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'Lujuria', el libro superventas que aterra a la élite católica
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regresa el autor de 'avaricia'

'Lujuria', el libro superventas que aterra a la élite católica

Las acusaciones del periodista italiano Emiliano Fittipaldi son muy concretas: fechas, ciudades, descripción de los abusos, nombres de agresores y de los altos cargos que les protegen

Foto: El Papa Francisco en el Vaticano. (EFE)
El Papa Francisco en el Vaticano. (EFE)

El anterior libro de Emiliano Fittipaldi, titualdo ’Avaricia’ (2015), despachó doscientas mil copias. Se embarcó en el proyecto al recibir un listado de propiedades inmobiliarias de la iglesia católica en Londres, París y Roma, cuyo precio conjunto rondaba los cuatro mil millones de euros. El problema no era tanto el montante, como su alquiler a bajo precio a políticos y empresarios. Por supuesto, tirando de ese hilo, aparecieron más escándalos económicos que revelar. El prelado español Lucio Ángel Vallejo Balda fue una de sus fuentes.

La irritación del Vaticano llegó tan lejos que el papa Francisco tachó de ladrón a Fittipaldi durante un discurso en la plaza de San Pedro, a la hora del angelus (la madre del periodista le llamó preocupada al verlo por televisión). Por suerte, también le llovieron felicitaciones y apoyos. Más allá del éxito editorial, ‘Avaricia’ tuvo impacto social: preocupar al Vaticano hasta el punto de interponer una demanda contra él, que fue desestimada por “defecto de jurisdicción”. Se jugaba hasta ocho años de cárcel, a pesar de que ni una sola línea del libro fue desmentida. ¿Consiguieron asustar al autor? Más bien lo contrario: Emiliano Fittipaldi responde ahora con el documentado y demoledor ‘Lujuria’ (Foca, 2017), que puede hacer mucho más daño.

Judas moderno

No es lo mismo hablar de negocios oscuros que de violaciones y abusos a menores. Sobre todo, si los señalados son altos cargos religiosos. ¿Cómo maneja el autor su tensa situación actual? “La iglesia católica me ha perseguido, pero no creo que tenga un especial interés en meterme en la cárcel. Lo que buscan es distraer a la opinión pública, que se pregunten si yo he robado, mentido o exagerado, en vez de centrarse en si la iglesia ha tolerado y encubierto a los pedófilos.

Entre otras lindezas, el director de Radio Maria afirmó que Fittipaldi debería tener el mismo final que Judas, léase morir ahorcado

Tristemente, esta actitud no es nueva: nunca quisieron mirar de frente a la verdad para limpiar las miserias de la curia. Ni en Roma, ni en el resto del mundo”, lamenta el autor. Entre otras lindezas, el director de Radio Maria afirmó que Fittipaldi debería tener el mismo final que Judas, léase morir ahorcado. Su crimen fue hacer periodismo: complicidad en revelación de documentos secretos.

Altos cargos implicados

Hace unos meses, entrevistamos en esta sección al activista, sacerdote y escritor brasileño Frei Betto, uno de los iconos de la teología de la liberación. Tuvo grandes elogios para Francisco I, un pontífice que pone en el centro de su discurso a los pobres y los excluidos. Fittipaldi prefiere no hablar de lo simbólico, sino de acciones concretas. “Bergoglio es un gran comunicador. Tiene un carisma muy potente. Alguna de sus posturas me ha sorprendido, de manera positiva, creo que ya se ha ganado un puesto en la historia. Dicho esto, su ‘revolución’ no tiene todavía efectos prácticos: los curas pedófilos son ocultados y protegidos, incluso hay obispos y cardenales que les dan cobijo y les promocionan en la jerarquía. Mi libro explica con detalle casos concretos como George Pell, Oscar Maradiaga y el cardenal Errazzuriz, entre otros”, recuerda.

Callar por dinero

Las acusaciones que articula ‘Lujuria’ son muy concretas: fechas, ciudades, descripción de los abusos, nombres de agresores y de los altos cargos que les protegen. Tampoco faltan las cifras económicas -muchas veces, ridículas- que ofrece la iglesia católica a cambio del silencio de las víctimas. “Hay casos increíbles como el del cardenal Pell, que terminó encargado de la secretaría económica del Vaticano (para entendernos, el numero tres del Vaticano). En Australia, su lugar de procedencia, muchas familias le han acusado delante de una comisión gubernamental de horribles abusos sexuales. También ha ayudado a otros curas pedófilos dándoles casa, dinero y hasta seguros médicos. Las peticiones de justicia de las víctimas, algunas de ellas niñas, no han sido escuchadas. Para muchos padres, Pell es un sociópata. Se dedica a intentar cerrar los casos con unos pocos dólares, aprovechando la necesidad de las familias de atender a las víctimas”. ¿Cuál ha sido la actitud de Bergoglio? “Primero promocionarle, luego defenderle”, señala Fittipaldi

