tramas e introduce personajes para aburrir, y luego sigue lanzando más madera: soldados traumatizados, pandilleros tatuados, gánsteres judíos encerrados en las cárceles de Putin, niños usados como moneda de cambio… Quizás es por eso que el entramado dramático tiene más agujeros que un avispero, sobre todo en cuanto a que la minuciosidad inicial de Hillcoat retratando procedimientos -en el imponente robo al que asistimos en la secuencia inicial, en esa tremenda redada policial en el apartamento de un camello, rodada en plano secuencia- da paso a una sucesión de improbabilidades narrativas -notas escritas a mano que aparecen por arte de magia, huellas dactilares que son ignoradas- y de escenas lúgubres en las que un grupo de fulanos gritones se disparan los unos a los otros.

Decrepitud, fealdad y desesperanza

Lo lúgubre, la mugre humana, siempre ha sido la especialidad de Hillcoat, que en todo caso aquí parece haber tratado de batir su marca personal. Si 'Triple 9' no acaba siendo la película más sórdida y nihilista de 2016, más nos vale, por el bien de nuestra salud mental, empezar a cogerle el gusto al teatro. Retrata un mundo en el que todo es decrepitud, fealdad y desesperanza, y en el que todo el que lo habita está furioso, es violento y tiene aspecto de no haberse duchado en varios días. Para subrayar esa circunstancia, y de paso hacerle un calvo a la sutileza, envuelve a sus personajes de oscuridad -la primera escena de la película, por ejemplo, está tan insuficientemente iluminada que resulta difícil saber quién está hablando-. Eso de por sí no sería un problema; el cine negro no es un género precisamente soleado. Lo que pasa es que suele ser conveniente dar al espectador un motivo para que contemple tanto dolor y sufrimiento, y 'Triple 9' no nos lo da. Es decir, si sus personajes son unos tarados, ¿por qué íbamos nosotros a querer que se salven?

'Triple 9' retrata un mundo en el que todo es decrepitud, fealdad y desesperanza, y en el que todos están furioso y son violentos

De nuevo, es cierto, negarle a los personajes una brújula moral por la que guiarse -o a la que hacer caso omiso- no es algo necesariamente malo; Hillcoat, de hecho, nunca ha separado nítidamente a los protagonistas de sus películas entre buenos y malos. Lo que no puede hacerse es negar a los personajes toda profundidad. Si nos da igual que los de 'Triple 9' vivan o mueran no es solo porque casi todos sean chusma, sino también porque son del todo prescindibles. Ejiofor se pasa la película con un gesto que trata de comunicar tormento pero solo sugiere colon irritado; Affleck, en la piel del único poli bueno atrapado entre tanta escoria, centra todo su trabajo actoral en mascar chicle; Harrelson interpreta todas sus escenas como si estuviera en el 'casting' de una nueva versión de 'Teniente corrupto', y Winslet -convertida en una mafiosa peinada al estilo de las estrellas porno de los ochenta- habla con un acento ruso solo ligeramente menos ridículo que su acento polaco en 'Steve Jobs'. La próxima vez, que lo intente con el búlgaro.

¿Qué explica la presencia de un grupo de actores tan estelar en una película nada estelar como esta? Casey Affleck, Chiwetel Ejiofor, Anthony Mackie, Aaron Paul, Woody Harrelson, Kate Winslet, Gal Gadot, Teresa Palmer... Disponer de semejante poderío interpretativo para contar una historia más bien típica de atracos y policías corruptos vendría a ser como fichar a Ferran Adrià como jefe de cocina de un Telepizza. Es decir, se trata de un reparto sobrecualificado. Pero vaya, todos tenemos facturas que pagar.

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