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Almagro se rinde ante Sacristán, el Quijote de Chinchón de sombrero cordobés
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40º festival de teatro clásico de almagro

Almagro se rinde ante Sacristán, el Quijote de Chinchón de sombrero cordobés

El actor recibió ayer emocionado el XVII Premio Corral de Comedias por casi 60 años de juego y convertirse en "parte de nuestro patrimonio cultural"

Foto: Sacristán recogiendo emocionado el Premio Corral de Comedias (Efe)
Sacristán recogiendo emocionado el Premio Corral de Comedias (Efe)

“Si Sacristán cabalgase, yo sería su escudero para lo que mandase”. No podía ser en otro lugar que en el corazón de La Mancha teatral en el que el Quijote de Chinchón recibiera un homenaje a toda su carrera. O, mejor dicho, al juego al que permanece fiel desde aquel crío de cuatro años se encontrara no una bacía sino un sombrero cordobés en la cámara de su casa donde se guardaban los melones, los racimos de uvas y los ajos. Era de Nicolás Turiégano, mozo de mulas y cochero, pero sobre todo era, fue y es, como quiso recordar emocionado anoche al recoger el XVII Premio Corral de Comedias con el que arrancó la 40 edición del Festival Internacional de Teatro Clásico de Almagro, el motor con el que sin darse cuenta quiso ser actor y comprendió, también sin saberlo, la esencia de una profesión basada en el juego a la que sigue rendido.

"Estaba en una caja de cartón redonda", dijo agarrando fuerte con ambas manos el sombrero de fieltro negro. "Ponérselo era como frotar la lámpara de Aladino y subirme a la alfombra voladora, entra en la cueva de Alí Babá, en la boca de la ballena de Pinocho, en el barco pirata de Sandokán. Allí se produjo, vaya usted a saber por qué y no puedo yo decir ni muchísimo menos que descubriera mi vocación de actor, una sensación extraña que resolvía en mis juegos infantiles". El resto lo hizo el gallinero del cine de ese Chinchón de la España profunda de los cuarenta donde "era todo el bajo vientre puñetero". Frente a la pantalla y el escenario que después le convirtieron en lo que es, "pensaba que el indio era indio y que el muerto se moría. Cuando descubrí que había unos señores adultos que se vestían de mosqueteros y que el que se moría no había muerto, descubrí que cabía la posibilidad de que yo de mayor podía seguir jugando a ser mosquetero, gánster, pirata e incluso a morirme y resucitar".

Foto: José Sacristán recibe el Premio Corral de Comedias (Efe)

"Siempre me ha acompañado permanentemente mi sombrero y el crío que era. No los pierdo jamás de vista por mucho tiempo que pase, por arriesgado, extraño y oscuro que sea el juego. Sea como sea sigue siendo un juego para mí en el que hay que conocer y respetar las reglas, pero un juego", añadió emocionado. José Sacristán también confesó que este galardón supone "un antes y un después tan gozoso y tan cojonudo como el hecho de que voy a seguir jugando".

José Sacristán, que en septiembre cumplirá 80 años y casi 60 años de carrera, recibió el calor de la profesión en un conmovedor acto que estuvo pasado por agua. Quisieron las nubes sumarse a su homenaje en tierra de secano y trasladar la gala del Corral de Comedias a un abarrotado Teatro Municipal, al igual que pasó el año pasado con Concha Velasco. "Si yo pudiera sacar mi corazón y ponerlo ante vuestros ojos, librara a mi lengua el trabajo de decir lo que apenas se puede pensar", arrancó su discurso con la voz quebrada y parafraseando a uno de los personajes más suyo y reconocibles por el público: Don Quijote de La Mancha. De hecho, fue con el último con el que se subió a las tablas del festival de la ciudad encajera hace ahora cinco veranos.