Los escándalos de curas pedófilos no han aflorado aún en países de fuerte raigambre cristiana como España, Italia y Portugal

Respecto a España, tampoco podemos estar tranquilos. “El obispo Scicluna afirma que los escándalos de curas pedófilos no han aflorado aún en países de fuerte raigambre cristiana. El motivo es que la iglesia católica conserva una enorme autoridad moral en España, Italia, Portugal y la mayoría de América Latina”. Fittipaldi considera demasiado pasiva a gran parte de la prensa de esos territorios, que prefiere callar una verdad incómoda. “Dan más credibilidad a los curas que a las víctimas. No quieren buscarse problemas con esferas de poder. También existe una censura social, ejercida por las familias más reaccionarias”, apunta.

Estrategia suicida

La iglesia católica intenta tapar estos casos para no ver dañado su prestigio, pero esta actitud consigue justo el efecto contrario, presentarles como una organización oscura, mezquina y alérgica a la autocrítica. “La jerarquía arriesga mucho con su estrategia. Tienen que atender a los datos, que no son discutibles. Como periodista, siento el apoyo constante de muchas familias católicas que me animan a seguir investigando. La iglesia vive de su autoridad moral. El rechazo a encarar la avaricia y la lujuria de algunos miembros puede minar esa autoridad”, señala. La pasividad ante el problema viene de Juan Pablo II, pero Bergoglio no ha virado el rumbo. Ha intervenido en casos clamorosos, cuando ya pesaban acusaciones públicas, pero en otros no ha movido un dedo”, dice el texto.

Mis libros no tratan sobre la fe, sino sobre las debilidades de los hombres con el sexo o el dinero

Para presentar el libro, Fittipaldi escogió la parroquia de San Carlos Borromeo, en el barrio madrileño de Entrevías. Hablamos de una iglesia legendaria, insumisa, donde se ha llegado a celebrar la misa en vaqueros y a dar la comunión con pan de molde. También se apostó por misas participadas, donde los fieles pueden interrumpir al cura. Se presta más atención al fondo que a las formas. Lo que importa no es el rito, sino el mensaje original de Jesucristo. Esta actitud resulta crucial para el autor, que se declara “agnóstico, pero admirador de la iglesia de base”. En realidad, el periodista italiano no busca que nadie abandone sus creencias. “Mis libros no tratan sobre la fe, sino sobre las debilidades de los hombres con el sexo o el dinero”, precisa.

El ‘lobby gay’ del Vaticano

Otra trama central del libro es el “lobby gay” del Vaticano. No se trata de una conspiranoia, sino de un hecho que nadie pone en duda, ni siquiera Bergoglio, que tuvo un desliz en un reunión en junio de 2013. “Se habla del ‘lobby gay’ y es verdad, está ahí, a ver qué podemos hacer con él”, dijo. Fittipaldi lo describe: “Un antiguo jefe de la guardia suiza piensa que la existencia de esta organización pone en peligro la seguridad del papa. Personalmente, no creo que lleguen a agredir al pontífice. Hay una caja fuerte en el Vaticano que guarda la lista con sus nombres. Tienen acceso tanto Bergoglio como Ratzinger”, explica. ¿A qué se dedica este grupo de presión? “Básicamente, a promocionar la carrera de algunos curas y destruir la de otros. El actual Papa relajó mucho el trato a los homosexuales, pero la doctrina sigue siendo la misma, así que la iglesia católica como institución no se ha movido tanto. La hipocresía sigue triunfando”, denuncia. Parece que el combate no ha hecho más que comenzar.

El anterior libro de Emiliano Fittipaldi, titualdo ’Avaricia’ (2015), despachó doscientas mil copias. Se embarcó en el proyecto al recibir un listado de propiedades inmobiliarias de la iglesia católica en Londres, París y Roma, cuyo precio conjunto rondaba los cuatro mil millones de euros. El problema no era tanto el montante, como su alquiler a bajo precio a políticos y empresarios. Por supuesto, tirando de ese hilo, aparecieron más escándalos económicos que revelar. El prelado español Lucio Ángel Vallejo Balda fue una de sus fuentes.

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