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"Yo pago mis impuestos con orgullo, lo de los Papeles de Panamá no se puede permitir"
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Icíar Bollaín estrena este viernes 'el olivo'

"Yo pago mis impuestos con orgullo, lo de los Papeles de Panamá no se puede permitir"

La amabilidad de la directora se traduce en su cine: protestón, concienciado pero con un inequívoco fondo agradable. El mejor ejemplo es su última película, una "fábula"

Foto: Icíar Bollaín durante la presentación de la película
Icíar Bollaín durante la presentación de la película

Si algo se puede decir deIcíar Bollaínes que destila amabilidad. Mira a los ojos, sonríe a pesar del calor y dehoras y horas de repetitivas entrevistas promocionales, y se muestra atenta a las sensaciones que ha despertado su cine en el interlocutor. Esa amabilidad se traduce en su cine: protestón, concienciado pero con un inequívoco fondo agradable. El mejor ejemplo es su última película, 'El Olivo', una “fábula” sobre una chica, Alma, que pretende recuperar el olivo de su abuelo, cuya pérdida lo dejó sin habla. Una historia de “redención familiar” que permite a la directora indagar en el valor de la naturaleza, en las sanas bravuconerías de la juventud y en el valor del perdón.

En las distancias cortas, Bollaín posee la misma mirada viva y curiosa que aquella adolescente a la que vimos en 'El Sur' de Víctor Erice hace muchos años y, para fortuna del entrevistador, sigue poseyendo una locuacidad que le permite hablar sobre los'papeles de Panamá', la situación del cine actual o cuánto hay del guión de su chico, Paul Laverty, en el resultado final de una película que nos devuelve a la Icíar Bollaín más feminista y nos descubre a una contadora de cuentos donde la moraleja importa tanto como el camino que lleva a la misma.

Tráiler de 'El olivo'

Pregunta: Viendo 'El Olivo' se nota un deje de fábula que no es del todo explícito ¿Era buscado ese toque de cuento realista?

Respuesta:Por supuesto, está buscado. El guión ya poseía ese tono ypensé que era una buena manera porqueen la búsqueda del olivo de esta chica hay un punto insensato. Y no lo busca porque sea tonta, sino todo lo contrario. Me daba miedo que no fuese increíble o inverosímil y eso lo soluciona ese toque de fábula. Es como si te estuviesen contando un cuento. El aire de cuento está buscado desde el propio casting y está presente en la fotografía, en los decorados, en la música... Es una fábula realista que evita el feísmo. Por ejemplo, los gallineros suelen ser horrorosos pero en los de nuestra película entra una luz como amarilla. Huele igual de mal pero tiene una atmósfera como de cuento.

P: ¿Cómo ha sido trabajar con su pareja, el guionista Paul Laverty?

R: Muy bien. Él me cuenta su guión antes de escribirlo para que luego yo no haga algo que no me veo haciendo. Entiendo lo que quiere contar, trato de darle vida y él respeta que, por el camino, yo lo vaya adaptando. Durante ese proceso suelo estar más angustiada yo por los cambios de su guión que él, que me dice que, siempre que respete la esencia de lo que cuenta, puedo cambiar lo que quiera. Hay colaboración. Hay respeto y confianza. Es más difícil ponerse de acuerdo para llevar a los niños al colegio que para esto. (risas)

P: La interpretación de Anna Castillo, la protagonista, parece propia del cine mudo. Es una actriz que habla con la mirada. ¿Su vertiente de actriz ayuda a conseguir el verismo en las interpretaciones?

R:Me importa mucho el trabajo de los actores. Le dedico mucho tiempo porque sé que la mitad del trabajo de dirección está en la elección de los intérpretes. También me encanta trabajar con ellos e intento, en el momento del ensayo, escucharles. No sé si ser actriz ayuda, pero me imagino que sí. Yo entiendo que lo que hacen es muy difícil. En este caso, lo que me fascina de Anna es que es una actriz que sabe encontrar el hacer lo que hace sintiéndolo de verdad, sin técnica. Me admira mucho siendo tan joven. Tiene mucha intuición y mucho talento.

P: ¿Qué queda en usted de aquella niña que participó como actriz en 'El Sur'?

R: Supongo que la fascinación por contar historias. Yo nunca había hecho cine y cuando entré en el set y vi a tanta gente montando todo aquello, me dejó fascinada. Durante aquel rodaje, recuerdo ver montar un 'travelling' y quedarme alucinada de lo artesanal que era todo. Me sigue pasando hoy en día y me sigue haciendo mucha ilusión. Nunca voy a un rodaje con pereza aunque admito que son tensos porque solo tienes ese día para conseguir lo que quieres. No suelo repetir muchas tomas, no me ha caído esa breva. Lo que no consigas no lo tienes. En la fase de montaje me siento mucho más cómoda porque es como cocinar con todos los ingredientes que ya tienes.

