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El alucinante viaje de Pixar al fondo de la mente
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'inside out' arrasa en cannes

El alucinante viaje de Pixar al fondo de la mente

En el filme de animación hay más ideas brillantes, audacia y vocación de experimentar con el lenguaje cinematográfico que en algunas de las películas que compiten por la Palma de Oro

Foto: Los personajes de la nueva película de Pixar, 'Inside out'
Los personajes de la nueva película de Pixar, 'Inside out'

El encanto del cine de animación reside en que llegue visualmente a donde no alcanza el convencional. Justo lo que se propone y consigue la nueva película de Pixar/Disney, Inside Out, un alucinante viaje al fondo de la mente presentado fuera de concurso en el Festival de Cannes antes de su estreno mundial el próximo 19 de junio.

La premisa del film parte de una idea de su director Pete Docter, responsable también de Up y Monstruos: adentrarse en la cabeza de una niña de 11 años. Riley acaba de trasladarse junto a sus padres desde su Minessota natal a San Francisco. La pequeña tiene que abandonar a los amigos, los paisajes conocidos y su equipo de hockey, lo que le supone un inmenso trastorno. Inside Out tiene lugar en su mayor parte dentro de la torre de control de las emociones de Riley, donde trabajan Alegría, Miedo, Enfado, Tristeza y Fastidio, que intentarán gestionar la montaña rusa de sentimientos que está alterando a la niña. Porque en Inside Out, las emociones son las protagonistas. Literalmente.

Entre todas ellas, Alegría lleva la voz cantante, lo que a priori se presenta como una jerarquía lógica tratándose de una niña. Alegría hace lo posible para que la mente de Riley no se vea afectada por los actos de Tristeza. El conflicto dramático del film tiene lugar cuando ambas emociones se adentran en el resto de la mente y dejan a los mandos a Enfado, Miedo y Fastidio. A lo largo de su aventura por todos los rincones del interior de Riley, Alegría se da cuenta que el papel de Tristeza es tan importante como el suyo. La película construye así un discurso crítico con la dictadura del pensamiento positivo y la obligación de estar siempre contento. Inside Out reivindica la complejidad emocional y la necesidad de sentirse triste como una etapa más en el proceso de madurez de cualquier persona.

Pete Docter, junto al codirector Ronnie del Carmen, pone el poder creativo de la animación al servicio de visualizar el interior de nuestras cabezas. La película traza un recorrido por el parque de atracciones de nuestra mente, imaginando cómo funcionan hasta sus más pequeños procesos. La memoria a largo plazo aparece como un laberinto que almacena conocimientos y recuerdos. Allí trabajan los obreros de la memoria, encargados de eliminar las remembranzas obsoletas y, al mismo tiempo, de relanzar esas canciones tan inútiles como pegadizas que siempre vuelven a la mente. Los sueños, por supuesto, funcionan como una fábrica de películas, un gran estudio donde se ponen en escena los miedos y anhelos de la protagonista.

El recorrido por el pensamiento abstracto ofrece uno de los mejores momentos del film a nivel estético, con los personajes atravesando las diferentes etapas que van de la figuración a la abstracción. El olvido es un gran vertedero de recuerdos apagados porque ya no producen ninguna emoción. El pensamiento, un tren que no funciona durante las horas de sueño. La imaginación luce como un parque temático a lo Disney donde conviven las fantasías románticas de Riley con imaginarios infantiles como un bosque a base de patatas fritas. Los pilares que dan personalidad a la pequeña son islas de referentes: la familia, las amigas, la diversión, el hockey y la honestidad... Las islas de personalidad son las que sufren mayores cambios en el proceso de paso de la infancia a la adolescencia de Riley que funciona de arco dramático del film.

Aunque a priori asuma el riesgo de funcionar en un plano más conceptual que muchas otras películas destinadas a un público familiar, Inside Out se mueve en ese juego de equilibrios que supone intentar contentar a la vez a un público infantil y a uno adulto. La película apuesta por los arquetipos fácilmente identificables, no solo en el caso de las emociones antropomorfas y monocromas, también en el de los roles del padre y la madre. Y la visualización de la mente humana resulta un carrusel de formas y colores disfrutables por ellos mismos sin necesidad de conocer los procesos mentales a los que hacen referencia.

Por el otro lado, Inside Out ofrece una espléndida lectura sobre el funcionamiento de las emociones humanas también ligada a los mecanismos cinematográficos destinados a conmover al espectador tanto a través de la risa como del llanto. Así como un sinfín de divertidísimos guiños sobre el comportamiento humano. La guinda que corona el pastel son los títulos de crédito. Como ya es marca de la casa, la película se reserva unos cuantos gags para el final, en este caso centrados en el interior de la cabeza de diversos personajes secundarios. La secuencia dedicada a la mente de un gato es antológica en su capacidad para condensar a la perfección el comportamiento instintivo de los felinos.

Jornada gris en la competición

En Inside Out hay más ideas brillantes, audacia creativa y vocación de experimentar con el lenguaje cinematográfico que en algunas de las películas que compiten por la Palma de Oro. Como sería el caso de los dos films presentados esta misma jornada. La loi du marché de Stéphane Brizé, retrato de la deshumanización del individuo a causa de las dinámicas del mercado, resulta una versión descafeinada del cine de los hermanos Dardenne. Brizé convierte en cliché recursos de cierto cine social como la cámara observacional que otorga cierto aire de realismo al film, la repetición de escenas rutinarias (aquí el personaje cuestionado continuamente por parte de bancos, entrevistadores de trabajo, asistentes sociales...) o el recurrir a una supuesta sobriedad dramática que solo lo es en apariencia.

La loi du marché, eso sí, podría suponerle en galardón al Mejor Actor al muy reivindicable Vincent Lindon, aquí en el papel de un hombre de mediana edad en el paro que acepta un trabajo de guardia de seguridad que le sitúa en una encrucijada ética. Y el noruego Joachiem Trier debuta en el cine de habla inglesa con Louder than Bombs, un correcto, sin más, drama familiar que recuerda en sus opciones estilísticas (punto de vista múltiple, perspectivas cruzadas...) y temáticas (los secretos y mentiras de un núcleo familiar que se desvelan tras la muerte de la madre) a cierto cine independiente norteamericano de hace una década.

El encanto del cine de animación reside en que llegue visualmente a donde no alcanza el convencional. Justo lo que se propone y consigue la nueva película de Pixar/Disney, Inside Out, un alucinante viaje al fondo de la mente presentado fuera de concurso en el Festival de Cannes antes de su estreno mundial el próximo 19 de junio.

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