Es noticia
Alejandro Sanz derrite el Calderón, arropado por una galaxia de estrellas pop
  1. Cultura
gira aniversario 'mas'

Alejandro Sanz derrite el Calderón, arropado por una galaxia de estrellas pop

No fue una noche perfecta, pero sí vibrante, sobrada de recursos para derretir al estadio Vicente Calderón, que murió con alegría. Resumiendo: una noche pop histórica

Foto: Concierto de Alejandro Sanz en el estadio Vicente Calderón. (EFE)
Concierto de Alejandro Sanz en el estadio Vicente Calderón. (EFE)

Viernes. Siete de la tarde. Arde la calle al sol de poniente. El trayecto hasta el metro, diez minutos, se antoja una travesía del desierto. Arganzuela, el barrio de donde vivo, no se atreve a pisar las aceras. Cuando llevo caminados veinte metros, algo cambia. Llega una música ligera, alegre, contagiosa. También familiar. De repente, te das cuenta de que estás sonriendo y has dejado de pensar en la ola de calor. ¿Qué sonido es ese? Alejandro Sanz probando en el Vicente Calderón preparándose para uno de sus conciertos más triunfales. “Creo que nunca he ensayado más en mi vida”, dirá el sábado sobre el escenario.

Nos ha tocado escuchar 'Quisera ser', uno de sus mejores baladas, que describe la cima de un enamoramiento; es el momento dulce, sin espinas, que hay que vivir al menos una vez en la vida. “Quisiera ser el aire que escapa de tu risa/ quisiera ser la sal para escocerte en tus heridas”. Una celebración de “la fiesta de tu piel”. Por canciones como esta, el chico majo de Moratalaz es uno de los grandes compositores del pop de nuestro país. Hay quien sale a las puertas de su comercio para escuchar mejor, otros se callan para que el sonido no pierda claridad. La noche de autos, el himno cae en cuarto lugar, a medias con Juanes. Suena radiante. Hace veinte años que Sanz publicó 'Más', el disco más vendido en la historia del pop en nuestro país, con dos millones doscientas mil copias. En todo el planeta, ha despachado seis millones. Sobran los motivos para celebrarlo en un estadio, rodeado de colegas y amigos.

Noche de duetos

La estrella salta a escena a las diez y cuarto pasadas, con cuarenta y cinco minutos de retraso sobre el horario previsto, envuelto en chispas de las pantallas gigantes. Luce traje negro, gafas oscuras y flequillo desafiante. El concierto arranca con un dueto con Dani Martín, de El Canto del Loco, o eso intuimos por la voz, ya que las pantallas no le enfocan hasta la mitad del tema. No dulcifiquemos: 'Hoy que no estás' suena un poco a pólvora mojada. Sigue 'Aquello que me diste', con Pablo López, donde ya se quita las gafas. Cuando termina, se anima al primer discurso: “Me llamo Alejandro Sanz, nací en Madrid, Cádiz, y no se me ocurre mejor plan que seguir cantando con vosotros veinte años más”. El recital entra en calor con 'La fuerza del corazón', a medias con Laura Pausini, primera descarga de alto voltaje emocional. Ya estamos metidos de lleno. Pausini llama a Sanz “talento gigante” y abandona el escenario diciéndole “te amo” . El estadio se viene abajo. Cuando llevamos una hora de recital, el público grita “no se ve, no se ve” para protestar por el errático uso de las pantallas, más centradas en visuales aleatorios que en amplificar lo que pasa en el escenario. Pero la música se impone.

Baladas torrenciales

¿Lo mejor del la noche? Sin duda, 'Corazón partío', con guitarra de Vicente Amigo y cuarenta mil voces cantando como una sola. Aparte de ser una cumbre del pop español, tiene ese veneno especial de las letras de amor no correspondido. También pegó fuerte 'El alma al aire', digna de Ray Heredia, aunque Pablo Alborán no aportase mucha enjudia (semejante pepinazo pide a gritos alguien de la talla de Marc Anthony). Y la torrencial 'Cuando nadie me ve' con Niña Pastori, como evidente pellizco flamenco. No podía fallar y no falló 'Y, ¿si fuera ella?' , tuneada por la voz de David Bisbal, cuyo registro barroco ha nacido para meter el turbo en estos baladones. A menor escala, funcionó la evidente química con Malú en 'El aprendiz'. También conectó 'Desde cuando', a pesar de que Juan Luis Guerra no parecía muy cómodo. Y fue un acierto asignar 'El último momento' a Manu Carrasco, que ayudó a dejar el pabellón en todo lo alto antes de los bises.

Momentos memorables

Lo menos lucido fue 'La margarita dijo no', ambientada con unos niños ondeando banderas de una veintena de países. El fraseo pop de Antonio Carmona, muy previsible, hace pensar que es capaz de convertir cualquier rodillo de Sanz en un descarte de Chambao. También da un poco de bajón la previsible 'Lookin’ for paradise', uno de su éxitos más impersonales. La corista se entrega a fondo, pero una partitura así solo la salva Alicia Keys. Suena a anuncio de compañía de móviles (quizá hasta lo fue).

El cameo de Miguel Bosé también quedó un poco muermo. Y 'No es lo mismo' ha envejecido regular tirando a mal. Hay que decir que la voz de Sanz sigue tan expresiva como siempre, con ese registro cálido y rasgado que le caracteriza. Palabras mayores. Está ahí arriba con Bambino, Héctor Lavoe, Vicentico, Joan Manuel Serrat y Andrés Calamaro, artistas capaces de contagiar leyendo el antiguo listín telefónico No fue una noche perfecta, pero sí vibrante, sobrada de recursos para derretir al estadio Vicente Calderón, que murió con alegría. Resumiendo: una noche pop histórica. ¿Quién echa de menos la perfección cuando sobra la emoción?

Viernes. Siete de la tarde. Arde la calle al sol de poniente. El trayecto hasta el metro, diez minutos, se antoja una travesía del desierto. Arganzuela, el barrio de donde vivo, no se atreve a pisar las aceras. Cuando llevo caminados veinte metros, algo cambia. Llega una música ligera, alegre, contagiosa. También familiar. De repente, te das cuenta de que estás sonriendo y has dejado de pensar en la ola de calor. ¿Qué sonido es ese? Alejandro Sanz probando en el Vicente Calderón preparándose para uno de sus conciertos más triunfales. “Creo que nunca he ensayado más en mi vida”, dirá el sábado sobre el escenario.

Alejandro Sanz Música
El redactor recomienda