Icíar Bollaín en 'El Sur', de Víctor Erice

P: La logística de este rodaje era muy complicada. Los personajes se trasladan a Alemania, nada menos...

R: Sí (risas) Las películas de Paul engañan porque tú lees el guión y todo parece sencillito, pero nada de eso. Había un árbol, no podía pesar, había que meterlo por una puerta… Entre todos fuimos solucionando esa logística. Pero le diré que esta ha sido una peli muy bonita de hacer. Los actores han disfrutado y todos han hecho un gran trabajo. Hay otras películas en las que es más difícil porque la temática es dura y estás manejando un material complicado, pero en este caso prevalecía lo bonito.

P: En algunos pases la gente lloraba. ¿Creeque el espectador se identifica con el trasfondo de redención familiar?

R: Pues mira, le pongo un ejemplo. Tiempo después de rodar, el productor de la película nos mandó la encíclica del Papa, que es impresionante. Yo no soy muy creyente pero era muy potente porque hablaba del perdón y vimos que de eso era también de lo que hablaba esta película: de una herida que no se ha cerrado. El olivo es como el nexo de unión para cerrarla. Sin ser creyente hay valores ahí, en el guión, que son universales. El olivo tiene un potencial metafórico impresionante. La gente hace muchas lecturas, unas conscientes y otras no. Eso es hallazgo del guión de Paul.

P: ¿Qué le ha parecido todo el tema de los 'papeles de Panamá' y cómo le ha afectado, por ejemplo, a Pedro Almodóvar? ¿Se imaginas en esa situación?

R: No me imagino porque sé que no… (risas). Lo que se ha destapado con esos papeles es todo un sistema financiero que permite el fraude y lo facilita. A mí me encantaría que se llegase hasta el final porque no se puede tener dinero en un paraíso fiscal si no hay un banco que te hace una transacción. Es evidente que hay una arquitectura financiera muy potente en las que nada está dejado al azar. Otra cosa que tampoco se le está preguntando a nadie es el origen del dinero que está allí. Estamos diciendo que está allí pero no de dónde viene y creo que deberíamos aclararlo todo.

Yo creo que cada uno tiene que asumir su responsabilidad en lo que hace pero también te digo que una cosa son los individuos y otras son los cargos públicos, que son los que gestionan lo de todos. Dicho esto, yo pago mis impuestos con orgullo de hacerlo, creo en ello y pienso que lo de los'papeles de Panamá' no se puede permitir. Nunca se puede permitir jugar con el bien de todos.

Tráiler de 'El Olivo'

P: Ahora que estamos en una situación de inestabilidad política, ¿qué gobierno le gustaría para gestionar el cine español?

R: Ninguno ha hecho nada especialmente bien. Me gustaría un gobierno que entendiese la cultura como un bien de todos, como se entiende en otros países en los que importa y es una cuestión de estado. La cultura habla de nuestro país y vende nuestro país. Más allá de que gobierne uno u otro me gustaría que hubiese unas directrices que fomentasen y ayudasen al cine. Me da igual el sistema pero debería haber una política de largo recorrido, gobernase quien gobernase; unas bases establecidas para que el que llegue no las cambie. Si la gente supiese, por ejemplo, cómo se ve el cine español desde fuera… La gente que estudia nuestro idioma, por ejemplo, también ve nuestro cine. No se trata de aprender cómo se dice “me llamo Pepe”, sino también de saber quién es Pepe, dónde come, dónde vive… Es una difusión de nuestra cultura y nuestra lengua muy importante.

Si algo se puede decir deIcíar Bollaínes que destila amabilidad. Mira a los ojos, sonríe a pesar del calor y dehoras y horas de repetitivas entrevistas promocionales, y se muestra atenta a las sensaciones que ha despertado su cine en el interlocutor. Esa amabilidad se traduce en su cine: protestón, concienciado pero con un inequívoco fondo agradable. El mejor ejemplo es su última película, 'El Olivo', una “fábula” sobre una chica, Alma, que pretende recuperar el olivo de su abuelo, cuya pérdida lo dejó sin habla. Una historia de “redención familiar” que permite a la directora indagar en el valor de la naturaleza, en las sanas bravuconerías de la juventud y en el valor del perdón.

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