La primera vez que se subió a un escenario lo hizo en medio de la bulla. Era uno de los integrantes de la ronda de golillas de 'La dama del Armiño', de Luis Fernández Ardavín. No llegarían sus primeras palabras en un teatro hasta años después con 'Pigmalión' y en un escenario tan mítico como el Corral de Comedias manchego con 'Casa con dos puertas mala es de guardar', de la mano de Eduardo García Toledo. Desde entonces, Sacristán se ha convertido en una "leyenda viva" y un "maestro", como recordaron compañeros de profesión como Velasco, Julia Gutiérrez Caba, Eduardo Mendoza, José Luis Garci o Aitana Sánchez Gijón en vídeos o Juan Carlos Rubio, su director en 'Muñeca de Porcelana', desde el escenario. Es "una parte de nuestro patrimonio cultural", destacó el dramaturgo José Ramón Fernández, que firmó su último papel encarnando al hidalgo.

Foto:  La directora del Festival Internacional de Teatro Clásico de Almagro, Natalia Menéndez (Efe)

"Sacristán me enseñó todo lo que debe ser un caballero andante de verdad: humildad, franqueza y empatía", añadió, porque "ama su trabajo como el primer día, es así de fácil y de extraordinario". La directora del festival, Natalia Menéndez, recalcó como su principal valor que cree en lo que hace, en su oficio y el arte. "Eres un gran creyente y renuevas tu fe con sabiduría y nutriéndote de sabia nueva". "Eres brújula y guía. Eres grande porque sigues siendo el niño de Chinchón junto a esa voz que no conoce el tiempo. Eres la conjugación más bella del ayer y del hoy", añadió.

Precisamente esa fue una de las extraordinarias cualidades que más se destacaron anoche de Sacristán, la de superviviente, maestro y profesional que se curtió en la profesión en una España negra, sobrevivió al landismo, se alzó como uno de los mejores actores del país (incluido en la lista de los 20 mejores del mundo según el American Film Institute) y se ha convertido en un eslabón con las nuevas generaciones.

Pero, sobre todo, como añadió el cantante Carlos Goñi, Sacristán ha sido "el español que uno podía aspirar a ser" cuando se le veía en la gran pantalla. "Sacristán de sacristanes de escenarios de madera. Sacristán de lo cabal, feligrés de la tragedia, de la virgen de los dramas y del cristo de la comedia", le cantó el músico. Además de los compañeros de profesión, el alcalde del municipio, el presidente de la Diputación de Ciudad Real, el consejero de Educación y Cultural autonómico y el secretario de Estado de Cultura arroparon al actor en este homenaje que inauguró el 40 cumpleaños del festival. Fue Fernando Benzo quien destacó también que los personajes de Sacristán "han sido un fiel reflejo de España y sus gentes".

El filósofo Javier Gomá, por su parte, subrayó que Pepe lleva "más de 50 años creando ese efecto balsámico del paraíso" en el público. Ese que le permite creer que todo es posible y ver su vida y sus posibilidades a través de los personajes que ha interpretado el actor. "¿Son menos Jacinto, Paco y Mariano que Segismundo, Orestes o Hamlet? A mí me parece que no. Antes en tiempo pasado sí, pero ahora estamos a lo que diga el Mairena de Machado: nadie es más que nadie porque por mucho que valga nunca tendrá valor más alto que ser hombre", señaló. Y, por eso, sus "don nadies" son "tan grandes como Alejandro Magno porque alguien tenía que darles voz y tú lo hiciste". Así, "un españolito del montón, tan eminente, tan sabio y tan digno" se convirtió en leyenda y maestro porque nunca dejó por el camino a ese crío y a ese sombrero que anoche templaron su voz y siguieron recordándole que lo importante de todo esto es que siga el juego.

“Si Sacristán cabalgase, yo sería su escudero para lo que mandase”. No podía ser en otro lugar que en el corazón de La Mancha teatral en el que el Quijote de Chinchón recibiera un homenaje a toda su carrera. O, mejor dicho, al juego al que permanece fiel desde aquel crío de cuatro años se encontrara no una bacía sino un sombrero cordobés en la cámara de su casa donde se guardaban los melones, los racimos de uvas y los ajos. Era de Nicolás Turiégano, mozo de mulas y cochero, pero sobre todo era, fue y es, como quiso recordar emocionado anoche al recoger el XVII Premio Corral de Comedias con el que arrancó la 40 edición del Festival Internacional de Teatro Clásico de Almagro, el motor con el que sin darse cuenta quiso ser actor y comprendió, también sin saberlo, la esencia de una profesión basada en el juego a la que sigue rendido.

José Sacristán
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